viernes 19, abril 2024
El tiempo - Tutiempo.net
viernes 19, abril 2024

Mi mejor mediación “sin acuerdo” (II)

ESCUCHAR

Por Nora Virginia Carranza *

En la entrega anterior planteamos un caso en el cual, a raíz de un accidente entre la camioneta conducida por Fernando y la moto manejada por Juan, este último falleció. Ambas familias estaban destruidas y Fernando, sumido en una profunda depresión, causa por la cual dejó sus estudios y perdió su trabajo.
Luego de una reunión conjunta con las partes y sus letrados, resolvimos que mi co-mediadora psicóloga realizara una reunión privada con Petrona (mamá de Juan), porque me daba cuenta de que mi modo la intimidaba un poco y pensamos que podría soltarse y hablar con mayor tranquilidad si lo hacían sin mi presencia. Ello me costó una severa llamada de atención de parte de las autoridades del Centro Judicial de Mediación (CJM) por dejar a mi comediadora “no abogada” sola en una reunión. No importa. Valió la pena.
Allí Petrona pudo expresar que no le importaba el dinero, que no sabía la suma reclamada en la demanda, que lo que ella necesitaba era hablar con la otra familia, que la entendieran, poder perdonarlos.

Decidimos hacer una reunión sólo con las dos madres. Les dijimos a los abogados que íbamos a trabajar lo emocional, que no era necesario que estuvieran presentes. Los dos se negaron a dejarnos a solas con sus clientes. Fue una reunión muy dura: ambas madres lloraron mucho y pudieron compartir su sufrimiento por sus hijos (uno muerto y el otro muerto en vida). A medida que hablaban yo veía cómo los abogados se separaban físicamente de la mesa corriendo sus sillas, hasta terminar contra la pared. No pudieron articular palabra, siquiera pedir permiso para retirarse. No les prestamos atención; era muy fuerte lo que estaba pasando en la mesa. Al salir, el abogado de la aseguradora me dijo: “¿Cómo me hacés esto? Antes Petrona era un número de siniestro y ahora es esta mujer que sufre por su hijo muerto. ¿Cómo hago para convencer a la compañía para que sea generosa con ella?”. Le contesté: “No te hice nada, yo te avisé y vos quisiste estar. Te entiendo. Es muy difícil para vos y necesitas despersonalizar de alguna manera estas cuestiones porque la decisión depende de un señor que seguramente está en Rosario o Buenos Aires y no conoce a la gente, ni las circunstancias”.
Luego continuamos con reuniones conjuntas con todos. Fernando le propuso a Petrona realizar tareas comunitarias en un hospital público en memoria de Juan como una manera de reparar algo el daño, lo que era muy importante para ella, que es es enfermera. Pedro, el papá de Fernando, se comprometió a proveer leche para un merendero que funciona en un asentamiento urbano marginal de la zona, también en nombre de Juan.

En este estado, debimos concluir la mediación sin acuerdo, ya que el abogado de Petrona, muy enojado, nos exigió concluir con el proceso y nos amenazó con hacernos una denuncia porque decía que con toda esta “movida psicológica” estábamos obligando a su clienta a bajar sus pretensiones económicas (que, dicho sea de paso, nunca tuvo). De todos modos, las partes habían obtenido lo que necesitaban y se retiraron todos muy aliviados y muy agradecidos. Pudieron poner en palabras su dolor en un espacio cuidado, pudieron comprenderse, consolarse recíprocamente y acordar acciones y compromisos que les permitieran el alivio espiritual que buscaban.

Aquí también se me plantea otra cuestión. Siento que, como están planteadas las cosas en el proceso de mediación judicial, a veces se nos olvida algo básico: que debemos trabajar sobre los verdaderos intereses y necesidades de las partes. Que el dinero reclamado es el precio a su dolor, a su impotencia, a su enojo, pero que nunca va a alcanzar para calmarlos. Tendemos a pensar que en estos casos lo único importante es que la cifra “cierre”. Creo que es fundamental que nos recordemos para quién trabajamos, quién es “nuestro cliente”, si es el sistema, si es el CJM, si son las compañías de seguro o las personas concretas, con problemas concretos, que tenemos sentadas a la mesa y a las cuales muchas veces nadie les dirige la palabra siquiera.
Es cierto, no contamos con mucho tiempo, no tenemos grandes posibilidades de aplicar las técnicas que aprendimos para ayudar a la gente; que además nos encontramos a veces con abogados apurados que tampoco pueden escuchar a las personas que están allí (ello sin perjuicio de aclarar que hay excelentes profesionales comprometidos con la mediación y totalmente colaborativos con el proceso; no es para ellos este comentario). Pero somos nosotros, los mediadores, quienes debemos apelar a la creatividad para intentar que la gente pueda llevarse algo más que plata luego de nuestra tarea. No todo se compra ni se vende. Sería bueno que algunos representantes de compañías aseguradoras comprendieran que una buena disculpa puede hacer disminuir considerablemente una cifra y que les conviene que los ayudemos en eso. Por todo esto puedo decir orgullosa que esta fue mi “mejor mediación sin acuerdo”.

(*) Abogada, mediadora

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Leé también

Más populares

Sin contenido disponible

¡Bienvenid@ de nuevo!

Iniciá sesión con tu usuario

Recuperar contraseña

Ingresá tu usuario o email para restablecer tu contraseña.

Are you sure want to unlock this post?
Unlock left : 0
Are you sure want to cancel subscription?