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La Escuela Salernitana y el derecho médico

Constantino El Africano enseñando a estudiantes
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Por Luis R. Carranza Torres

El derecho médico, tal como hoy lo conocemos, se origina en el medioevo europeo con la institucionalización de la profesión médica a partir de requerirse la habilitación para su práctica y poner aquélla en el ámbito de las universidades.

Pueden rastrearse antecedentes aún antes, hasta el mismo Código de Hammurabi por el año 1750 a. C. En él, entre de la ley 215 a la 223 se establece un verdadero estatuto de responsabilidad médica y la regulación de sus honorarios. Es así que se estipulaba que si un médico “hace incisión profunda en un hombre con bisturí de bronce y le salva la vida al hombre, o si le abre la sien a un hombre con bisturí de bronce y le salva un ojo al hombre, percibirá 10 siclos de plata”. En el caso de ser un hijo, la paga se reducía a 5 siclos y si era esclavo, a 2. En cambio, de no ir bien la práctica de tales incisiones y lo mataba o dejaba tuerto, debían cortarle la mano en caso de ser un hombre, darle otro esclavo por el muerto, o pagar la mitad del valor si sólo dejaba tuerto al esclavo. 

Por componer huesos rotos o curar tendones enfermos, el hombre debía pagar al médico 5 siclos de plata, 3 en caso de ser un hijo y 2 por un esclavo. Luego, se pasaba a los pagos que debían hacerse a los veterinarios por curar bueyes y asnos. 

La materia médica estaba regulada por el gobierno en el Antiguo Egipto. Había institutos médicos que entrenaban a los doctores, quienes eran educados siguiendo un currículo específico. Esos institutos recibían pacientes y los trataban. Existían también manuales médicos, como el mencionado Papiro Ebers, en los que se registraban dolencias y tratamientos. Había además descripciones de campamentos médicos instalados cerca de lugares de construcción y canteras para atender a los obreros que sufrían accidentes. También, indicios de que si el accidente ocurría en el trabajo y no podía trabajar, el obrero recibía un pago.

En la antigua Roma el ejercicio era libre; eran especialmente apreciados los médicos de origen griego. La pericia en el arte de curar era lo que determinaba la fama del profesional y convocaba (o no) a la clientela sin que existiera control estatal al respecto.

En China, la regulación de la titulación y los estudios ocurrió en la época de la dinastía Tang (siglos VI a IX), pero en Europa no se hizo hasta el período bajo medieval.

Un factor determinante para dicha institucionalización fue la actividad académica de la Escuela Salernitana, fundada en el siglo IX, que alcanzó su apogeo entre los siglos X a XIII.

Se debió en gran parte a San Alfano I,  monje benedictino que se destacó también como médico, escritor, teólogo, poeta y arquitecto, antes de ser abad y posteriormente arzobispo de Salerno, uno de los primeros grandes doctores de la escuela. Fue quien impulsó a Constantino El Africano a procurarse y traducir una biblioteca de textos médicos islámicos que, practicados y enseñados a los alumnos, revolucionaron la medicina en occidente. Por estos méritos se le confirió a Constantino el título de Magíster orientis et occidentes.

Sumados tales conocimientos a los de la tradición greco-latina, se adoptó el método empírico, basado en la práctica y la experiencia, que hacía hincapié en la prevención y la profilaxis. La ciudad ganó por ello el título de Hippocratica Civitas – ciudad hipocrática-, a la que acudían personas provenientes de toda Europa para curar sus dolencias o para aprender el arte de la medicina. 

Debe asimismo destacarse que las mujeres eran aceptadas como profesoras y alumnas. Algo que no empezó a generalizarse hasta finales del siglo XIX.

No es raro, por ello, que en la primera reglamentación de la titulación médica promulgada en el año 1140 por Rogelio II de Sicilia, se estableciera la obligatoriedad de un examen oficial para poder ejercer la medicina, a imitación de lo que ocurría en la Escuela Médica de Salerno. 

Un siglo más tarde, Federico II de Hohenstaufen, rey de Sicilia y Jerusalén, y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, estableció para el ejercicio médico la exigencia de ocho años de estudios previos, tres preparatorios y cinco de medicina en Salerno, otro de prácticas junto a un médico y, por último, pasar un examen tomado por los profesores de Salerno.

En las reglamentaciones que se promulgaron poco después en el resto de Europa, la enseñanza médica fue adscripta a las nacientes universidades, siguiendo -con variantes- ese modelo.

Eclipsada luego por la Universidad de Nápoles, la escuela mantuvo no obstante su actividad hasta ser cerrada el 29 de noviembre de 1811 por el rey de Nápoles Joaquín I Napoleón, quien reorganizó las instituciones públicas del Reino de Nápoles. Sin embargo, los restos de la Cátedra de Medicina y Diritto continuaron funcionando en Salerno durante 50 años más, hasta 1861.

Es por todo ello que la profesión médica occidental, como nos dice Jorge Valdez García en Salerno: la primera escuela de Medicina, la formalizó dicha institución por medio de exámenes y titulaciones, una forma de regular la actividad médica que pervive hasta nuestros días.

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