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«Frente a la inflación, es importante hacer compras controladas con decisiones más racionales”

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Patricia Altamirano revela los juicios intuitivos que los argentinos ponen en marcha ante el aumento de precios para tomar decisiones económicas cotidianas y hace algunas recomendaciones para enfrentar la incertidumbre del contexto.

Por Luz Saint-Phat – @LuzSaintPhat
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¿Qué indicadores toman en cuenta las personas al momento de evaluar la inflación? ¿Qué estrategias se pueden desarrollar para optimizar el consumo? Estas preguntas son abordadas desde la psicología económica, disciplina que entre otros aspectos estudia cómo se realizan los procesos de toma decisiones, tanto en las empresas como en los consumidores.

Patricia Altamirano es magister en Administración de Empresas y coordinadora del Laboratorio de Procesos y Toma de Decisiones Económicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), iniciativa que pertenece a las facultades de Psicología y de Ciencias Económicas.

La especialista conversó con Comercio y Justicia y señaló los aportes que la disciplina puede realizar para pensar y actuar en contextos inflacionarios como el actual.

“La psicología económica puede hacer algunos aportes vinculados con qué hace que uno sienta que existe un proceso inflacionario. ¿La emisión de bonos por parte del Estado, la toma de deuda pública, el crecimiento o decrecimiento del PIB hacen que las personas perciban la inflación? No. La razón por la cual uno siente que hay mayor o menor inflación está directamente vinculada con la cuenta del supermercado. Esto se llama, en psicología económica, la inflación percibida”, explicó Altamirano.

“Así, la canasta básica de alimentos es lo más importante en relación con cómo se posiciona la idea de inflación en mi mente, mucho más que el resto de los indicadores económicos de los que se dispone”, agregó.

“Ahora, lo central es que esta percepción de la inflación, tanto para la psicología como para la sociología, está ligada al problema de las expectativas de cómo voy a estar yo en el futuro y cómo va a estar mi grupo social y el país si hay inflación”, aseguró la especialista.

Juicios intuitivos y acción
“Ante a la inflación usualmente se dan tres heurísticos o juicios intuitivos que la gente tiene frente a los desastres y desmanes económicos y a las conductas económicas en general”, explicó Altamirano.

“Uno es el heurístico de anclaje. Si yo he tenido experiencias que anclan mi percepción con la inflación, que han sido negativas, pensaré a futuro que los procesos inflacionarios me van a impactar de manera brutal”, explicó. “Esto tiene que ver con afirmaciones muy comunes del tipo ‘el banco me va a robar’, ‘el dólar va a subir’ o ‘la inflación me va a matar”, añadió la especialista.

“Otro sesgo muy importante es el efecto de la disponibilidad de información. En términos generales, para medir la inflación los economistas tienen en cuenta la emisión monetaria que realiza el Estado en relación con el PUB del país. Ahora, en la cotidianeidad, los datos que se tienen en cuenta para medir los efectos que tendrá la inflación al futuro son el precio del dólar y el de las naftas. También los impuestos, en tercer lugar. Por eso, los gobiernos toman nota de estas cuestiones, que son altamente subjetivas y referentes en la vivencia de la inflación”, aseguró Altamirano.

Por último, el tercer tópico “es el efecto de representatividad. Esto está vinculado con que si antes pasó A, ahora va a pasar B. Este razonamiento no tiene en cuenta que cada evento es separado y tiene la misma posibilidad de ocurrir”.

Por esa razón, argumenta Altamirano, “el juicio intuitivo me lleva a pensar que si veo que sube la nafta, veo que sube el dólar, veo que no me alcanza para los mismos productos en el supermercado, entonces tengo altas expectativas de inflación para el futuro. Sin embargo, los eventos de que en el futuro haya más inflación o no la haya son probabilísticamente iguales y no dependen de la información de la que dispone el sujeto común sino de otros factores económicos más complejos”..

Estrategias
“Aunque estos razonamientos no sean siempre correctos, desarrollar estrategias más racionales no es una cuestión sencilla”, aseguró. “De hecho, todas las estrategias de marketing sobre cuotas, descuentos y beneficios tienen en cuenta los juicios intuitivos para promover el consumo, y en este sentido se podrían dar miles de ejemplos”, agregó la académica. “Además, a mí me parece que no sirven mucho las respuestas individuales y en estas cuestiones de control hay una gran responsabilidad del Estado”, sostuvo la especialista en Psicología económica.

“Como recomendación, no obstante, se puede decir que en estas épocas es importante prestar atención a ofertas de bancos y empresas. Siempre detrás de estos beneficios hay un dispositivo, quizás, algo peligroso o engañoso. Además, puede ser una buena alternativa hacer por Internet las compras del supermercado, ya que permiten tener un mayor control del gasto, por ejemplo”, agregó.

“Una cuestión importante es utilizar metas específicas en relación con las compras porque eso me permite intervenir de manera consciente en mi economía. Es decir, es importante hacer compras con decisiones más racionales”, concluyó.

El caso de Argentina
“En general, los argentinos somos bastantes pesimistas para con el país y muy optimistas para con la situación personal. Cuando se le pregunta a una persona si piensa que va a haber inflación, la respuesta es ‘sí’; y cuando se cuestiona a ese mismo individuo sobre si le va a impactar el aumento de los precios, la respuesta es ‘no’ o ‘en menor medida que al resto”, dijo Altamirano sobre el comportamiento de los consumidores, en particular ante el aumento de precios y la volatilidad cambiaria.

“También existen estrategias muy individuales. Uno puede ver esto en el interés de los consumidores de comprar el dólar ahorro. Porque creen que ahí va a haber una manera de paliar una inflación a futuro”, aseguró.

“El problema con la angustia y la incertidumbre de los sujetos es que remite a cuestiones de difícil control. Cuando yo sé que va a venir una inflación, me preparo para eso, pero cuando yo no sé qué sucederá o cuando escucho que las cosas no van a subir y luego aumentan, eso genera a futuro mayor angustia”, concluyó la especialista.

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