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Un desafío para los para mediadores y el Estado

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Por Manuel Campodónico (*),
Mónica Cornaglia (**),
Matías Maccio (*) y
Juan Cruz Sánchez Freytes (***)

El pedido de mediación originalmente fue de un habitante de una localidad serrana de Córdoba quien, por escrito y acompañado por firmas de vecinos, hizo un reclamo específico: “Obtener la prestación de agua corriente en su barrio”. Pedía que se citara a la cooperativa de agua de la localidad y a la municipalidad de esa ciudad.
En el equipo de mediadores asignado al caso, pertenecientes al Centro de Mediación Comunitaria del Defensor del Pueblo de la Provincia de Córdoba, surgieron estas preguntas: ¿La Municipalidad se sentaría a dialogar?, ¿y la cooperativa?, ¿qué metodología de diálogo propondríamos?… Las familias afectadas eran diez. Nuestro primer reto: Dadas las partes involucradas, ¿cómo trabajaríamos? ¿qué podíamos modificar, por qué y para qué?
Con relación a la forma de trabajo, coincidimos en comenzar con una reunión conjunta con “el vocero” de los vecinos y las entidades locales. Dada la peculiaridad de quienes esperábamos participaran en la mesa (la Municipalidad, la cooperativa de servicios públicos y el grupo de vecinos), además de considerar el conflicto de tipo “público”, resolvimos proponer como metodología una “Mesa de Diálogo Participativo”. Desde esta perspectiva reformulamos las invitaciones a participar en la mesa, el discurso, la agenda y el lugar de las reuniones colectivas, permitiéndonos cierta flexibilidad artística/creativa.
El nombre dado al procedimiento tenía como objetivo, con relación a la Municipalidad, que lograran informarse, proponer, sentirse escuchados y darles las garantías “procesales” que pudieran necesitar, para evitar que se escudaran, como suele ocurrir, en los artículos 1º y/o 3º de la ley 8858.
Sorteado el primer reto, es decir la convocatoria, las partes voluntariamente accedieron a participar. En una reunión con la Municipalidad escuchamos: “No entendemos bien qué hacemos dialogando con los vecinos en esta mesa convocada por otro organismo del Estado provincial, cuando a nosotros el pueblo nos votó para representarlo en la toma de decisiones y gestión de la cosa pública”.

Esta inquietud nos dejó pensando como equipo y reflexionamos: nuestro sistema representativo de gobierno implica que los “representantes” (elegidos por el pueblo) siguiendo estructuras tradicionales ortodoxas con relación al ejercicio del poder, lo hacen en forma legítima para tomar decisiones, en la determinación de la voluntad pública. Por ello, los mediadores debíamos encontrar estrategias para tratar de redireccionar y focalizar este pensamiento hacia metodologías dialógicas, en las que los ciudadanos pudieran ser escuchados y que aquellos gobernantes no vivieran este “espacio” en fricción con el sistema, sino que fuera “otra forma de participar”.
Cuando todas las partes estuvieron preparadas para dialogar conjuntamente en la mesa de diálogo, la reunión colectiva y participativa de Municipalidad, cooperativa y vecinos se llevó a cabo en la vivienda de uno de ellos, en el mismo barrio donde se estaban tratando los temas de la agenda pactada. Allí estuvimos “todos” puntualmente reunidos, en el día, la hora y el lugar consensuado.
En ese encuentro, todas las partes -en turnos- fueron haciendo uso de la palabra, compartiendo información y logrando pequeños acuerdos: asumir compromisos, acordar acciones, contraer obligaciones recíprocas.

Todo el esquema de acuerdos quedó estampado con rigurosa fidelidad en un rotafolio común. Para las partes no fue necesario transpolar estos acuerdos a un escrito sino que todos asumieron los compromisos en ese acto. En esta instancia el equipo de “facilitadores” puso a disposición de las partes un “plan de seguimiento”, con un doble propósito: por un lado mantener los lazos y fortificar las relaciones construidas y, por el otro, evaluar el cumplimiento de las tareas y el progreso de la obra de extensión de la red de agua corriente para el barrio.
Aceptado por todos, el seguimiento estuvo a cargo de personal del Centro de Mediación Comunitaria.
La “mesa de diálogo participativo” se transformó en un espacio propicio para construir una comunidad social y política más amplia y cohesionada. Así las cosas, a fines del año pasado los compromisos y obligaciones de todas las partes estaban cumplidos, la obra concluyó y el Centro de Mediación Comunitaria recibió el llamado telefónico de un vecino que comunicó: “Muchas gracias, ya tenemos agua corriente”.

(*) Mediadores comunitarios (**) Coordinadora del Centro de Mediación Comunitaria del Defensor del Pueblo (***) Integrante del Centro de Mediación Comunitaria del Defensor del Pueblo

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