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Primer paso: los mediadores nos pusimos la lente violeta

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 Por Mónica Diana Cornaglia, Matias Maccio (*) Carla Peretti (**)

En esta oportunidad queremos compartir muy poco de teoría y mucho de la experiencia del taller “Perspectiva de género en mediación. Aproximaciones” realizado el pasado 1 de agosto en el marco del “Ciclo de Talleres de los Jueves 2019 ACMPC” (sigla de Asociación de Mediadores de la Provincia de Córdoba), bajo la presidencia, en ese momento, del mediador Samuel Paszucki, a quienes agradecemos el apoyo e impulso a nuestra iniciativa que marcó un avance.
Los facilitadores/talleristas -Mónica D. Cornaglia, Matías Maccio y Carla Peretti- teníamos la pretensión de dar el paso inicial para que los mediadores y mediadoras comencemos a hablar, mirar y escuchar en perspectiva de género.
Como toda nueva propuesta, el taller generó sensaciones encontradas y diversas en la numerosa concurrencia. Desde el lanzamiento, la temática convocó y las expectativas aumentaron.

Una vez allí, estábamos todos listos para pasar a la acción. Se trataba de una propuesta dispuesta a atravesar lo que somos, lo que sentimos, nuestras creencias y nuestros valores. A producir movimientos, oscilaciones en todas y todos, porque la perspectiva de género requiere ese movimiento, ese re pensarnos como sujetos dentro de un contexto sociocultural e histórico.
Con foco en generar movimientos, comenzamos con una experiencia que invitaba a reflexionar sobre nosotros mismos: sobre nuestras formas de ser y de sentir como hombres y mujeres, a movernos en el espacio físico buscando en las frases expuestas la que más nos identificaba. Y allí detenernos… pararnos…
La resistencia a hacerlo fue enorme, el movimiento era débil, inseguro, hasta parecía sin sentido y nos lo comunicaban.
Sin embargo, y en términos de óptica: “Enfocar es dejar nítido aquello que está a distancia concreta”. Y lo nítido para los talleristas era provocar el movimiento interno.
Pese a la primera respuesta seguimos avanzando y pasamos a la segunda actividad que habíamos seleccionado, una dinámica de trabajo colaborativo, conocida como World Coffee (Café Mundial). En círculos de 10 personas formados aleatoriamente y coordinados por un facilitador (agradecemos a los colegas que generosamente contribuyeron con un desempeño impecable en el rol) comenzaron las conversaciones, rodó la palabra y se construyó conocimiento colectivo.

Los ejes temáticos propuestos y trabajados, mediante preguntas fueron: 1) distinción entre sexo-género; 2) estereotipos/prejuicios de género; 3) roles de género: rol de la mujer y del hombre en la sociedad; 4) derechos, privilegios, deberes.
Todos los equipos conversaron de todos los temas, hablamos libremente, dijimos lo que pensábamos… Lo que se nos ocurría. De cada uno de los bloques temáticos surgieron ideas centrales y conclusiones que quedaron registradas.
A partir de allí todo empezó a fluir, como si esa libertad que circulaba hubiese dado la confianza necesaria para hablar de estos temas, para pensarlos y así comenzamos a repensarnos.
Todos los aportes registrados fueron recuperados por los talleristas en clave teórica y desde las diferentes líneas propuestas por los feminismos; al hacerlo intentamos presentar la perspectiva de género, dejar sentado qué significa mirar y trabajar con esta perspectiva.
Este enfoque requiere ser incorporado por las instituciones públicas y privadas y en nuestro caso -los mediadores/as- como Estado parte y adherente de convenciones internacionales que protegen los derechos de las mujeres, entre las más difundidas: la Convención sobre la Eliminación de toda forma de Discriminación contra la Mujer (Cedaw, por sus siglas en inglés) y Belém do Pará y dentro del marco normativo nacional: Ley de Protección integral de las mujeres Nº 26485, ley Micaela (27499), adhesión en Córdoba por ley 10628.

La perspectiva de género, dicho de manera muy breve, implica una forma de mirar. Y para ello es imperioso volver a entrenar nuestra mirada y nuestro oído, lo que conlleva deconstruir y desmontar las estructuras machistas, androcentristas y patriarcales que atraviesan toda nuestra vida y nuestras prácticas colocando al hombre como centro, como universal y como sujeto dominante por encima de la mujer.
Ello se traduce en diferentes formas de opresión y subalteridad para las mujeres. En torno a esta idea giró la recuperación de sentidos.
Por último, nos animamos a pensar cómo impactaría esta mirada y escucha en la praxis y en nuestro rol. Para ese entonces, algo había cambiado, algo se había movido, la libertad para pensar y para plantear escenarios posibles con los/las participantes como protagonistas nos lo mostraba. Y así dimos el primer paso… Los mediadores y mediadoras que participamos del taller nos pusimos las lentes violetas para empezar a descubrir qué se ve y cómo se ve lo que ve.

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