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“Los lazos afectivos de los primeros meses de vida determinan la personalidad”

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La psicóloga Carola Dunayevich explica cuáles son las modificaciones que acontecen en la familia a raíz del nacimiento de un bebé. También advierte de las principales problemáticas que pueden surgir.

Por Luz Saint Phat – [email protected]

La llegada de un hijo a la familia es, en general, uno de los acontecimientos más importantes en la vida de la pareja parental e implica transformaciones subjetivas e importantes cambios en los roles del sistema familiar.

Carola Dunayevich es psicóloga (en Facebook: Orientación Psico-online Dunayevich) y tiene una importante trayectoria de trabajo en la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf), dependiente del Ministerio de Desarrollo Social de Córdoba. Actualmente integra el Servicio de Salud Mental del Hospital Materno Neonatal.

En conversación con Comercio y Justicia, la especialista explicó cuáles son las principales modificaciones que se registran en los primeros meses de vida de un niño, y también advirtió de las problemáticas que pueden surgir.

-¿Cuáles son las principales transformaciones psicológicas y subjetivas de una familia ante la llegada de un hijo?
-Lo primero es poder pensar la familia como un sistema, una organización social, sea cual fuere la sociedad y la cultura en la que el grupo familiar está inserto. Otra aclaración: las familias tradicionales -como vemos cada vez con más frecuencia en el consultorio y en el hospital- ya no son los únicos tipos de grupos familiares existentes. Tenemos que tener en cuenta que hoy asistimos a las transformaciones que suponen el matrimonio igualitario y las parejas parentales de un mismo sexo. Además, existe todo otro tipo de situaciones familiares, como pueden ser las madres que tienen sus hijos solas o los padres que se hacen cargo de sus hijos; y las familias ensambladas. No obstante, pensando en una pareja que decide constituirse como tal y se elige desde el amor y para formar una vida en común, un hijo puede ser pensado precisamente como un proyecto amoroso. Lo cual, para la historia de esa pareja, es realmente un hecho absolutamente valioso, emotivo y fuerte. Es un antes y un después. Hasta ese momento la pareja venía funcionando de a dos, sin considerar más que esa relación y la llegada de un hijo implican grandes cambios en los roles de ambos, y movimientos importantes.

-¿Cómo se reconfigura esa organización familiar después del nacimiento?
-Si la familia es un sistema, la incorporación de un nuevo miembro trae importantes transformaciones en todas las piezas de ese conjunto. En el mejor de los casos, si nos encontramos con una pareja cuyos miembros han tenido una historia y una infancia medianamente saludable y feliz, si han podido tener contención afectiva o respaldo afectivo de sus familiares, ellos van a poder instrumentar las acciones necesarias para poder hacer frente a estos cambios. En este sentido, lo más evidente es el impacto del bebé en la madre.

Aunque en la pareja se van a registrar muchos movimientos, hay algo que incide directamente en la mujer y es la situación de embarazo. Es un momento de extrema placidez -si el embarazo es deseado- y de completud; incluso hasta se puede hablar de un estado onírico. En tanto, para el hombre, el desafío es lograr ver que su pareja amorosa retira la mirada de él para conectarse con el embarazo.

-¿Qué problemáticas pueden aparecer en este período de tanta transformación? ¿Cuáles son los motivos ante los cuales los padres consultan con especialistas?
-Puede suceder que la pareja parental se desconozca uno al otro o que sienta que están cambiando muchas cosas. En ese sentido, es necesario tener en cuenta que en este tiempo la mujer “se repliega” sobre el bebé, y debe hacerlo para poder establecer un lazo afectivo fuerte con él. El niño, en esta época, se comunica con su madre y con su entorno de una manera puramente física: es la piel el afecto, una comunicación de inconsciente a inconsciente, que no se pone en palabras y que es necesario atender. Puede suceder que la mujer -al encontrarse primero en un estado de fantasía- no pueda “bajar” a la realidad y ver lo real de tener un hijo. Esto puede estar relacionado con cuestiones infantiles de esa mujer, que hacen que ella no logre posicionarse como una adulta, sino que actúa como una niña. Pero si esa mujer llega a un estado de madurez psicológica va a poder “ver” a su hijo como otra persona. Y eso es un aspecto fundamental.

-¿En qué momentos suelen ocurrir las consultas de parejas que están por ser padres?
-Es necesario destacar que en un primer momento, la consulta de la pareja no es lo más usual: suele venir primero la mujer. Quizás la pareja busca apoyo más adelante. Pero sí aparecen problemáticas cuando durante este período, que tiene que ser una celebración, hay algo que cobra demasiada importancia; ése puede ser un motivo para consultar. Si algo angustia; si hay algo que obtura el funcionamiento cotidiano; que genera violencia o imposibilita las tareas relativas al niño, éso es un buen motivo de consulta. Esto sobre todo en el período de puerperio, cuando la mujer está abocada al niño y el hombre necesita acompañar ese proceso. En este punto, lo mejor que puede hacer el hombre es sostener a su pareja amorosamente y solucionar cuestiones cotidianas para que la madre pueda dedicarse a comunicarse con su hijo. Hay que tener en cuenta que, en este primer tiempo, la comunicación entre mamá y bebé es fundamental ¡pero no pasa por las palabras!.., que incluso no alcanzan a revelar la importancia de ese vínculo. Los lazos afectivos de los primeros meses de vida del niño, que son tan fuertes y entrañables, dejan improntas que condicionan para siempre el carácter y la personalidad de un individuo. Por eso, lo ideal en este momento es que la mamá no esté sola. Ya no importa tanto cómo la familia está constituida sino lograr una buena red de contención. El marido, una hermana, los padrinos de los niños, una abuela, una familia…, siempre hay redes.

-¿Qué recomendaciones pueden hacerse para trabajar y preparar la llegada de un hijo al hogar?
-La primera, tener en cuenta que si este proceso no fluye naturalmente y la pareja no puede acomodarse a los cambios, hablar es lo indicado. Puede ser con un par, con una amiga o con una madre. Se puede dialogar sobre los temores, los miedos, sobre la madre que cada mujer imagina será, sobre el bebé con quien soñaba y las diferencias con el niño real. En este período, muchas veces las madres preguntan por qué nadie les dijo lo que realmente es tener un hijo. En esto se juega la idealización que se tiene de la maternidad – sobre todo en el caso del primer hijo-. Otra cosa que es muy importante en las parejas es trabajar en cómo convertirse en una pareja de adultos y cómo reencontrarse en la sexualidad. Y a veces esto es difícil y lleva un tiempo. Por eso, si hay un afecto profundo y hay posibilidad de hablar estas cosas, se puede disminuir el margen de conflicto y angustia durante este proceso. Es necesario tener en cuenta que siempre hay posibilidades de resolver estas transformaciones y de consultar con un profesional.

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