Tres historias en primera persona: la vicerrectora de la UNC arquitecta Mariela Marchisio, la doctora en ciencias químicas Yanina Ditamo y la licenciada en trabajo social Luz Achaval describen sus experiencias y desafíos en el ámbito laboral. Además, cifras y datos provinciales sobre brecha salarial, “techo de cristal”, condiciones laborales y desigualdad de género en el trabajo
Brecha salarial, inequidad en las tareas de cuidado, vulnerabilidad en las condiciones laborales, “techo de cristal” para acceder a puestos jerárquicos, temas que persisten cada año y vuelven con fuerza a la agenda en el mes de la mujer. Pasan los años y aunque haya avances en materia de género, hay desigualdades difíciles de erradicar en el ámbito del trabajo.
Tres profesionales cordobesas cuentan sus experiencias en primera persona: la vicerrectora de la UNC y arquitecta Mariela Marchisio, la doctora en ciencias químicas Yanina Ditamo y la licenciada en trabajo social Luz Achaval.
¿Cuáles son los desafíos de ser mujer profesional en Córdoba? Quedó claro que son múltiples y los enumeraron junto a sus experiencias en una mesa redonda coorganizada por la Federación de Profesionales de Córdoba (Fepuc), la Subsecretaría de Derechos Humanos, Mujeres, Géneros y Diversidades de la Municipalidad de Córdoba y el Nodo Mujeres de Campus Norte UNC. Fue en el Auditorio del Consejo de Médicos.
“Las mujeres no solo estábamos para decorar”
La vicerrectora de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) Mariela Marchisio es arquitecta, magíster en Gestión Ambiental del Desarrollo Urbano y profesora investigadora en la Facultad de Arquitectura. Fue la encargada de abrir el panel e hizo hincapié en el salto que existe entre el estudio universitario y el ejercicio profesional.
“Costó mucho trabajo que los sistemas educativos universitarios incorporaran a las mujeres, y hablo sobre todo por el grupo de carreras que nos reúne a los ingenieros, ingenieras, arquitectos y arquitectas. Hace muchos años que egresamos arquitectas de nuestras facultades y sin embargo, a la hora de ir a ejercer la profesión, tuve que demostrar -al menos los cuatro o cinco primeros años-, que las mujeres no solo estábamos para decorar, y que las mujeres no solo sabíamos diseñar baños y cocinas”. A lo que agregó: “Las mujeres sabemos calcular, proyectar y sobre todo sabemos manejar la economía mucho mejor que los arquitectos varones, a pesar de que no nos cuesta nada estudiar las carreras, después nos cuesta un montón ejercer la profesión como nuestros pares”.
Un anhelo: que las universitarias que egresen en estos años no tengan que demostrar las cosas que les tocó demostrar a quienes egresaron antes.
Otro de los puntos a los que se refirió es a los mandatos familiares, cuestión difícil de “desmontar”. “Mi mamá hubiera sido muy feliz si yo hubiera conseguido un marido, no tuvo esa suerte; si yo hubiera tenido 18 hijos, no tuvo esa suerte; si me hubiera casado de blanco, no tuvo esa suerte; entonces hasta te hacen sentir esa culpa cuando sos más chica”, contó sobre su experiencia, al tiempo que reflexionó sobre lo aprendido con el ejemplo de su madre ordenando la empresa.
“Esa educación nos costó muchísimo romper a muchas de las mujeres que somos profesionales y que no venimos de familia de profesionales. Ahí es cuando hablamos de cómo trabajar las masculinidades, la educación en la familia, cómo desmontar todos esos juicios previos que venimos heredando. Hay un bache enorme para deconstruir, para construir de otra manera”.
Finalmente, se refirió a las mujeres en puestos de jerarquía y a los desafíos de llegar a ser vicerrectora de la Casa de Trejo, siendo que nunca militó en una agrupación y no venía de la política universitaria. “Como dice el doctor (Hugo) Juri, yo soy un ‘milagro electoral’, y si no fuera por la elección directa y porque logramos romper también dentro de las estructuras políticas varias cosas, hubiera sido imposible que algunas personas hubiéramos llegado a los lugares que logramos llegar”.
“Podemos hacer lo que queramos”
Yanina Ditamo es doctora en Ciencias Químicas, microbióloga, investigadora adjunta del Conicet y profesora asistente de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Según contó, los limitantes en su carrera no fueron por ser mujer, sino por una discapacidad.
“Soy sorda desde los 15 años, estudié una carrera universitaria, me fui de mi pueblo a estudiar a otra ciudad siendo totalmente sorda, ahora tengo un implante coclear. Terminé mi carrera, hice un doctorado, me fui a vivir a Estados Unidos con mi familia”, relató.
Ditamo se siente privilegiada por la familia que tiene que la acompañó en sus desafíos, pero advierte que hay muchas trabas para las mujeres en muchos ámbitos. “Yo creo que no las tuve, en principio, porque tuve la suerte de ponerme fuerte. A los 15 años tuve que ponerme fuerte o quedarme estancada en mi pueblo. No debería depender de que una sea fuerte para poder avanzar en la vida, hoy por hoy sí depende”. Contó que para estudiar, “encerraba” a los profesores entre dos sillas para que no se me movieran y así les podía leer los labios y aprender.
En cuanto al tema de tareas de cuidado y mandatos familiares, señaló que hay profesionales que consciente o inconscientemente siguen perpetuando ciertos roles. Para Ditamo, para deconstruir esta situación no se necesita del Estado o de las leyes, “tenemos que hacerlo nosotras porque sino estamos esperando siempre que alguien nos venga a salvar. Somos mujeres y podemos hacer lo que queramos”.
“Un varón escala mucho más rápido”
Licenciada en Trabajo Social y activista del Colectivo Trans y Travestis, Luz Achaval, contó su experiencia por los diversos ámbitos laborales que transitó. Se desempeñó en la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia de la provincia y en el Ministerio de Capital Humano de Nación, es docente e investigadora en la Facultad de Ciencias Sociales (UNC).
En tono reflexivo, y habiendo escuchado a Marchisio y Ditamo previamente en el panel, se preguntó sobre la brecha salarial: “¿Cuánto ganará una arquitecta o una química y cuánto gana una trabajadora social que trabajamos para el Estado, con sueldos totalmente precarizados, monotributistas, sin derechos laborales? Hay una brecha gigantesca, que tiene que ver con otra brecha, la hegemonía de las profesiones”. A lo que agregó: “Me parece super doloroso eso porque también estudiamos muchos años, también es mucho esfuerzo, es difícil llegar a la carrera, a la universidad pública, más siendo de una identidad disidente”.
Luego se metió de lleno a analizar la brecha que hay entre mujeres y varones en el trabajo. Contó que en su profesión la mayoría son mujeres, y que en el caso de los varones observa que alcanzan lugares de privilegio. “Las mujeres estamos como 20 años trabajando en el Estado, en el mismo lugar, llega un varón licenciado en trabajo social y escala mucho más rápido que una mujer o una disidencia. ¿Quién crece profesionalmente en el servicio social? Los varones. Hay muy pocas mujeres”.
Sobre las tareas de cuidado, dio un ejemplo concreto y cercano de una pareja que comparten la misma oficina y que ante la enfermedad de un hijo, la mujer quedó al cuidado. “Le pregunté a él por qué ella se puede responsabilizar del cuidado y me dijo porque el gremio y el Estado la cuida, a lo que le respondí que él no estaba cuestionando sus privilegios, esto de que ella se tiene que quedar cuidando al pibe y el señor puede salir a trabajar”, reflexionó.
Para Achaval hay muchos obstáculos que se interponen en las carreras de las mujeres y disidencias. “Me pongo muy feliz cuando hay una ministra, una secretaria, más allá de la ideología política. Me pongo muy feliz con eso porque estamos ocupando espacios”, celebró.
Finalmente, se refirió al despido de trabajadoras sociales en el gobierno nacional, entre las que se encuentra ella, quien hasta el miércoles pasado ejercía en la órbita del Ministerio de Capital Humano. “No es casualidad que despidan a 160 personas, de las cuales 30 somos trabajadoras sociales, más de la mitad mujeres. No es casualidad el vaciamiento de las políticas públicas. Hoy el Centro de Referencia Nacional (CDR) que es el antiguo Ministerio de Desarrollo Social de la Nación está cerrando a nivel país”, detalló al tiempo que pidió seguir defendiendo las políticas públicas.
Romper paradigmas
En el marco de la Mesa Redonda “Desafío de ser mujer profesional en Córdoba”, referentes de la organización también se refirieron a los desafíos que enfrentan.
“Es difícil ser mujer profesional, a nosotros se nos hace más cuesta arriba, primero porque ganamos menos, está comprobado estadísticamente, y encima tenemos el rol de cuidado, está estereotipado que nosotras nos hacemos cargo de esas tareas y nuestros compañeros son los ayudadores. Pero que lindo que estamos rompiendo ese paradigma y estamos cambiando”, dijo Miriam Londero, subsecretaria de Derechos Humanos, Mujeres, Géneros y Diversidades de la Municipalidad de Córdoba.
En tanto, la presidenta de la Federación de Profesionales de Córdoba (Fepuc), Eugenia Peisino, bregó por el esfuerzo colectivo de todos los colegios profesionales para trabajar por la equidad de género. “Todos hemos atravesado desafíos, fui la primera residente de la municipalidad embarazada, nadie sabía qué hacer conmigo cuando tuve que parir y qué hacer con la residencia. Cuando fui madre por segunda vez, fui la recién contratada embarazada que no podía cumplir con el horario. Todos hemos atravesado instancias que de una manera u otra nos han hecho que la tarea se nos haga más cuesta arriba. El desafío para que las cosas se modifiquen es ser parte, trabajar juntos y sostenerlas”, concluyó.
En tanto, Héctor Oviedo, el titular del Consejo de Médicos -sede donde se realizó el evento-, también se refirió a los desafíos que enfrenta el sector en materia de género. Contó que por primera vez la mitad de los cargos electivos de la entidad han sido ocupados por mujeres.
Asimismo, habló de los estereotipos que sobrecargan a las mujeres con los cuidados del resto de la familias. “Tenemos que buscar como sociedad algún camino que permita novedosas formas de compartir más, donde los hombres aprendamos a compartir actividades de cuidado”. Reconoció que los hombres tienen cierta resistencia: “tenemos que aprender a vencerla, acompañar a nuestras compañeras de la vida en esa tarea, me parece algo clave”.
En el evento también estuvo presente la secretaria de la Mujer de la Provincia, Claudia Martínez.
Distinciones
En el marco del Día de la Mujer, 14 profesionales cordobesas fueron destacadas por su trabajo y trayectoria. Fueron postuladas por los Colegios, Consejos y Asociaciones profesionales de la provincia. Ellas son:
Colegio de Abogados: Dra. María Cristina Curtino
Colegio de Bioquímicos: Dra. Silvia Alicia Ligorria
Asociación de Enfermería: Lic. Rosario Maza
Colegio de Geólogos: Dra. Gabriela Sacchi
Colegio de Kinesiólogos: Lic. Luisa Nappi
Consejo de Médicos: Méd. María Pruvost
Colegio de Médicos Veterinarios: Méd Vet. María del Rosario Ahumada
Colegio de Nutricionistas: Mgter. Liliana Barbero
Colegio de Odontólogos: Od. Cristina Escudero
Colegio de Psicólogos: Lic. Manuela Cabezas
Asociación de Psicomotricistas: Mgter. Nora Bezzone
Colegio Profesional de Higiene y Seguridad: Ing. Vanina Lorena Ponce
Asociación de Terapistas Ocupacionales: To. Fabiana Virginio
Colegio de Traductores: Trad. Marta Susana Baduy
Inequidades que persisten en la provincia
Datos de la última encuesta realizada el año pasado por el Observatorio de Profesionales de Fepuc dan cuenta de inequidades en las mujeres profesionales de la provincia de Córdoba. Entre las vulnerabilidades significativas en las condiciones laborales figuran:
1. Brecha salarial y nivel de actividad
- Las mujeres profesionales, “tienen un ingreso promedio que es 31% inferior al de los hombres”. Esta brecha, se mantiene con mínimas variaciones desde los últimos siete años. Si bien en las últimas décadas han aumentado los derechos y garantías conquistadas por las mujeres, tanto el estudio del observatorio como la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) evidencian que la brecha en ingresos es un problema estructural, ya que las variaciones año a año giran en torno al 25% y 35%.
- El 54% de las mujeres profesionales cumplen el rol de principal sostén económico del hogar; y aquí también hay brecha, ya que estas mujeres tienen ingresos promedios que son un 28% menos que los de los varones.
- El subempleo es otra categoría que da cuenta de las dificultades de las mujeres para insertarse en el mercado laboral, evidenciándose aquí el desafío de combinar el mundo laboral remunerado con las tareas de cuidado y mantenimiento del hogar, ya que el subempleo caracteriza a las personas que desean trabajar más horas y no consiguen o no pueden hacerlo. Es el 40% entre las mujeres (entre los hombres 34%).
2. Vulnerabilidades en las condiciones laborales
La “monotributización” de las relaciones laborales en el sector profesional ha sido una característica en crecimiento constante, pasando del 8% en 2017 al 21% en 2023. Esta variación muestra que en siete años casi se triplicó la cantidad de profesionales que son contratados bajo modalidad de “locación de servicio”. Esta modalidad de contratación se ve más presente entre las mujeres que entre los varones.
- Según estudios del Observatorio de Fepuc esta modalidad de contratación tiene los promedios de ingresos más bajos en comparación con la relación de dependencia o los profesionales independientes.
- Las mujeres que están contratadas bajo esta modalidad, no gozan de los derechos logrados por los convenios colectivos, es decir que no tienen vacaciones, ni aguinaldos, ni licencias por maternidad, entre otros. “En definitiva, todos estos derechos quedarían liberados a la negociación individual, con la vulnerabilidad que eso representa”, detalla el estudio.
3. Techo de cristal: acceso limitado a cargos de autoridad
- Sólo 29% de las mujeres profesionales se desempeñan en cargos de autoridad en las organizaciones donde trabajan. Mientras que entre los varones son el 47%. Pero no es sólo el acceso a estos roles, sino también las características de los roles que ocupan, es decir las mujeres están más vinculadas a cargos de coordinación o jefaturas, y menos a gerencias o direcciones generales. Esta característica también conlleva dificultades a cargos de mayor remuneración.
4. Segregación horizontal de género
Del universo de profesiones nucleadas en la Federación de Profesionales de Córdoba, la mitad de ellas están vinculadas al sector de la salud. Las mujeres que trabajan allí en el sector privado tienen una brecha negativa de ingresos de un 36 % y las que trabajan en el sector público de un 17 %.
Los estereotipos de género repercuten en la elección de carreras asociadas al cuidado y preocupación por los demás. La feminización de una carrera no solo implica una mayor participación de mujeres en el ámbito profesional, sino que también conlleva una “segregación horizontal de género”, que deriva en un menor prestigio, escaso reconocimiento social y jerarquización para dichas profesiones.