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¿Mensajes ocultos en Mediación?

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Por José Francisco Arce *

Los mediadores como seres humanos tienen muchos condicionamientos y/o limitaciones (profesionales y personales) que determinan los resultados. Ya sea que estén presionados con el tiempo, con la necesidad de llegar a un acuerdo, con el lugar, con la forma de trabajo de su comediador o con la formación profesional. Lo cierto es que, en ese momento, cuando estamos en una mediación, por diversas razones le damos más importancia a lo que se dice, a lo verbal, y muchas veces se pasa por alto todo aquello que se expresa con el resto del cuerpo, llamado “comunicación no verbal” (CNV).
¿Por qué deberíamos darle importancia a la CNV? Albert Mehrabian fue un pionero en los años 70, inventor de la “regla 7%-38%-55%”. la cual significaba que -en una conversación “cara a cara”- siete por ciento de contenido es verbal: 38%, vocal (tono, matices y otras características), y 55%, señales y gestos. Quedó así establecido, que en una conversación 93% es comunicación no verbal. Si bien fue un estudio de pocos casos, varios autores luego trataron de demostrar que los porcentajes no eran tales y que sólo podían aplicarse a comunicaciones emocionales. Con el fin de llegar a un acuerdo, propongo que los porcentajes de comunicación no verbal y verbal tengan igual valor en los ámbitos de mediación que conocemos, en los que las conversaciones no están preparadas ni son conversaciones profesionales (conversaciones éstas en las cuales el nivel se incrementa a lo verbal). Partiendo de ese acuerdo, y si la herramienta por antonomasia del mediador es la comunicación, la primera pregunta es por qué se le dedica poco tiempo de capacitación y entrenamiento y por qué no está más presente en las mediaciones. De hecho, en los cursos de formación de mediadores hoy en día no se dedica más que media hora al tema de la CNV. Creo que vale la pena indagar si no estaremos cometiendo un error.

La CNV se hizo globalmente conocida (al alcance de todos) en el año 2009 con la serie Lie to me (“Miénteme”), en la cual el protagonista (Cal Lightman) trabaja como consultor independiente, tanto para agencias gubernamentales como para corporaciones privadas, con el objeto de ayudarles a dilucidar si una persona dice la verdad o miente, por medio de la observación minuciosa de sus microexpresiones faciales y su lenguaje corporal. Asimismo vemos el crecimiento de estudios en CNV de personalidades públicas en sus apariciones; por ejemplo, recientemente el estudio de Mark Zuckerberg en su presentación en el congreso de los EEUU, o los discursos públicos del presidente de EEUU, Donald Trump, o del papa Francisco.
En un mundo caracterizado por la hiperinformación, la posverdad, donde se pierde de a poco la experiencia de la duración de las cosas, y se vive en -lo que llamó Bauman- modernidad líquida, mutaron nuestras formas de comunicación y la percepción de las mismas, haciendo relevante aquello que decimos sin darnos cuenta.
La CNV sólo es una herramienta más, una a la que aún no se le ha dado la importancia que merece y que muchas veces usamos sin darnos cuenta. Reconocer emblemas, ilustradores, adaptadores y reguladores; darnos cuenta de la importancia de saber sacar provecho de la proxemia, kinesia, háptica y paralingüística, es decir, estudiar el significado de las expresiones faciales, los gestos, las posturas, los espacios y las apariencias son herramientas que con entrenamiento permiten leer emociones, predecir reacciones e interactuar con los demás de una manera más competente y profesional.

En las mediaciones hay muchas cosas que no se pueden o quieren decir, por decisión propia, del abogado o por las personalidades u otros condicionamientos, pero sabemos que muchas de ellas salen a la luz si prestamos atención a miradas, posturas, etcétera o podemos hacerlas salir. Si todos sabemos e intuimos que la CNV es importante, ¿por qué no darle el lugar que se merece, o al menos desarrollar investigaciones que permitan su validación? Hasta en casos importantes de mediación, puede ser un gran avance filmar las sesiones, de manera que se puedan visualizar las grabaciones y así analizar las emociones que se expresan e identificar contradicciones, las que a su vez abren a historias alternativas.
Cuando Albert Einstein conoció a Charles Chaplin le dijo: “Lo que más admiro de su arte es que usted no dice una palabra y, sin embargo, todo mundo lo entiende”.

* Abogado, mediador.

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