viernes 29, marzo 2024
El tiempo - Tutiempo.net
viernes 29, marzo 2024

La modernidad que quiebra el equilibrio

ESCUCHAR

Misteriosos suicidios de mujeres y cambios radicales en una pequeña economía rural

Por María Zacco

El suicidio de 56 mujeres jóvenes en una comunidad agrícola, asociado a diversas formas de violencia en la reorganización de los cultivos en los años ’80 en Bolivia, es analizado en el documental Los frágiles huesos de la muerte, exhibido en el Festival Internacional de Cine de las Alturas que se lleva a cabo en Jujuy.
«Al hacer la investigación, tuvimos la idea de que fue un suicidio ritual. Bolivia es un país relacionado emocionalmente con la tierra a través de los rituales y ceremonias, como parte de la cotidianeidad y de una vivencia cultural honesta», dijo Claudio Araya Silva, director de la película, en entrevista con la agencia internacional ANSA. A inicios de la década del ’80, el país sudamericano introdujo una nueva política de seguridad alimentaria en las zonas agrarias, que incluyó el uso de agroquímicos.
Pocona, una pequeña comunidad del Valle Alto de Cochabamba, registró en 1983 una cifra récord de misteriosos suicidios de mujeres, quienes se ocupaban del cultivo de papas. La investigación, junto a los testimonios registrados en el documental, destaca que las tierras fueron perdiendo su fertilidad, lo que generó un desequilibrio en la economía local.
¿Pero eso es motivo suficiente para inducir al suicidio? El director, nacido en Chile, había vivido en Pocona con su madre cuando era niño y el episodio del suicidio masivo de 56 jóvenes mujeres, que siempre se comentaba por lo bajo, lo había impresionado.
La Iglesia ni siquiera había permitido sepultarlas en el cementerio local y había dispuesto la creación de otro camposanto.
Por eso, la idea de investigar las razones de aquella decisión drástica colectiva siempre estuvo presente. La película, finalizada este año, intenta reconstruir la vida de esas mujeres y desentrañar las causas que pueden haberlas llevado a la muerte. Hermenegildo, el esposo de una de ellas, uno de los pocos que desean hablar del tema, ayudará en ese proceso. La cinta también cuenta con el testimonio de algunos hijos de las fallecidas y el de antropólogos y etnólogos que analizan el suicidio femenino en zonas rurales de Bolivia.

Los frágiles huesos de la muerte es resultado de una investigación que demandó cinco años -apoyada por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso)- y quedó plasmada en el libro Papa ismusqa y la otra vida (Papa muerta y la otra vida), escrito por Araya Silva junto a Yara Morales Rivera y Jimena Silva Segovia.
El director de Lo peor de los deseos sostuvo que, más allá del probable origen ritual de los suicidios, había «otras aristas a considerar, relacionadas con la economía y con la intervención de distintas ONG en la introducción de una nueva política alimentaria».
Lo que se buscaba, explicó, «era cambiar las tecnologías de autoconsumo a unas de gran escala». En el auge del modelo de la economía verde, que el Banco Mundial llevó a India con cierto éxito, se intentó replicarlo en América Latina, sin haber averiguado qué ocurría en el interior de las comunidades. En aquel momento hubo una sequía que causó una crisis alimentaria y eso obligó a muchos campesinos a aceptar las nuevas políticas.
«Los proyectos de cooperación generaron un desequilibrio en la comunidad. Antes, la tierra y las decisiones sobre ella eran comunitarias. Cuando se individualizaron las tierras, porque servían como garantía para los créditos tomados, cada uno comenzó a tomar sus propias decisiones. Además, algunos se capitalizaron y otros no lograron hacerlo, por una cuestión cultural o por la mala administración de los agroquímicos», afirmó Araya Silva. De todas maneras, no se puede ignorar la importancia de la cosmovisión andina en relación con la tierra: una tradición que la modernidad intentó barrer.
«Cuando te enfrentas a una comunidad, lo haces con todas sus aristas culturales. En nuestras frecuentes visitas descubrimos que había una suerte de necesidad de restablecer un equilibrio perdido. Y eso se hace a través de la reciprocidad: das agua para hidratar la tierra, como también sangre y grasa, que representan la vida», relató Araya Silva.

Y detalló: «En Bolivia, todos los rituales están relacionados con la sangre y la grasa: desde la Challa, celebración en que se le agradece a la Pachamama (Madre Tierra) por todo lo que nos da; hasta la Wilancha, ceremonia en que los mineros sacrifican una llama para agradecer a la tierra por sus dones».
Aseveró el dorector: «Las mujeres son la conexión emocional con la tierra: ambas representan la fertilidad. Si no hay cosecha, la comunidad no se multiplica. Intuyo que, de alguna manera, ellas se sintieron responsables y consideraron hacer una ofrenda para restablecer ese equilibrio».
Tal vez, ésa sea la razón por la cual aquellas mujeres de Pocona tomaron agroquímicos cuando eligieron dejar este mundo: decidieron «secar» sus cuerpos del mismo modo como esos productos lo habían hecho con sus tierras.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Leé también

Más populares

Sin contenido disponible

¡Bienvenid@ de nuevo!

Iniciá sesión con tu usuario

Recuperar contraseña

Ingresá tu usuario o email para restablecer tu contraseña.

Are you sure want to unlock this post?
Unlock left : 0
Are you sure want to cancel subscription?