La coordinadora especial de Naciones Unidas para Líbano, Jeanine Hennis-Plasschaert, en un mensaje publicado por su oficina en X, alertó que Medio Oriente “está al borde de una catástrofe inminente” y recalcó que “no hay una solución militar” al conflicto que “vaya a hacer que cualquiera de las partes esté más segura”.
Lo hizo en pleno repunte de tensiones entre Israel y el grupo terrorista libanés Hezbollah; especialmente, tras la oleada de explosiones coordinadas en dispositivos de comunicación de la organización afín al régimen de Irán, que dejó alrededor de 40 muertos y unos 3.000 heridos.
En tanto, al menos 45 personas murieron el viernes en un bombardeo ejecutado por Israel contra el sur de la capital de Líbano, Beirut. Entre las víctimas hay un alto mando de Hezbollah, Ibrahim Akil.
Hezbollah respondió con el lanzamiento de decenas de proyectiles contra Israel, incluido un ataque contra Haifa -por primera vez desde el estallido de los enfrentamientos, en octubre de 2023-, mientras que el país intensificó sus bombardeos contra lanzacohetes y otros objetivos del grupo en el sur de territorio libanés.
El sábado, el portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), Daniel Hagari, precisó que docenas de aviones atacaron instalaciones terroristas “para eliminar la amenaza para los civiles israelíes”.
Hagari anunció nuevas restricciones en el norte de Israel y les pidió a los habitantes que sigan las directrices de las autoridades militares, que incluyen la limitación de reuniones (hasta 30 personas en lugares cerrados y a 300 en exteriores).
Las FDI adelantaron que era posible que “en el plazo inmediato” se lanzaran cohetes y otras amenazas contra Israel, algo que sucedió.
Los intercambios transfronterizos se intensifican en medio de crecientes temores de una guerra total tras el ataque aéreo israelí en Beirut.
Beepers y walkie-talkies
Durante la semana pasada, cientos de beepers y walkie-talkies de miembros del movimiento islamista estallaron en todo Líbano, una embestida sin precedentes que mató a 37 personas y dejó más de 3.500 heridos.
Las explosiones -ocurridas el martes y el miércoles- asestaron un duro golpe a la milicia afín a Irán, que culpó a Israel prometió vengarse.
El martes 17 de septiembre cientos de beepers de miembros de Hezbollah detonaron casi simultáneamente. Luego, el miércoles 18, estallaron walkie-talkies.
Una de las explicaciones de la letalidad del embate es que es inusual que aparatos de comunicación sean utilizados como armas. Los expertos estiman que es probable que los explosivos fueran colocados dentro de los dispositivos antes de que fueran entregados a Hezbollah.
El diario estadounidense The New York Times reportó que los bíperes que explotaron fueron encargados a la empresa taiwanesa Gold Apollo. La compañía informó que fueron fabricados por la entidad asociada BAC Consulting KFT en Hungría. Por su parte, un portavoz del gobierno húngaro indicó que la firma era “un intermediario comercial” sin plantas de fabricación en el país.
En tanto, la empresa japonesa Icom afirmó que dejó de producir hace 10 años el modelo de walkie-talkies que estallaron de forma simultánea en Líbano.
Las milicias de Hezbollah estaban preocupadas por la seguridad de sus comunicaciones después de haber perdido a varios altos cuadros por bombardeos israelíes en los últimos meses, y las recientes explosiones sembraron pánico en todo Líbano, no sólo en los bastiones del aliado de la organización terrorista palestina Hamas.
Enemigos
Hace horas, el presidente de Israel, Isaac Herzog, negó que las autoridades de su país estuvieran implicadas en la explosión coordinada.
El mandatario rechazó cualquier lazo entre Israel y lo sucedido y planteó que Hezbollah “tiene muchos enemigos” porque “ha estado ahogando Líbano, destruyendo Líbano, causando el caos en Líbano una y otra vez”.
En tanto, enfatizó: “Simplemente nos estamos defendiendo”.