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Caso Pérez Volpin: el endoscopista dijo estar “abatido”

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En el marco del juicio por la muerte de la periodista y legisladora Débora Pérez Volpin, declaró ayer por más de dos horas Diego Bialolenkier, el endoscopista que estuvo a cargo del estudio que terminó en el deceso de la mujer. Bialolenkier se mostró consternado y afirmó que las lesiones en el esófago del Pérez Volpin no pudieron ser ocasionadas por el endoscopio.
«Juro por mis hijos que no puede haber una lesión a ese nivel en una endoscopía», dijo. «Estoy destruido, todas las mañanas me levanto abatido. Es la primera vez que me pasa una situación así, con todo el movimiento, las cámaras, mis hijos preguntándome por qué aparezco en la tele. Todo por un mero acto médico que terminó en una tragedia», se lamentó.
Por alrededor de dos horas, contó su versión de los hechos apoyado en una presentación digital en la que mostraba cómo funcionan los endoscopios y aceptó preguntas de los abogados.
Agregó que desde hace un año y medio se dedica a revisar toda la bibliografía médica y no pudo encontrar referencias a una perforación de la cara anterior del esófago en el marco de una endoscopía. Y que la punta del endoscopio no es cortopunzante, es de plástico y no tiene punta ni filo.
También descartó de plano que el endoscopio no funcionara correctamente. «No puedo creer que puedan pensar que se puede hacer una endoscopía con un equipo que no anda; si no funciona, el estudio no se hace», destacó.
En su relato de los hechos, Bialolenkier contó que realizó el estudio con “total normalidad” hasta que – cuando estaba a la altura del duodeno- la anestesióloga le dijo que la paciente había perdido saturación y le pidió que retirara el endoscopio. Según relató, recién cuando ingresó corriendo la cardióloga se enteraron de que la paciente estaba en paro cardíaco. «Antes yo no había escuchado ninguna alarma», señaló.

La culpa de la anestesióloga
Consultado por la querella, que le preguntó sobre qué causó -entonces- la lesión, mencionó dos cosas que podrían haber ingresado al esófago: el tubo endotraqueal o el mandril que lleva dentro para darle rigidez, dos objetos que, en teoría, corresponden al uso del anestesióloga. Según su relato, la anestesista Nélida Puente intentó varias veces introducir un tubo endotraqueal en la paciente. Pero no pudo asegurar que haya visto un mandril -que es de metal- en su mano o en la mesa de anestesia. «En una vía dificultosa, no podés intubar sin mandril», dijo.
La anestesióloga, por su parte, ya había negado haber ingresado cualquiera de esos dos elementos al esófago de la paciente.
Un punto de discordia entre las declaraciones de los médicos, vital para establecer la responsabilidad de cada uno, es cuándo se inflamó la zona en el cuerpo de la paciente.

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