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“Una posibilidad sería que el sujeto pueda pensar cada vez más críticamente”

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Adriana Marcela Schapira reflexiona desde su campo disciplinario sobre aspectos relativos al momento clave que se vive hoy en el país a raíz de la pronta asunción de un nuevo presidente, sobre todo en épocas de avance del mercado y el individualismo

Por Luz Saint Phat – [email protected]

Sólo hace falta pensar por un minuto sobre cuántas conversaciones referidas a la política tenemos los argentinos a diario -más aún en tiempo de transición presidencial- para darnos cuenta de la incidencia de “lo político” en la constitución de las subjetividades. Sobre todo en una época que está marcada globalmente por el avance del mercado en distintos aspectos de la vida y el consumo se erige como orientador de las aspiraciones individuales.
En este sentido, la licenciada en Psicología Adriana Marcela Schapira mantuvo un extenso diálogo con Comercio y Justicia, en el que delineó algunas cuestiones centrales desde la mirada del psicoanálisis, tomando en cuenta conceptos clínicos y sociopolíticos.
“Podemos decir que la subjetividad política resultaría de las interrelaciones de sentido subjetivo provenientes de diferentes espacios, porque lo político tiene la posibilidad de desplegarse en distintos ámbitos de la vida social”, enunció la entrevistada, y aseguró que este “dar sentido no se reduce solamente a prácticas discursivas puramente racionales sino que se sustentan en una base experiencial en la que el sujeto integra procesos simbólicos y también afectivos”, por lo cual “en este tipo de transiciones políticas como las que vive el país todo lo que se va ir jugando en este terreno tiene que ver en cada sujeto, en cada grupo sociopolítico, en cómo está anclada esta subjetividad”.

En este punto, gracias a su experiencia en la clínica psicoanalítica, Schapira ha podido constatar cómo surge “lo político” al momento de las consultas o los planteos que proponen los sujetos como temas durante las sesiones. “A veces aparece de modo franco, relacionado con avatares de la vida de cada paciente, como puede ser el miedo a perder el trabajo”, detalló la psicoanalista, mientras que “en los sujetos que tienen mucha conciencia política, obviamente todo su discurso y su planteo está generalmente en relación con esto”, indicó.
“Por supuesto, durante procesos en los cuales no están garantizados ni el trabajo ni la salud, ni otros derechos, todo esto no sólo genera angustia sino que depende del sujeto y sus características psíquicas cómo van a surgir padecimientos específicos”, explicó, al tiempo que enfatizó que “por supuesto, esto no llega a la sesión solamente como un tema racionalizado sino que la sintomatología que puede dispararse depende del sujeto, teniendo en cuenta que la patología psíquica es efecto de la relación entre el inconsciente y los modos con los que el ‘yo’ se estructura según la ideología de la sociedad a la que el sujeto pertenece”.

Neoliberalismo y después
Sobre la base de estos conceptos, la especialista advirtió de que es fundamental poder circunscribir el proceso electoral de este año y el momento de transición presidencial de estos días en rasgos de nuestra era contemporánea, que promueven determinados tipos de subjetividades.
“Yo circunscribiría esta época a un neoliberalismo a ultranza, que no es solamente un proyecto económico sino que es una cultura que pretende invadir nuestras vidas, que concibe a un ser humano con características particulares, que se trata de una construcción basada en la apropiación y en disciplinamiento social”, dijo, y aseguró que “es un sistema social dominado por el mercado que busca debilitar al Estado, organizado bajo el ideal del consumo constante”.
Respecto a esta formulación, Schapira señaló que en lo relativo a cómo estos ideales de época han encontrado eco en cada sujeto, “la transición va a ser vivida muy diferente”.

Entonces, si se tiene en cuenta que esta subjetividad que promueve el neoliberalismo está caracterizada por ideas que apuntan “al individualismo, al egoísmo, a la meritocracia”, que “caló hondo” en el país, se puede comprender cómo a partir de eso “se generó una grieta en la que el otro, el que piensa distinto, es un enemigo; lógica que es más propia de la guerra y no de una sociedad democrática en la que siempre hay diferencias pero que de algún modo se resuelve por esa vía”.
Sobre la base de este análisis, Schapira recuperó algunos conceptos que el psicoanalista Sigmund Freud planteó al referirse a la psicología de las masas. “Él establecía que el funcionamiento de la masa es similar al de la hipnosis o el enamoramiento, ubicando a una persona, idea o medio en el lugar del ideal y conformando una masa de receptores pasivos”, explicó, y enfatizó en que esta cuestión masificada “es peligrosa porque el sujeto es manipulado como parte de un rebaño y dejado ahí donde los centros de poder lo quieren llevar”. En tanto, otra alternativa posible ofrece “el sujeto que se inscribe en un pueblo, en un proyecto de país, en una nación”.

En esta línea, la psicoanalista destacó que se pueden pensar dos posibilidades. “Por un lado, un sujeto pasivo y sugestionado por mensajes que le causan temor, que cuando eso se consolida la sociedad queda a una paso del totalitarismo. Y otro sujeto inscripto en una subjetividad de pueblo donde es protagonista de la historia y no está a la defensiva de los peligros que ‘el otro’ le viene a imponer sino con quien se puede construir un destino común”. “Esto – precisó- sería lo más saludable porque coloca al sujeto en un lugar de lucha por ideales comunes y no en una confrontación permanente”.

Enunciadas estas posibilidades y teniendo en cuenta las particularidades y experiencias de cada persona, Schapira consideró que, en relación con estas diferencias, hoy la “transición política va a ser vivida por cada quien según estos tipos de anclajes subjetivos”, siempre considerando lo que “le ha tocado vivir a cada uno”. “Por supuesto que un sujeto al que le tocó perder el trabajo y está en serias dificultades para sostenerse puede estar esperanzado por lo que se avecina pero también está sufriendo los avatares concretos de lo que le sucedió. Es decir, no es lo mismo un desocupado que un sujeto que quizás ha podido mantenerse a pesar del contexto desfavorable”.
Aun así, la entrevistada destacó que “una posibilidad sería que el sujeto pueda pensar cada vez más críticamente y tener espacios con otros -o en su propio análisis- en donde pueda pensar, ver lo común e inscribirse en un nosotros y no en un individualismo a ultranza, que es la contracara”.

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