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Señalan que una política comercial adecuada puede ser un “paliativo” de la recesión

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No obstante, para la consultora Ecolatina, disposiciones del Gobierno nacional como las retenciones, la supresión de reintegros y las elevadas tasas de interés “minaron” la rentabilidad del sector exportador

El diseño de una política comercial adecuada permitiría suavizar el efecto de la recesión que atraviesa el país, según un análisis de la consultora Ecolatina. No obstante, esa posibilidad se encuentra muy lejana en la coyuntura actual, también advirtió la misma entidad en su informe difundido ayer.
“La crisis cambiaria de 2018 puso en discusión la relevancia de la política comercial como factor de crecimiento: la menor demanda interna redujo de manera forzada a las compras externas a la par que apuntaló los saldos exportables”, explicó el documento, y agregó que debido a esto “en el último trimestre del año pasado, las cantidades importadas se desplomaron casi 30% interanual y, durante el primer bimestre de 2019, se redujeron 20%” en la misma comparación. Por su parte, los volúmenes exportados subieron más de 10% en el último trimestre de 2018 y 7% en el primer bimestre de este año también en relación a igual período del año pasado.
Así, dicen los especialistas “un diseño adecuado en política comercial puede ser paliativo de la recesión interna, máxime considerando la magra recuperación de salario real que tendrá lugar en el corto plazo”, pero “las recientes marchas y contramarchas en la materia no son valorables para alentar un proceso de desarrollo”.

Últimos tres años
Repasando las medidas tomadas por la administración de Cambiemos entre 2016 y 2018, el análisis indica que “en línea con la teoría económica más tradicional, los ajustes comenzaron a hacerse vía precios”. Así, primero se liberalizó el mercado cambiario y luego se flexibilizaron las importaciones. En consecuencia, el tipo de cambio se incrementó 16% en todo el primer año del mandato de Mauricio Macri y en este período las exportaciones impulsada por el sector agropecuario crecieron siete por ciento, mientras que las compras al exterior avanzaron cuatro por ciento.
Luego, en 2017, estos resultados positivos se atenuaron porque -al eliminarse los controles que quedaban en la cuenta capital- comenzaron a llegar masivamente capitales financieros. Una vez más, se registró una apreciación del tipo de cambio en nueve por ciento y las importaciones comenzaron a crecer de manera importante, logrando un porcentaje de alza interanual significativa de 15%, aunque en este escenario todavía se sostenían las ventas al exterior.
Finalmente, el año pasado se registró la fuerte crisis cambiaria, mediante la cual el tipo de cambio ascendió 30% en promedio en todo el año, mientras las cantidades de productos ingresados desde el exterior se retrajeron 6,5%. El tema central fue que producto de la sequía que afectó al campo, las exportaciones también se contrajeron. En este punto, advierte Ecolatina, se observó cómo “la dinámica del sector externo fue una variable de segundo orden, quedando supeditada a los resultados de otras áreas de política económica”.

Al respecto, la consultora evaluó que “no hubo una conjunción de política comercial y cambiaria consistente y con horizontes de mediano plazo implícitos ni explícitos”, esto a pesar de que muchos de los discursos oficiales enfatizan en la necesidad de estimular las exportaciones. “Las novedades en este frente fueron marginales y con demasiadas marchas y contramarchas”, aseguran los especialistas.
En este sentido, se destacan medidas como las retenciones y la supresión de los reintegros, la alta tasa de interés que recorta las posibilidades de acceso al crédito para las industrias, como algunos ejemplos.
“Se observa entonces cómo, pese a que las ventas externas podrían ser una salida de corto plazo para la crisis y una solución de mediano plazo para la escasez crónica de divisas, las mismas quedan relegadas frente a otras exigencias, principalmente las fiscales”, advirtió la consultora y concluyó que “vale recordar que más allá de qué política se decida, lo importante es dar un horizonte de certidumbre a mayor plazo plazo; por el contrario, la volatilidad y la imprevisibilidad, siempre desalientan la inversión y el desarrollo”.

CAME
La brecha de precios entre origen y góndola creció 2,3%

La brecha de precios de productos agropecuarios entre lo que recibió el productor y lo que pagó el consumidor «subió un 2,3% en marzo frente a febrero», según un relevamiento que publicó ayer la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME).
En promedio, los consumidores pagaron 5,23 veces más de lo que cobró el productor por sus productos en la tranquera de sus campos, cuando en febrero la diferencia fue de 5,53 veces.
Las mayores diferencias se verificaron en la naranja (15,34 veces), la mandarina (8,9 veces) y en la pera (8,33 veces), de acuerdo con datos que surgen del Índice de Precios en Origen y Destino (IPOD) que elabora el área de Economías Regionales de la entidad que agrupa a las medianas empresas del país
En marzo, el IPOD agrícola subió 2%, llevando su brecha a 5,75 veces, la que resultó a la vez 18,3% mayor a la del mismo mes del año pasado.
El IPOD ganadero, en tanto, subió 4,5%, ubicándose en 3,72 veces, principalmente debido a una recomposición del precio en góndola de las carnes de cerdo y novillito.
Los cambios del mes «responden a movimientos estacionales y a otros habituales de los productos, donde el efecto de subas en las brechas fue más intenso que el de aquellos donde se redujo», sostuvo el informe de CAME.

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