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Advierten de la relación entre bullying y consumo de sustancias en la adolescencia

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Un estudio realizado en Estados Unidos indagó sobre esta correlación. Al inicio de un nuevo año escolar, es fundamental debatir aspectos de  esta problemática recurrente.

 

Por Luz Saint Phat / [email protected]

La intimidación o el acoso escolar entre pares es un problema mundial, que muestra una de las caras más feroces de una sociedad en la que la violencia cobra cada día mayor presencia y espectacularidad. En este sentido, los últimos datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) indican que tres de cada diez estudiantes de todo el mundo sufre algún tipo de bullying por parte de sus compañeros, ya sea éste físico, psicológico o adopte la forma de acoso sexual.

En la misma línea, muchos estudios del área de la psicología detectaron que uno de los principales factores que están relacionados con estos episodios es la apariencia física, que resulta foco de muchas de las burlas entre los estudiantes.  El problema tiene -a su vez- mayor preponderancia en la adolescencia, tiempo en el cual los jóvenes comienzan a desarrollar rasgos importantes de sus personalidad, a la vez que realizan elecciones significativas para el resto de su vida.

No obstante, el impacto o las consecuencias de este tipo de agresiones permanece como un interrogante, considerando que cada individuo afectado hace uso de un repertorio de estrategias que encuentra cercano y posible, para lograr atravesar tales episodios de violencia.

En el marco de estos cuestionamientos, un estudio realizado en Estados Unidos advierte una interesante correlación entre el bullying por apariencia física y el consumo de alcohol y otras sustancias durante el período adolescente.

La investigación fue titulada “Burlas relacionadas con la apariencia y uso de sustancias durante la adolescencia temprana”, y es autoría de Melanie Klinck, de la Universidad de Connecticut; Ana Vanucci y Tessa Fagle del Centro Médico Infantil del mismo estado, y Christine McCauley Ohannessian, quien se desempeña en ambas instituciones. El artículo con los resultados fue publicado en el cuaderno de Psicología del Comportamiento Adictivo de la Asociación Americana de Psicología, que agrupa a los profesionales de salud mental estadounidenses.

Este tipo de estudios cobran importancia hoy, en tanto que al inicio de un nuevo ciclo escolar en Argentina, la comunidad escolar vuelve a enfrentarse con problemáticas para las cuales todavía no existen soluciones inmediatas.

En términos generales, las académicas indicaron que los resultados de la investigación (disponible online en https://www.apa.org/pubs/journals/releases/adb-adb0000563.pdf)  sugirieron que “las burlas relacionadas con la apariencia pueden desempeñar un papel en los orígenes del consumo de alcohol durante la adolescencia temprana” a la vez que enfatizaron en la necesidad de “mitigar los efectos” del bullying relacionado con el aspecto físico para “prevenir el uso temprano de sustancia” por parte de los jóvenes. “La adolescencia temprana está marcada por el inicio de la pubertad y los posteriores cambios fisiológicos”, precisó el texto de la especialistas, quienes advirtieron de que “no es sorprendente que la apariencia física sea cada vez más importante para las autoevaluaciones y la autoestima” de los jóvenes. No obstante, en forma paralela, “la forma del cuerpo y el sobrepeso son las razones más comunes por las cuales los adolescentes indican que han sido intimidados o burlados”, detallaron las académicas.

Las conclusiones se obtuvieron luego de sistematizar los resultados de una encuesta aplicada a 1.344 jóvenes de aquel estado norteamericano, de entre 11 y 14 años.

Cuestión de género y peso

Según la investigación, en la indagación sobre la relación entre consumo de sustancias y bullying existen diferencias según el género y el peso corporal de quienes padecen las intimidaciones.

En esta línea, se pudo constatar que más de la mitad (55%) de los participantes en general informó burlas basadas en el peso, incluidos tres de cada cuatro niñas con sobrepeso (76%), 71% de los niños con sobrepeso, 52% de las niñas que no tenían sobrepeso y 43% de los niños que tampoco tenían sobrepeso.

“Las presiones de la imagen corporal son especialmente estrictas para las niñas, y por lo tanto, no es sorprendente que ser víctima de burlas relacionadas con la apariencia por parte de sus pares sea más común” para ellas, dice el artículo científico.

En este sentido, estudios recientes han sugerido que las niñas comienzan a usar sustancias a una edad más temprana y demuestran niveles más altos durante la adolescencia en comparación con los niños, precisó además el texto consultado. 

Por otro lado, la indagación refirió también que 45% de los jóvenes que tienen sobrepeso u obesidad indicaron haber recibido burlas por eso, independientemente del género. Mientras que, por ejemplo poco más de dos de cada 10 jóvenes sin sobrepeso indicaron haber sido objeto de bullying. Aun así, en este último caso, quienes tienen mayor peso corporal reportaron en los distintos estudios un menor consumo de alcohol y sustancias, probablemente -dicen las investigadoras- en relación a la “la evitación de eventos sociales debido al miedo a la victimización”.

Estrategias

Para reducir el acoso escolar entre pares en todas sus facetas, incluyendo las consecuencias que pueden estar vinculadas como el incremento en el consumo de sustancias, la Unesco indicó en una publicación sobre que el tema que “existen medidas eficaces para reducir » la prevalencia de la problemática.

El organismo señaló que en 71 países donde se realizó un relevamiento existen una “serie de factores de éxito”. Entre éstos se destacan el compromiso de cada comunidad educativa para promover un clima escolar y un entorno de aula “seguros y positivos”; sistemas eficaces de control y denuncias, programas específicos de intervención basados en datos reales y formación y apoyo a los equipos docentes para que puedan orientar y empoderar a los alumnos afectados.

Pero fundamentalmente, se necesita focalizar esfuerzos en políticas públicas. “El liderazgo político y el compromiso de alto nivel, junto con un sólido marco jurídico y normativo, han demostrado su eficacia para reducir o mantener una baja prevalencia de la violencia y la intimidación”, aseguró la Unesco.

 

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