ANUARIO
COMERCIO Y JUSTICIA
2024

Inteligencia artificial y democracia: construyendo un futuro compartido

Por Agustina Brizio (*)
Exclusivo para Comercio y Justicia

La irrupción de la inteligencia artificial (IA) está transformando la manera en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos, desafiando no sólo nuestras instituciones sino también los valores fundamentales que sostienen nuestras democracias.
El potencial de la IA como herramienta para fortalecer la democracia, depende de que su desarrollo y aplicación esté guiado por principios éticos y enfocado en la inclusión y el protagonismo ciudadano.
En el Día Internacional de la Democracia, el Secretario General de la ONU nos recordó la urgencia de defender derechos fundamentales como la libertad de expresión, el estado de derecho y las libertades civiles, todos ellos amenazados en un contexto de creciente polarización, violencia e intolerancia.
La IA y su desarrollo, aunque suele presentarse como un tema técnico, es profundamente político: las decisiones sobre cómo diseñarla y usarla afectan nuestras formas de convivencia y nuestra capacidad para construir un futuro colectivo.
No podemos ignorar que las empresas tecnológicas globales -las mismas que The Economist catalogó como BAADD (grandes, anticompetitivas, adictivas y destructivas para la democracia)- están moldeando el rumbo de la IA según sus propios intereses. Estas empresas no sólo concentran el poder económico y tecnológico, sino que también influyen en el espacio cívico, amplificando desigualdades y polarizaciones.
En América Latina, donde los recursos públicos son escasos, esta dinámica puede agravar las brechas existentes, si no robustecemos nuestras capacidades locales.
Por eso, en Asuntos del Sur impulsamos iniciativas que promuevan la colaboración, la innovación y la formación como pilares para una democracia fortalecida. Creemos que el conocimiento no puede ser un privilegio de expertos o corporaciones. La IA debe ser un tema de toda la ciudadanía, desde los barrios hasta los espacios de toma de decisiones.

Brechas y oportunidades
Formamos y conectamos a liderazgos en el territorio para que la innovación tecnológica no sea un obstáculo, sino una oportunidad para reducir desigualdades y fortalecer el tejido social.
En este sentido, hemos trabajado para democratizar el acceso a herramientas digitales y construir capacidades que permitan a comunidades vulnerables ser protagonistas de su propio futuro. Desde talleres en barrios hasta proyectos de innovación ciudadana, nuestro objetivo es que las personas puedan entender y decidir cómo la tecnología afecta sus vidas. Sin este conocimiento, la IA corre el riesgo de convertirse en una herramienta de control, alejada de las necesidades reales de las comunidades.
Sabemos que la IA puede ser una aliada en este proceso. Desde aplicaciones que mejoran la transparencia y la rendición de cuentas hasta sistemas que facilitan la participación ciudadana, las posibilidades son inmensas. Sin embargo, estas tecnologías deben estar diseñadas desde un enfoque ético, inclusivo y centrado en derechos. Como bien lo destaca la recomendación de la Unesco sobre la ética de la IA, la gobernanza de estas herramientas no puede quedar en manos de unos pocos; debe ser colectiva y transparente.
En nuestra reciente iniciativa sobre innovación y democracia, destacamos la importancia de construir puentes entre actores diversos: gobiernos, academia, sociedad civil y las comunidades en el territorio. La gobernanza de la IA no puede ser una disputa tecnocrática; debe partir de las bases, escuchando las voces de quienes suelen estar excluidos de las conversaciones sobre tecnología. Necesitamos repensar cómo construimos democracia en un mundo donde las decisiones algorítmicas tienen cada vez más peso en nuestras vidas.
La IA, como cualquier tecnología, no es ni buena ni mala. Su impacto depende de las reglas, valores y actores que la guían. Creemos que es posible aprovechar su potencial para construir sociedades más justas y democráticas, pero para ello necesitamos debates representativos, desde los barrios hasta los parlamentos. Solo con reglas claras, colaboración y un compromiso ético lograremos que la IA sea una herramienta para el bien común y no un instrumento que perpetúe las desigualdades.
La democracia, como todo, se construye desde el territorio.

(*) Abogada, máster en Políticas Públicas. Investigadora Asociada de Asuntos del Sur

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