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Resolución de conflictos y emociones en juego (I)

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En todas las cuestiones relativas al derecho y la sociedad como fenómeno social de estudio, es necesario incluir “el conflicto” por su incidencia en las transformaciones sociales y jurídicas.

Por Daniel Gustavo Gay Barbosa * – Exclusivo para Comercio y Justicia

Desde la multidimensionalidad del conflicto debe profundizarse el análisis de todo lo relacionado con las emociones en juego de las personas involucradas, en un tiempo y espacio determinado.

Conceptualizando el conflicto. El conflicto es una relación de oposición entre personas o grupos sociales que se produce de manera sistemática (R. Dahrendorf, 1966). Siguiendo a Samuel Huntington, la existencia de los conflictos es inevitable e irreversible. A esta idea debemos compatibilizarla con el enfoque positivo que ve en el conflicto un factor de ajuste y de adaptación de las relaciones y de los grupos sociales y como uno de los medios con que cuenta la sociedad para mantener o recuperar su equilibrio y regular e impulsar los cambios necesarios para fomentar su desarrollo. Así se puede disminuir la violencia propia inherente al conflicto y al lograr canalizarlo, utilizar su energía en favor del orden social, atribuyéndole una función creadora de alternativas. (R. Dahrendorf, 1966).

Max Weber fue uno de los primeros autores que vio con claridad la conexión entre cambio social, conflicto social y Derecho. No es nuestra intención introducirnos en el análisis del funcionalismo y conflictivismo pero sí abordar nuevos factores de incidencia que van más allá de la concepción funcionalista, que sostiene que el Derecho es un sistema de control social que ayuda a mantener el equilibrio en la sociedad y tiene una función de conservación e integración -sin tener en cuenta ni reparar en el cambio social-, y que la sociedad se ve como un sistema.

En esa concepción, el conflicto -que debe evitarse- y el cambio social son escasamente tratados. El orden social y el equilibrio son recursos para impedir el cambio, que es esporádico, ordenado y localizado dentro de un sistema en equilibrio y no puede poner en peligro su identidad e integridad. Aun las teorías de equilibrio de Malinowski y Radcliffe-Brown, y Lewis Coser con su funcionalismo reformista que encuentra ventajas en el conflicto, deben resolver las dificultades planteadas y salir de sus tensiones. Todas estas consideraciones parcializan el análisis.

Igual ocurre con el conflictualismo, que le da gran trascendencia al conflicto y al cambio social. Cree que la sociedad no puede conservarse durante mucho tiempo sino que está en permanente cambio y que los conflictos logran que evolucione hacia formas más desarrolladas. El conflicto es causa de cambio social, proviene de la lucha de clases e impulsa la historia de la Humanidad.

En definitiva, podemos observar que nuestra sociedad tiene poco o bastante de funcionalismo y de conflictivismo, y siempre en una realidad cambiante, dinámica y sorprendente cada día.

Qué es conflicto. Es un proceso interaccional por el que partes o personas chocan sus diferencias o divergencias total y/o parcialmente y co-construyen una realidad disvaliosa y/o codestruyen una realidad valiosa, cuyo resultado es un cambio de normas que regían la relación entre ellos, mientras dura el conflicto. El conflicto es un proceso con predominio de acciones antagónicas por sobre las cooperativas, que expresa incompatibilidad entre conductas, percepciones, objetivos, expresiones y/o afectos, entre individuos y/o grupos con existencia de expresiones agresivas que nace, crece, se desarrolla y se transforma hasta su resolución, disolución o permanencia. Siguiendo a Stephen Robbins: “Es un proceso que se inicia cuando una parte percibe que otra la ha afectado de manera negativa o que está a punto de afectar de manera negativa alguno de sus intereses”.

Las emociones y la gestión del conflicto. Entre los factores condicionantes del conflicto están las emociones de las personas en él involucradas, en un tiempo y espacio determinado. Al hablar de emociones nos referimos a los estados mentales y afectivos que incluyen sentimientos, cambios fisiológicos, expresiones corporales y predisposiciones a actuar de una manera definida. Así, las emociones nos preparan para operar en diferentes circunstancias: ante una situación que nos causa miedo nuestro organismo nos preparará para la huida.

Innumerables estudios demostraron que tanto las emociones negativas como las positivas influyen en nuestra salud física y emocional. Las negativas (ira, ansiedad) debilitarían el sistema inmunológico volviendo vulnerables a las personas a contraer enfermedades.

Mientras que las emociones positivas (alegría, buen humor) deshacen los efectos nocivos que provocan aquéllas.

(continuará)

* Abogado, estudios de mediación

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