lunes 28, octubre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

De la Luna al Ararat

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Por Florencia G. Rusconi (*)

Viajar al espacio supone un privilegio que hasta el momento sólo un puñado de hombres y mujeres pudo disfrutar. La experiencia fuera de la órbita terrestre puede funcionar como un punto de inflexión para la vida de una persona. Existe un antes y un después para esos individuos. Esa misma revolución puede ocurrir tanto en el plano psicológico como en el físico. Desde procesos de introspección y búsqueda espiritual hasta riesgo de enfermedades cardíacas, el día después de haber visitado el espacio paga los costos de esa aventura.

El aspecto psicológico

Viajar afuera de la órbita de la Tierra no es para cualquiera. Por eso, para designar a aquellos especialistas capaces de viajar a un punto tan lejano en el espacio, la NASA apeló en su momento a astronautas destacados por su amplio nivel matemático y científico y de una estabilidad emocional inquebrantable.

Sin embargo, la experiencia de observar la pequeñez del planeta Tierra en el marco de un espacio infinito supuso una experiencia emocional trascendental para cualquiera de los astronautas que lo pudo vivir, más allá de su background académico.

El astronauta pasa a ser parte de un cosmos, de una entidad mayor, y esta experiencia es muy significativa emocionalmente.

¿Qué efectos psicológicos experimentan los astronautas en el espacio?

Las consecuencias pueden ser ansiedad, depresión y cambios de personalidad, problemas interpersonales (es decir, conflictos dentro de la tripulación) y reacciones fisiológicas a un nuevo entorno, como atrofia muscular, una respuesta inmune reducida y cambios en el sistema cardiovascular.

George Loewenstein, licenciado en psicología en la Universidad de Carnegie Mellon, detalló los motivos por los cuales los astronautas cambian su forma de vida, debido a la constatación de su insignificancia respecto al Universo. Así:

– El peligro y la fragilidad de la misión hacen que el astronauta cuestione su condición de mortal.

– Es un momento tan importante para sus vidas, que pasan el resto de sus días buscando algo tan o más significativo que lo realizado.

Otra rama de la psicología sugiere que la imposibilidad de explicación humana ante semejante inmensidad del cosmos hace que se empiecen a buscar las razones fuera de lo conocido, de lo palpable.

El síndrome del hombre en la Luna

Los 12 astronautas que consiguieron pisar el territorio lunar tuvieron serios problemas para volver a la vida normal, algo que muchos solucionaron a través de diversas excentricidades e incluso de la adicción al alcohol.

Sin embargo, que alguien logre la proeza de pisar la Luna no significa que tenga la capacidad de resolver las contingencias o problemas de la vida cotidiana. Es lo que se conoce como “síndrome del hombre en la Luna”, que describe los casos en los que alguien es capaz de hacer algo extraordinario y, sin embargo, se desenvuelve con cierta torpeza a diario. 

Algo así le sucedió a su regreso a estos hombres que viajaron más allá de la magnetosfera terrestre. Los 12 hombres que fueron a la Luna tuvieron serios problemas para “volver a la vida normal”,

¿Adónde puedes ir una vez que has estado en la Luna?

Andrew Smith, en su libro Lunáticos (Editorial Berenice, ed. 2019), se embarca a preguntar esto mismo a todos los astronautas todavía vivos que han pisado la Luna, para averiguar cómo sus vidas cambiaron por los alunizajes. Es un libro extraordinario: poderoso, conmovedor y que atrapa completamente. Auténticos héroes de una época gloriosa de EEUU, han sufrido el olvido, el descrédito e incluso la burla; viven en el letargo, la inadaptación o simplemente como quien fue durante un tiempo destinado a otro continente.

James Irwin

De los 12 astronautas del proyecto Apolo que pisaron la luna, me referiré al que tal vez sea el más excéntrico, raro y extravagante, por su comportamiento diferente o inusual, pero que no tiene por qué entrar en disonancia con la adaptación social del sujeto.

James Benson Irwin, octavo hombre en pisar la Luna, pasajero del Apolo 15, regresó iluminado, abandonó la NASA y fundó la congregación High Flight (“Altos vuelos”), cuyo propósito era encontrar el Arca de Noé.

Para ello, organizó expediciones al monte Ararat, en Turquía, donde la Biblia sitúa los restos del arca bíblica.

Irwin se empeñó en dar, encontrando el arca, ese gran paso para la Humanidad del que habló su compañero Amstrong cuando pisó la Luna. Consagró a ello gran parte de su existencia desde que regresó de su paseo lunar. Miembro de la misión espacial Apolo XV, fue el primero en recorrer la luna a bordo de un singular vehículo todoterreno (1).

Regresó a la Tierra alucinado por la mística. “La experiencia me ha hecho sentir el poder de Dios, algo que nunca sentí antes”, dijo entonces. La pericia espacial le cambió su percepción de la vida.

Su experiencia impactó su fe de tal modo que, al regresar, no dudó en pronunciar la famosa frase: “Jesús caminando sobre la tierra es mucho más importante que el hombre andando sobre la luna”-

Tras fundar un grupo religioso cristiano, High Flight dirigió siete expediciones sucesivas al monte Ararat en los años 80, con un propósito de inspiración casi divina: encontrar el Arca de Noé.

En la primera expedición, en 1982, se separó de su cordada cuando creyó haber visto, como en una revelación, un atajo para subir a la cima. Sufrió una grave caída con serias heridas en la cabeza y la pérdida de varios dientes, lo que le impidió continuar, teniendo que ser rescatado de la montaña por un helicóptero y hospitalizado.

Tan solo un mes después, volvió a intentarlo, en esta ocasión con su esposa y su hijo. De nuevo, tuvo que abandonar, esta vez por la dificultad que suponía emprender la escalada sin equipo, ni siquiera una mochila. En 1983, Irwin volvió a intentarlo, al frente de una expedición de 22 montañeros. Una tormenta de nieve les obligó a retroceder. El astronauta reanudó la búsqueda del Arca en el Ararat en 1984, 1985, 1986 y 1987. El estado de su corazón, afectado por arritmias, le impediría nuevos intentos. “Hice todo lo que pude -declaró Irwin, tras su abandono-, pero el Arca sigue eludiéndonos. Creo que es hora de que otros emprendan su búsqueda”.

Junto con su esposa Mary decidieron poner en marcha la High Flight Foundation, una organización cristiana dedicada a compartir su experiencia y llevar personas a los pies de Cristo, dando conferencias de testimonio y publicando libros. Los libros de testimonio de James Irwin son: To rule the night, Destination Moon y More than an earthlink

Ambos se interesaron también en gran manera por el hallazgo del Arca de Noé sobre el monte Ararat en Armenia, tema sobre el cual Irwin publicó un libro titulado: More than an ark on Ararat.

En sus sucesivas expediciones, no encontró el menor vestigio, algo que no lo desanimó.

Nunca encontró restos de la nave que encaró el diluvio universal.

Su fe estaba intacta. “Creo que existe, pero el arca continúa eludiéndome”, señalaría al regreso de una de sus últimas visitas. Insistente hasta el fin, en 1990, cuando se cernían sobre la zona severas restricciones de paso, sobrevoló el volcán en un postrero intento por atisbar el arca. Al año siguiente, murió víctima de un infarto, siendo el primero en fallecer de todos cuantos han estado en la Luna. Expiró a los 61 años, en 1991.

Monte Ararat (Turquía): la montaña sagrada De Armenia

El monte Ararat, donde dice la Biblia que terminó embarrancando para siempre el Arca de Noé, es un enorme volcán en una encrucijada de caminos y fronteras. A 20 kilómetros está Irán y a otros tantos Armenia. Esta aislada región del Oriente de Turquía fue la línea caliente durante los años de la Guerra Fría entre la OTAN y la antigua Unión Soviética. La presencia de independentistas kurdos y su situación fronteriza aún la hacen extremadamente sensible.

Territorio militar, sólo es posible acceder a él con estrictos permisos. Quienes los consiguen vienen a subir a esta montaña, uno de los volcanes de ascensión más esforzada del mundo. Aunque antes que, por la escalada, la mayoría de los visitantes acuden a conocer el lugar donde se asienta una de las leyendas más seguidas por la humanidad.

A su búsqueda se han dedicado a lo largo de los siglos decenas de peregrinos, arqueólogos, exploradores y aventureros. Muy pocos regresaron con pruebas lo suficientemente sólidas para hacer real un mito que se diluye en las brumas de esta montaña, cumbre en un paisaje volcánico que se pierde en el horizonte.

El Ararat es el pico más alto de Turquía, pero pertenece a la Armenia histórica; de hecho, se encuentra muy cerca de la frontera con la actual República de Armenia y es visible desde gran parte de este país, especialmente desde su capital, Ereván.

Con sus 5.137 metros de altura, es una cumbre legendaria. Según la Biblia, fue allí donde se posó el Arca de Noé después del diluvio universal. Algunas fotografías aéreas modernas muestran restos de lo que podría ser un barco enterrado, y se han encontrado trozos de madera de miles de años de antigüedad, lo que es fuente de especulaciones.

Sea como fuere, el Ararat es un pico imponente, visible desde muchísima distancia, que atrae a muchos viajeros. Existen rutas de escalada asequibles para alpinistas expertos, pero se requiere el permiso del gobierno turco y el empleo de guías turcos acreditados.

El Ararat es un volcán, formado por sucesivas erupciones de lava. No está activo y no hay ningún registro histórico de alguna erupción, sin embargo, un terremoto relacionado con la actividad volcánica sacudió la zona en 1840.

La montaña pasó de Armenia a Turquía tras un pacto fronterizo con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) -que había ocupado Armenia-, perdiendo importantes territorios en la Armenia de Anatolia (Kars, Ardahan, monte Ararat).

Los bolcheviques, que se apoderaron de Transcaucasia, trataron de obtener el reconocimiento diplomático de Turquía. En 1921, por el tratado de Kars, la URSS transfirió una serie de lugares armenios nativos al Estado turco, oncluyendo Kars, las ruinas de la antigua capital armenia Ani, y el monte Ararat. La montaña pasó de Armenia a Turquía tras este pacto fronterizo con la URSS. Por este tratado, Armenia perdió la mitad de su territorio.

En su día, los turcos protestaron ante la URSS por el hecho de que la República Socialista Armenia incluyera el Ararat en su escudo de armas, siendo parte del territorio turco. Según se dice, desde el Kremlin respondieron si acaso la luna y la estrella que aparecen en la bandera turca también eran parte de su territorio.

En la actual Armenia el Ararat es un símbolo omnipresente. Sigue apareciendo en su escudo de armas y no hay casa que no tenga una foto, cuadro o grabado con la silueta del monte. La pérdida de su monte sagrado es aún hoy motivo de nostalgia y melancolía para los armenios.

(1) El 31 julio de 1971 la misión del Apolo 15 aterrizó en la Luna con una carga extra de sus anteriores misiones: el Lunar Rover Vehicle (LRV) considerado como el primer vehículo de cuatro ruedas en recorrer otro mundo. Transitó 28 kilómetros recorridos en la Luna, y los astronautas recogieron 76 kilos de piedras lunares. 

(*) Abogada. Docente jubilada de Cátedra Derecho Internacional Público. Facultad de Derecho (UNC) 

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