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Accidentes de trabajo: de la prevención a la causa judicial

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Habitualmente, las empresas no sólo suelen seleccionar y ubicar a su personal en los roles laborales adecuados acordes con su perfil psicotécnico sino que también capacitan -o por lo menos deberían hacerlo- para el desempeño diario y seguro de sus funciones: prevenirlo de medidas a tomar en situaciones de crisis, cuidar su salud, hacerle seguimientos y no exponerlo a riesgos.

Por Lic. Andrea Queruz Chemes * – Exclusivo para Comercio y Justicia

Para poder lograr una adecuada acomodación entre el trabajador y la empresa es necesaria la renuncia a gran parte de la autonomía personal del primero como condición humana, para pasar a ser ocupada por la empresa como autoridad que le contiene, le transmite lo que espera de él, cómo, lo que no, a través de lo prescripto y proscripto en un estructura de trabajo, forjando una relación de dependencia psicológica también.

Es en este vínculo que ocurre la interacción laboral necesaria para la gestión y organización de las rutinas de trabajo mediante sus actores sociales, incluidos los sistemas de control de actividades a desarrollar y prevención de riesgos.

Es decir, las competencias del trabajador, por más adecuadas que sean para las tareas a desempeñar, se tornan insuficientes si los recursos tecnológicos son obsoletos o si no existen los procesos de gestión del trabajo y recursos humanos.

La disponibilidad de las herramientas de trabajo o de maquinarias específicas para el desempeño del rol del trabajador son tan importantes como que sean lo suficientemente ergonómicas y seguras.

Esto último no depende sólo del operario sino de todo el sistema humano partícipe, junto con los responsables de controlar los equipos y herramientas con los que cuenta para garantizar las medidas de seguridad suficientes, mediantea los procesos de capacitación, tanto de los operarios como de los técnicos encargados de mantener en condiciones los equipos, y los supervisores de acompañar al rol de los anteriores.

El proceso de adaptación a las distintas funciones, su organización, y la manera de llevarlas a cabo forman “rutinas” de trabajo necesarias para la puesta en marcha de una jornada laboral.

Pero existe otro tipo de “rutinas” que refieren a las naturalizaciones de los modos improcedentes, negligentes u omisiones en las condiciones de trabajo de formas repetidas y casi invisibles para sus actores, que le agregan peligrosidad a las primeras.

Es decir: en un trabajo el riesgo puede ser una rutina, por ejemplo, la manipulación de herramientas o máquinas en tareas que requieren de la exposición física en altura; puede que el trabajador deba permanecer colgado de arneses o parado sobre un andamio cuando ejecute una tarea, lo que sería una “rutina” diaria; pero también puede ser una “rutina” pararse sobre un andamio primero, asegurarse el arnés después, sin que nadie pueda observar esta secuencia.

Para cumplir con la primer rutina se requiere de la competencia o la capacidad del trabajador, por ejemplo en el manejo de alguna herramienta en particular, de la capacidad para mantener el equilibrio en altura, ausencia de vértigo y miedos; la segunda es también una rutina pero está caracterizada por la naturalización de una práctica y conducta que contrarresta la primera y disuelve toda lógica de pensamiento, ya que vuelve obsoleto cualquier elemento de seguridad. Sin embargo, cabe aclarar que esas prácticas de trabajo naturalizadas son inherentes a distintos procesos de trabajo y no sólo de aquellos denominados de riesgo. Hago referencia concretamente a la conducta laboral y su regulación en un determinado ámbito de trabajo.

Sin embargo, es frecuente, durante la investigación pericial en alguna causa judicial en la cual se reclamen daños, que entre los distintos tipos el moral es el más requerido, para el cual es ordenada la pericial psicológica del damnificado, mediante cuyo abordaje se pueden pesquisar fallas en las llamadas tecnologías de apoyo y de gestión en el trabajo; por ejemplo: la capacitación en servicio recibida de características deficientes, que sólo aparece vinculada con las tareas diarias de manera estereotipada, sin conocimientos en materia de seguridad y prevención de riesgos.

Es frecuente advertir la depositación de responsabilidades sólo en una persona, sin que ni siquiera tenga la capacidad para asumirla, o que el seguimiento y control de los equipos de trabajo esté casi ausente.

Tal es el caso de los perfiles laborales de trabajadores de la industria y de la construcción que han sufrido algún tipo de accidente y el examen psicológico muestra rasgos de impulsividad, disminución en la capacidad de previsión y autocontrol en su conducta laboral.
Aunque parezca natural, cabe recordar que el trabajo es una actividad social y el riesgo en él está dado también por los factores psicosociales y organizacionales de éste, tal como reconoce la OIT (Organización Internacional del Trabajo) constituyéndose como parte de las condiciones laborales de seguridad.

Por consiguiente, es responsabilidad de la empresa, mediante los procedimientos de los que dispone tanto para incorporar como para socializar al trabajador, mediante los procesos de selección, inducción, capacitación del empleado, y el ajuste necesario entre el rol y su acomodación a las condiciones de trabajo, disminuir los potenciales riesgos que se visibilizan cuando suceden los accidentes.

Las pérdidas que ocasiona tal proceder perjudican a ambas partes y, en ocasiones, de modo ruinoso.

 * Perita multifuero

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