Advierten que lo habitual es que las políticas para fortalecer la actividad se orienten a incrementar el número de visitantes. Sin embargo, aseguran que la productividad de un destino se mide de acuerdo con lo que consume el pasajero.
Cuando se habla de impacto turístico es importante que se tengan en cuenta tres variables que, juntas, conforman los ingresos totales del sector. Éstas son: el número de visitantes, la estadía promedio (cantidad de noches que pernocta) y el gasto medio diario.
En palabras de Andrés García Reche, ex Ministro de Turismo de Valencia (España) y disertante sobre el desarrollo turístico regional en el XI Foro organizado por la CAME, uno de los “errores más habituales” es que los dirigentes políticos midan el éxito del turismo de acuerdo con la cantidad de visitantes y, en consecuencia, la mayoría de las políticas que se generan para fortalecer el sector toman en cuenta sólo esta variable. Sin embargo, “es imprescindible que al diseñar nuevas estrategias también se considere la estadía media y, lo más importante, el gasto medio diario”, destacó Reche.
Es que si bien es relevante incrementar el número de visitantes -continuó el especialista-, esta variable tiene dos contras muy evidentes: una que tiene que ver con los límites territoriales, es decir, el turismo ocurre en un espacio físico determinado y la ciudad tiene una capacidad de recepción dada; y otra relacionada con la sustentabilidad de un lugar. “Cuando el número de visitantes supera por mucho el límite permisible, el producto principal del destino empieza a deteriorarse”, advirtió el expositor.
En este sentido, consideró que la mejor estrategia turística es la que, además de promover las visitas de manera sustentable, hace foco en el crecimiento del gasto medio diario por turista. “Es la variable que más se aproxima a lo que se conoce como ‘productividad de un destino”, indicó.
Ahora bien ¿de qué factores depende el aumento de ese gasto medio? Según el expositor, está relacionado con la calidad del producto principal, es decir, que haya atractivos con valor agregado por los que la gente esté dispuesta a pagar. También son importante las condiciones de habitabilidad del destino: “Un turista que ocupa el espacio público con tranquilidad, naturalmente aumenta su gasto diario”, ejemplificó Reche.
Y además, “depende de la variedad de la oferta complementaria, es decir, del comercio minorista, de los servicios de entretenimiento, del ocio nocturno, entre otras actividades”.
Diversificar para ganar
Más aún, para que un destino turístico goce de buena salud por mucho tiempo y no sea sólo una moda, deben existir políticas de gestión planificadas a largo plazo en un trabajo conjunto entre el sector público y el privado. “Es muy habitual que todos los esfuerzos se dirijan a promocionar el turismo en sí, y son muy pocas las personas que se ocupan del turista. No hay que olvidar que la mejor promoción es la que hacen los propios turistas del destino que visitan”, aseguró.
Otro factor que, según el especialista, hay que tener en cuenta tiene que ver con “no agotar el producto principal”. En este sentido, indicó que, “cuando sólo se promociona de una ciudad el sol y la playa, lo que sucede con esta estrategia es que a la larga, el producto comienza a perder calidad al ser masivo. Además, se torna una alternativa muy estacional”.
Para contrarrestar esta situación, el ex funcionario español aconsejó diversificar la oferta, generar nuevos productos que eliminen la dependencia respecto del producto principal. “Turismo de congresos, para la tercera edad, rural, de salud… son algunos ejemplos”, concluyó Reche.