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Autonomía de la persona frente a la decrepitud de vida

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Por Armando S. Andruet (h) twitter: @armandosandruet

He tenido la oportunidad de referirme en diversas ocasiones en este mismo lugar al tópico de la eutanasia como un fenómeno que cada vez es más recurrente dentro de las pretensiones judiciales y sociales que las personas hacen valer cuando atraviesan situaciones límites de su vida. Y donde para ellos, lejos de reflejar dicha existencia alguna entidad de dignidad, es la muestra palmaria de un estar degradado, indigno y, por lo tanto también, de intrínseca afectación moral.
La última ocasión en que me ocupe del tema, fue comentado el caso del español Ángel Hernández, quien ayudó a morir -suicidio asistido- a su esposa María José, quien durante 30 años estuvo afectada de esclerosis múltiple. Ella encontró su fin a partir de la ingestión -que fue filmada- de pentobarbital sódico que Ángel le acercó (Comercio y Justicia del día 10/4/19).
A esto se suman otros elementos que orientan una tendencia a encontrar una vía racional y razonable para la discusión de la eutanasia en los foros internacionales, en los que juristas y bioeticistas brindamos juicios en favor o en contra, sin importar ahora unos y otros; lo cierto es que en este tema, a diferencia de lo que ocurre con el aborto, existen muchas chances de encontrar acuerdos razonables de consenso.

Abstrayendo los argumentos respetables y por demás significativos que por la religiosidad se pueden sostener y que unánimemente son negativos a su procedencia, buena parte de las personas que discuten la temática tiene claro que aquí no hay una figura central silenciada e inocente que puja -por intermedio de otros- por no ser eliminada, sino que el protagonista es quien quiere morir porque considera que su vida biológica no le permite alcanzar un estándar básicamente digno para portar su misma realización sociocultural, autónoma y relacional.
Siempre he considerado que no son homologables el debate del aborto y el de la eutanasia, aun cuando ambos traten sobre la eliminación de un sujeto vivo. Pues en el aborto no hay ninguna autonomía de quien dejará de vivir y, por lo tanto, es víctima de otros; en cambio en la eutanasia existe una autonomía del sujeto que reclama todo su protagonismo en una acción sin duda extrema, como es la dejar de vivir, para lo cual destaca elementos objetivos/subjetivos que prima facie parecen razonables.
Lo cierto es que los casos de eutanasia cada vez más tienden a ser judicializados y, por ello, los Estados están atentos a encontrar las formas normativas delicadas en que se puedan acoger dichas pretensiones sin, con ello, dejarlas libradas a un desiderátum festivo en el que lo que termine haciéndose sea denigrar por banalización la misma vida humana. Los Estados sin duda buscan los mecanismos de cooperar normativamente para que situaciones como la indicada de la Sra. María José Carrasco no conviertan esa vida en una vida que no quiere ser vivida. Ello es en el caso español al menos, seguido por miles de personas que han solicitado públicamente una ley que regule el tema de la eutanasia, disparado socialmente por el caso de marras (https://elpais.com/sociedad/2019/04/05/actualidad/1554476697_348845.html).
En el artículo ya publicado comentamos que la última normativa que se había promulgado favorable a la eutanasia, siguiendo las leyes de Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Colombia -por jurisprudencia de la Corte Constitucional-, fue Canadá. Ahora señalamos que el estado de Victoria, en Australia, ha aprobado la muerte asistida, y que otros Estados del mismo país están atentos a proyectos similares.

El tema es central y -vuelvo a señalar- inexorablemente todos sabemos que habremos de morir, lo que no sabemos es ni cuándo ni cómo; pues por ello, la elaboración de leyes que orienten algunos aspectos de tal circunstancia sin duda que será muy valiosa. En ellas se concentran las grandes discusiones biopolíticas que de manera adulta hay que enfrentar. Todos queremos una vida digna y también una muerte en igual orden. Tal vez sea el tiempo de repensar algunas construcciones mentales que no son favorables al esclarecimiento del verdadero problema que subyace.
En este orden, cabe recordar que en la actualidad existen hombres de la cultura, del derecho y de la medicina quienes tienen el convencimiento de que en nuestro país la reforma producida en el Código Civil y Comercial de la Nación en el año 2015, al introducir en el art. 59 inc. ‘g’ -con igual texto al normado en la ley 26742- que la persona puede negarse, por sí o por intermedio de otro, a recibir alimentación e hidratación parenteral o enteral, es haber legislado encubiertamente sobre la eutanasia en su tipo indirecta y pasiva. Conclusión que no comparto.
Desde ese punto de vista y quizás para algunos, que avalan la mencionada tesis, la Legislatura de nuestra Provincia -que debió modificar la ley 10058 para adecuarse a la misma reforma antes dicha- permitió que en las declaraciones de voluntad anticipada que por dicha ley se promocionan se pudiera incorporar en su texto la nombrada reforma respecto a la alimentación/ hidratación parenteral o enteral que antes estaba impedida, en función de que se las considerabas -en el art. 4 de la 10058- medidas mínimas ordinarias no disponibles y por ello no renunciables.
Con la reforma mediante la ley 10421 dejaron de considerarse medidas mínimas ordinarias tales acciones y, por ello, ganaron la categoría de disponibles, y así es como hoy las personas podrán negarse a dicho tipo de soporte vital.
El debate por la vida es siempre de una alta complejidad y necesariamente camina en la vía paralela a la de la misma autonomía que las personas poseen. Sin embargo, alcanzamos a percibir un nuevo elemento que vendrá a complicar en poco tiempo, el ya discutible espacio de la materia, que se vincula con el segundo sintagma que luce en el título de esta contribución: las técnicas de convergencia para la mejora humana.

Según nosotros creemos, tal como las contribuciones más confiables nos hacen conocer, en no mucho tiempo el desarrollo de las tecnologías de convergencia para la mejora del desarrollo humano estarán en condiciones de poder devolver cualidades hoy frustradas a las personas en estado de postración, sea ello por afectaciones de esclerosis múltiples o tetrapléjicos en estado no vegetativo, como fue el caso emblemático de Ramón Sampedro.
Lo verdaderamente cierto es que la situación, en nuestra opinión, se vuelve compleja para los vientos de la eutanasia, cuando por acción de las mencionadas técnicas se puedan readquirir en función de la interface tecnológica informática-neuronal, condiciones socioconductuales y de relacionamiento con los demás en forma autónoma.
En dicho supuesto, las razones de afectaciones de la dignidad que el sujeto enfermo padece podrán ser modificadas y, en rigor, eso habilitará una pregunta complicada: ¿la sola existencia de tener una discapacidad física importante es una buena razón para que la persona pueda invocar su derecho a la eutanasia?
Ilustro a tal respecto con una información publicada en la “Revista Science”, firmada por Kelly Servick el 17/7/19, en la que se señalan los avances que en pruebas humanas se realizan para el desarrollo de la interfaz cerebro-computadora (https://www.sciencemag.org/news /2019/07/elon-musk-s-startup-eyes-human-testing-brain-computer-interface?utm_campaign=news_daily_2019-07-17&et_rid=378945693&et_cid=2909500).
En tal lugar se destaca que la empresa Neuralink, de EEUU, hizo una demostración pública acerca de cómo el objetivo de la empresa, que se encuentra sostenida por otros grupos tecno-neurológicos como son Tesla y Space X, orientan su labor a poder alcanzar el objetivo de implantar en el cerebro de las personas pequeños electrodos y lograr desde ellos una simbiosis con inteligencia artificial. Eso es, propiamente, una técnica de convergencia para la mejora humana.

Sin duda que antes de ese objetivo central se habrán de alcanzar otros resultados intermedios, como implantar electrodos en una persona paralizada por una lesión de la médula espinal -para 2020- y con ello devolverle facultades cerebrales de conducción; para lo cual, indica el neurocirujano y responsable del proyecto de Neuralink, Matthew MacDougall, del California Pacific Medical Center, de San Francisco, se hizo una presentación con exfoliantes (publicado en Cerebro y Comportamiento, DOI: 10.1126/ science.aay7842).
Como se puede apreciar, los estadios que la vida humana en sus momentos de decrepitud posee, todavía tienen mucho que esperar de la tecnología para la mejora humana; sin embargo, de nuevo la pregunta central: ¿cuán dignamente humanas son ellas?..

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