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“Necesitamos que el FMI nos extienda los plazo de pago y exportar más”

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El diálogo de Comercio y Justicia con el economista, Fernando Peirano, integrante de la usina política que provee parte de la plataforma presidencial del candidato del Frente de Todos, ocurrido semanas antes de las PASO, cobra relevancia a la luz de la actual crisis

Por Cecilia Pozzobon – [email protected]

Fernando Peirano es economista, profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) e integrante del Grupo Callao, usina política que provee parte de la plataforma presidencial del candidato del Frente de Todos, Alberto Fernández. Fue subsecretario de Políticas en Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (2011-2015) y actualmente es asesor de la Unión Industrial Argentina (UIA) y de la Asociación de Industriales Metalúrgicos (Adimra) en materia de innovación tecnológica. Dialogó con Comercio y Justicia en el marco del “Foro Regional: Federalismo y Desarrollo” que organizó el Ministerio de Planeamiento e Industria de La Rioja y se llevó a cabo semanas antes de las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO), oportunidad en la que difundió parte de la idea de política económica que tiene en mente Alberto Fernández.
Vale destacar que, como la entrevista fue previa a las PASO, también lo fue con relación a la crisis que se desató el lunes pasado, luego de conocido el resultado del escrutinio.

-¿Cómo se sale de la recesión económica?
-La apuesta pasa por ser un país más exportador, no sólo por el valor agregado que generemos sino por la infraestructura logística. Ambas cosas están muy presentes en las conversaciones que tenemos y hemos tenido durante todo este tiempo con Alberto Fernández, en las que creemos que es posible construir una Argentina distinta.

-¿Hay un cambio de lógica respecto al Gobierno anterior, al de Cristina Fernández que, por el contrario, buscó favorecer el mercado interno?
-Cambió la coyuntura, estamos en otra situación. En el período hasta 2015, el país estaba desendeudado y quizá era necesario pero no urgente incentivar las exportaciones. La política productiva en ese momento estaba más enfocada en generar trabajo industrial que en la exportación y por eso es que quedó relegado ese tema. Pero hoy el escenario es otro y lo que antes era importante hoy además es urgente, por lo que entendemos que la mejor forma de transitar el apretón en el que nos ha metido (el presidente Mauricio) Macri con el fracaso de su política económica, y cumplir con las obligaciones externas, es logrando un poco y un poco. Es decir, que el FMI nos extienda los plazos de pago de la deuda, por un lado, y por el otro, para que no sea tan difícil para la gente que se queda sin trabajo; salir de este laberinto exportando más, atendiendo la productividad, entendiendo que la competitividad es un juego sistémico en el que compiten los sistemas nacionales o regionales con la presencia de los bienes públicos. Esto es que la parte privada debe estar acompañada por lo público. Ése es el marco de referencia en el que se van a tomar las decisiones de corto y largo plazo y desde donde se van a hacer las invitaciones al agro, a la industria, a las instituciones públicas, a los sindicatos, entre otros.

-¿Cree en el trabajo conjunto del sector público y el privado para la salida de esta coyuntura?
-Necesitamos un Estado competente para este desafío y ése es un Estado articulador que genere el escenario, que sepa convocar y que después, una vez que las iniciativas estén en marcha, deje espacio a las iniciativas privadas. Hace poco estuvimos en un evento en el que los empresarios explicaban que ése es el juego del mundo ahora, en donde hay un Estado que construye clusters, que marca una agenda estratégica, que financia la densidad técnica que tiene que tener esa agenda, pero que al cabo cinco años empieza a retirarse financiando primero 80%, luego 60% hasta que ya no financia nada. Si el privado completa lo que el Estado va retirando, quiere decir que la iniciativa le sirve al privado y así es como esas instituciones se hacen carne en los circuitos productivos y sociales.

-¿Considera que sirven las mesas de negociación sectoriales que ya impulsó este Gobierno?
-Son espacios de diálogo, pero no tienen esa institucionalidad ejecutiva que tienen, por ejemplo, en Alemania. Es uno de los debates que debemos dar: cómo construimos esa institucionalidad efectiva, porque hay que tener en cuenta que el margen que va a tener el Gobierno desde la macroeconomía va a ser muy estrecho. Vamos a tener muy poca libertad para ocultar ineficiencias con una devaluación competitiva. El espacio de hacer es en lo meso y microeconómico y es construyendo estas instituciones. Eso es transformar al Estado. Es una invitación también a los privados que son los que generan el valor. Confiamos en que de esta crisis sólo se sale si entendemos esta realidad y construimos estas instituciones.

-¿Qué opinión le merece el acuerdo Mercosur-UE?
-Ha sido un recurso efectista que ha usado el Gobierno porque no es algo nuevo. La idea de la integración inteligente al mundo se viene persiguiendo desde hace varios gobiernos.
Hay que ser conscientes de que hay un desfase, de que Argentina tiene asimetrías productivas y regulatorias muy grandes para con Europa, pero también tenemos un desfase en el grado de maduración respecto de lo que queremos ser. Es cierto que Europa también tiene sus problemas porque el bloque de la UE está en dudas, pero nosotros no tenemos en claro cuál es nuestro valor agregado, ni qué le vamos a ofrecer al mundo, lo tenemos que construir. Entonces, sin estas definiciones, creo que vamos a una mesa de negociación en la que es muy probable que la letra al tratado la pongan los otros y allí corremos riesgos muy grandes, como por ejemplo el de perder el mercado brasileño en manos de la oferta europea. Pero, más allá de este mensaje precautorio con el que expreso mi deseo de que las políticas se construyan a partir de evidencias técnicas, digo que me parece duro que no haya circulado un informe técnico de evaluación del impacto, es decir, cuántos empleos se ponen en riesgo, qué tenemos que reconvertir, en cuánto tiempo, cosas básicas que los europeos tienen y nosotros no; ello pone de manifiesto otra de las asimetrías al momento de la negociación. Sí estoy convencido de que es mucho mejor que a Argentina le compren que que le presten, como definición. Tenemos que vincularnos a partir de que nos compren nuestros productos y no a partir de que nos presten capitales, porque nunca se han usado bien y esos capitales nunca se han conectado con expandir nuestras capacidades de producción, de empleo, de infraestructura. Realmente siempre ha sido para cuestiones financieras especulativas. Soy propenso a tomar una actitud pro-positiva para ver cómo nos integramos al mundo defendiendo lo que tenemos y nuestro know how, que es un intangible que seguramente deberá atravesar la revolución de la productividad que nos debemos, porque creo que podemos exportar mucho más.

-En función de esos cambios en la productividad que menciona, ¿qué lugar ocupa en la agenda de ustedes las reformas laborales que se están demandando?
-Si la reforma laboral la vamos a reducir a poder despedir gente en una coyuntura de crisis, no creo que hablemos de cómo elevar la productividad. Los países que son exitosos redefinieron sus puestos de trabajo, la capacitación continua, qué relación hombre/máquina hay que construir en este nuevo paradigma tecnológico.

De hecho son las cosas que están discutiendo Japón, Alemania, donde reinventan el oficio o redefinen los cargos, pero donde no están pensando esto como un instrumento para aliviar los costos laborales a partir del sacrificio de puestos de trabajo. Creo que el Estado debe construir un escenario; Argentina tiene una dinámica en las discusiones paritarias, puede ser una paritaria que repiense esto. He escuchado a figuras del sindicalismo decir que están abiertos a este diálogo. La OIT ha llamado a dialogar sobre el futuro del trabajo y en ese marco me parece que hay definiciones que nosotros compartimos y tomamos para pensar en cómo construimos una nueva sociedad del empleo, del trabajo.
Hoy creo que está más en jaque el empleo que el trabajo con el avance tecnológico. Me refiero a los derechos laborales y al sistema de seguridad social que está organizado a partir del trabajo formal. Trabajo va a haber siempre, lo que tenemos que saber transformar es el empleo, para que esa protección social no se pierda en esta transición ni que el trabajador quede como el eslabón débil. Esto es muy diferente a cómo se plantea en una coyuntura de crisis.

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