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Nuevos paradigmas, nuevas leyes y nuevos aires

Marcela Filiberti, exclusivo Comercio y Justicia.
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 Por Marcela Filiberti *

Con el fin de mejorar el servicio de justicia, en extremo colapsado y lejos de su objetivo, el Poder Ejecutivo de la Provincia de Córdoba elevó para su tratamiento a la Legislatura varios proyectos de leyes, y fue la Ley de Mediación la primera en aprobarse.
Tanto los argumentos traídos por el propio Gobierno como los expresados en distintos espacios señalan que el objetivo principal es disminuir la litigiosidad, descongestionar los tribunales y agilizar los procedimientos judiciales. Para ello, la nueva ley impone a los ciudadanos que, previo a litigar, intenten autogestionar sus conflictos dentro de la mediación, para buscar superar las diferencias y procurar, en lo posible, un acuerdo sustentable.
Esta imposición ha causado acalorados debates entre los operadores del derecho. Naturalmente todos pretenden llevar agua para sus molinos pero no por ello se puede descuidar al destinatario fundamental de estos cambios -que sin duda impactarán en diferentes ámbitos-. No obstante, la mirada se dirigirá sólo a un grupo, tal vez el menos escuchado: los justiciables.

Dentro de este universo de personas entramos todos. Porque todos podemos ser destinatarios de este nuevo sistema para garantizar el ejercicio de nuestros derechos, que provee la posibilidad de una manera distinta de hacer justicia. Entonces, la pregunta inevitable es: ¿Se puede a través de la mediación obtener justicia? Para muchos SÍ; y constituye el mejor espacio.
Es en el ámbito de la mediación donde las partes se escuchan y son escuchadas por primera vez, donde pueden describir el atropello a sus derechos, sus padecimientos y emociones; donde pueden ver a su adversario como otro ser que también tiene válidos argumentos para sentir y pensar diferente y advertir de que no hay una sola verdad sino tantas como observadores existan.
Es el único lugar donde lo antagónico puede devenir en colaboración y consenso. Es donde el profundo trabajo del mediador, director del proceso y experto en comunicación, puede conseguir que las partes interactúen para lograr la desintegración del conflicto y la construcción de la solución. Es donde los justiciables se vuelven visibles y actores, protagonistas de sus relatos y también responsables de sus decisiones.
Esto exige madurez y compromiso. Son ellos quienes, mediante sus acuerdos, hacen justicia y su cumplimiento no sólo tiene un efecto individual sino también social. Esto convierte a cada sujeto en un ciudadano más responsable y la mediación como motor de aprendizaje.
Con la colaboración activa de los abogados, que son quienes asesoran a sus clientes en la protección de sus derechos, se pueden obtener buenos resultados en tiempos razonables. Todos somos partes de un engranaje mucho mayor que el Poder Judicial, un entramado más complejo que lo trasciende, que es La Sociedad.

Entonces, aparece otra pregunta: ¿Cuál es la sociedad que se pretende construir? Esta preocupación debería ser de todos y podría buscarse la respuesta en los nuevos paradigmas que invitan a reflexionar sobre los sistemas de pensamiento y las formas de dar respuestas a los desafíos que se presentan. Pues parece que la manera en que lo venimos haciendo, hace tiempo que dejó de dar resultados eficientes.
Hoy la mirada está puesta en las enormes capacidades del ser humano al que, sin desconocer su multidimensionalidad, se lo define como un ser esencialmente lingüístico. Todo se construye en el lenguaje. Es mediante la comunicación que cada individuo va participando activamente en el diseño de su ser con la construcción de su relato y, en definitiva, delineando su futuro. Esto es lo que ocurre en la mediación.
Es por medio de las acciones de los individuos que aparecen prácticas sociales sobre las que se fundarán los metarrelatos, los discursos históricos y en definitiva la cultura de un determinado grupo. Con el lenguaje de los acuerdos se genera una nueva realidad social y una mayor conciencia social. Cuando esto se repite y se mantiene en el tiempo, nace una cultura que los condicionará y generará que las personas actúen de acuerdo con el sistema social al que pertenecen. Así es como se logra un círculo virtuoso.

Como operador del derecho participé en distintos lugares asistiendo en conflictos, tanto desde el Poder Judicial, como abogada litigante y también como mediadora. La conclusión personal es que mediación, cuando se logra la presencia de todos, resulta el camino más corto y saludable para la obtención de la solución y para la construcción de una sociedad mejor.
Entonces, ¿por qué no aceptar los nuevos paradigmas? La nueva ley exigirá esfuerzos para adaptarnos y tendrá falencias que habrá que superar. Sin embargo, trae aire fresco para reflexionar y brindar a los justiciables, y a la sociedad en su conjunto, una nueva y mejor oportunidad.

* Abogada, mediadora

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