ESCUCHARPor Gonzalo Pasquali
Nos encontramos inmersos en un escenario donde la mayoría de las petroleras tiene sobreproducción, lo que genera mucha presión para canalizar en el mercado el combustible.
La disputa por aumentar puntos de market share es muy agresiva y la competencia tiende marcadamente a ser en los precios.
En ese sentido, cabe mencionar que recientemente ingresó un nuevo jugador al mercado, el grupo Trafigura, que opera por intermedio de Puma y que promete desarrollarse fuertemente.
Con todo, dada la liberación de precios para las petroleras, desde hace unos meses éstos se rigen en función del barril de crudo, del dólar y de los costos de estructura.
De esta manera, el sector atraviesa un contexto de gran volatilidad e inestabilidad, donde los costos cambian de manera repentina.
A esto se suma la enorme suba del dólar durante las últimas semanas, la que (pese a las agresivas intervenciones del Banco Central de las últimas semanas) va a impactar directamente sobre nuestros costos. Por su parte el GNC, que siempre ha sido el combustible económico, gradualmente viene sufriendo reducciones de subsidio en el metro cúbico de gas por causa de su escasez en el país.
Partiendo de la base que el combustible es un producto vinculado directamente a satisfacer una necesidad de traslado y movilidad y sumado a que lamentablemente el servicio de transporte público de Córdoba no es de los mejores en el país, la nafta o el GNC han pasado a ser un gasto “necesario”.
Claramente, cada cambio de precio impacta de lleno en el bolsillo de la gente, lo que lleva en una primera instancia a un recorte de recursos y al sacrificio de consumir el menor combustible posible.
En ese sentido, vemos esa postura en aquel consumidor que aprovechaba los fines de semana para da una vuelta y pasear con el auto.
