“No olvidéis jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida”.
Simone de Beauvoir
Después de un largo día café en mano, sentada frente a la computadora, observo el nuevo escenario político. Más que nunca resuena en mi cabeza esta frase de esta visionaria, quien de una u otra manera marcó los destinos de las luchas de las mujeres. Suspiro fuertemente y pienso: “El pueblo habló, a gritos, se manifestó en las urnas”.
Intento despojarme de cualquier prejuicio e ideología… La gente expresó su descontento. En ese contexto, se presenta un escenario en el que las instituciones tradicionales se encuentran fuertemente cuestionadas. Están siendo plebiscitadas.
Sí, como mujer y abogada, no puedo evitar mirar la institución a la que pertenezco y reflexionar sobre lo construido en el Colegio de Abogados de Córdoba. El mismo que aún sigue denominándose “de Abogados”, pero al que sin dudas pertenezco. En el contexto actual, es imposible no hacer un balance de lo sucedido en este corto periodo de cuatro años en el que soy miembro del directorio.
Llegué a integrar el directorio en el año 2019. Junto con un grupo de colegas comenzamos a escribir otra historia en la institución. El tiempo dirá si fue lo mejor; yo sólo tengo la certeza de que actuamos ante las exigencias que los tiempos demandaban.
Fue durante mi primer año en el directorio que, por unanimidad, se estableció como exigencia la formación con perspectiva de género para los abogados y abogadas previo al juramento de la matrícula, convirtiéndose nuestro Colegio profesional en el primero en el país en incluir la Ley Micaela.
Ejercer la profesión con perspectiva de género permite transformar las prácticas de aplicación e interpretación del derecho y actuar de una manera integral sobre el conflicto jurídico, las personas y los hechos. A la vez que se incorpora una visión crítica de la realidad, se abre paso a los derechos a la igualdad y a la no discriminación, tan necesarios para dar acabado cumplimiento a los preceptos constitucionales y tratados internacionales que el Estado argentino ha suscripto e incorporado al ordenamiento mediante el artículo 75, inciso 22 de la Constitución Nacional (art. 16 CN; art. 1, DUDH, y arts. 1.1 y 24, CADH).
La Ley Micaela es obligatoria para los tres poderes del Estado y representa un deber de responsabilidad social como institución que agremia a la abogacía. Se firmó el convenio con el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y con el Ministerio de la Mujer de la Provincia para ser autoridad capacitadora. Así fue que comenzamos capacitando, además de a los colegas, a numerosas entidades sociales que requerían de la formación, haciendo realidad la responsabilidad que como abogados y abogadas nos impone nuestro ejercicio profesional.
Fuimos ejemplo a tal punto que dos jueces impusieron como sanción, a colegas con un accionar inadecuado, capacitarse en perspectiva de género y violencias en este Colegio de Abogados.
Fue a comienzos del año 2020 que se acondicionó un lactario. Finalmente, por la implementación del expediente electrónico y la pandemia, no fue usado. Comenzaron a dictarse numerosos cursos y convenios para trabajar en la erradicación de este mal, que es un flagelo, como la violencia de género. Nos sumamos a la campaña de banco Rojo, honramos y destinamos un espacio para recordar a nuestras tres colegas víctimas de femicidio.
Hicimos de la capacitación y la acción las herramientas más fuertes para luchar en contra de la violencias de género, familiar, laboral, así como contra el acoso callejero. Todos los días continuamos trabajando a favor de la inclusión real de todas las identidades.
Qué largo camino recorrido. Hemos conseguido una participación real de las mujeres en la abogacía organizada. La gestión actual puso al Colegio como institución inserta en la sociedad; somos la primera puerta a la que acuden los justiciables y estuvimos a la altura de las peticiones.
No puedo dejar de sentir orgullo por lo conseguido. Los cuestionamientos siempre son válidos, pero también vale mucho cuando la acción colectiva es a favor de la sociedad, con inclusión y compromiso.
Las instituciones, todas, son parte y eje central de un país democrático. En un Estado de Derecho, hay que escuchar, también oír, y, sobre todo saber comunicar y demostrar que el pasado dejó silencios y ausencias irremplazables.
Bebo otro sorbo de café… miro la computadora y recuerdo aquella vez en la que la pequeña hija de una trabajadora del Polo de la Mujer, lugar donde se reciben denuncias de violencia, en el deseo de entablar una conversación, le pregunté: “¿Dónde trabaja tu mami, Clara?” y ella respondió: “Mi mamá trabaja en un hospital” y yo la miré asombrada y dije: “¿Un hospital?”. “Sí -respondió- allí les curan el alma a las mujeres, ellas lloran y las abrazan”.
No pude dejar de pensar en esa anécdota, así lo veía una niña de seis años, un lugar donde escuchan a las mujeres víctimas de violencia… y digo que las ganas de pensar y cuestionar no deben ser reducidas y sí resumidas en un lugar donde hay miles de trabajadoras que ponen el cuerpo y alma para intentar hacer un mundo más justo… escuchan y tratan de paliar una situación que, muchas veces, es más que difícil e injusta.
Terminando mi café, sé que el 29 de agosto es nuestro día, es el día del abogado y de la abogada. Lo celebro, diciendo que hay que fortalecer el sistema democrático: a 40 años de haber reconquistado esta democracia, vale más que nunca fortalecer las instituciones. La abogacía organizada habla ahora en clave de derechos humanos.
Soy abogada, mujer y militante del ejercicio profesional con perspectiva de género… ¡y cómo me gusta serlo!
FELIZ DÍA A TODOS Y TODAS
(*) Prosecretaria General del Colegio de Abogados de Córdoba – Presidenta de la Comisión de Género.