domingo 24, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Confirmado: dormir mal disminuye la felicidad

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Por Luz Saint Phat / [email protected]

Lo reveló un exhaustivo estudio internacional. La privación del sueño tiene impacto en el bienestar general y debe ser un factor a considerar en el ámbito laboral

Aunque vivimos en una época donde se promueve el máximo de productividad, minimizando el impacto negativo que tiene en el bienestar general la falta de ocio y descanso, un estudio internacional ponderó la importancia de dormir bien. 

Se trata de un estudio exhaustivo, cuyos resultados fueron publicados recientemente por la Asociación Estadounidense de Psicología (APA, por sus siglas en inglés). 

La investigación pudo comprobar que la privación del sueño tiene una incidencia negativa en las emociones, disminuye la felicidad y fomenta la ansiedad y la depresión

El dato es de relevancia, no sólamente en lo que atañe a la vida personal de quienes no concilian bien el sueño, sino que también es una consideración central en material laboral, relacionándose directamente con los índices de productividad y de atención en el trabajo. 

“La falta de sueño hace más que simplemente cansarnos. Puede socavar nuestro funcionamiento emocional, disminuir los estados de ánimo positivos y ponernos en mayor riesgo de sufrir síntomas de ansiedad”. aseguró el parte de prensa de la entidad que dio a conocer los hallazgos de la investigación.

“En nuestra sociedad, en gran medida privada de sueño, cuantificar los efectos de la pérdida de sueño sobre las emociones es fundamental para promover la salud psicológica”, dijo la autora del estudio Cara Palmer, investigadora de la Universidad Estatal de Montana. 

“Este estudio representa la síntesis más completa de la investigación experimental sobre el sueño y las emociones hasta la fecha, y proporciona pruebas sólidas de que los períodos de vigilia prolongada, duración más corta del sueño y despertares nocturnos influyen negativamente en el funcionamiento emocional humano”, agregó la académica.

Mediante el estudio, Palmer y su equipo  analizaron datos provenientes de un total de otras 154 investigaciones que fueron realizadas en distintos momentos de las últimas cinco décadas, sobre una base de 5.715 casos. 

En todos estas indagaciones, los equipos de investigación interrumpieron el sueño de los participantes, ya sea por lapsos pequeños o con privaciones más pronunciadas. En otros casos, los despertaron interrumpiendo el descanso en diferentes momentos durante la noche. 

Mientras, cada investigación, se abocó a medir la correlación con al menos una variable relacionada con las emociones luego de la falta de sueño.

“En general, los investigadores encontraron que los tres tipos de pérdida de sueño generaban menos emociones positivas como alegría, felicidad y satisfacción entre los participantes, así como un aumento de los síntomas de ansiedad, como un ritmo cardíaco rápido y una mayor preocupación”. explicó el parte de prensa

“Esto ocurrió incluso después de períodos cortos de pérdida de sueño, como quedarse despierto una o dos horas más tarde de lo habitual o después de perder sólo unas pocas horas de sueño”, dijo por su parte  Palmer, enfatizando en que también se descubrió que la falta de sueño aumenta los síntomas de ansiedad y disminuye la excitación en respuesta a los estímulos emocionales.

Factores

Tal como detallan otras publicaciones de APA, el sueño es un proceso esencial para el bienestar psicológico y físico. 

No obstante, se estima que alrededor de 60% de la personas que se encuentran en edad adulta sufren de algún tipo de problema de sueño, al menos algunas noches de cada semana. 

Además, se estima que cuatro de cada 10 personas que se encuentran también en la adultez experimenta somnolencia diurna “lo suficientemente intensa” como para interferir en sus actividades.

Por otro lado, es preciso indicar que, aunque las necesidades individuales de sueño varían según las personas, en la mayoría de los adultos se necesita un promedio de ocho horas de sueño por noche.

Sin embargo – indicó la asociación – “algunas personas pueden funcionar sin somnolencia después de tan solo seis horas de sueño. Otros no pueden rendir al máximo a menos que hayan dormido diez horas. Y, contrariamente al mito común, la necesidad de dormir no disminuye con la edad, pero la capacidad de dormir de seis a ocho horas seguidas puede reducirse”.

Entre los factores que afectan el buen dormir, la ciencia ha determinado que pueden influir problemas del cerebro y de los sientas nervioso o vascular. 

También registraron correlaciones con dificultades en las funciones metabólicas o el sistema inmunológico. 

La hipertensión, los trastornos emocionales, la diabetes y el abuso de sustancias psicoactivas o del alcohol son otras variables a considerar. 

Por otro lado, el estrés es la primera causa ambiental que puede generar trastornos del sueño a corto plazo. 

Los desencadenantes comunes incluyen presiones relacionadas con la escuela o el trabajo, un problema familiar o matrimonial y una enfermedad grave o muerte en la familia. Normalmente el problema del sueño desaparece cuando pasa la situación estresante. Sin embargo, si los problemas de sueño a corto plazo, como el insomnio, no se manejan adecuadamente desde el principio, pueden persistir mucho después de que haya pasado el estrés original”, explicó APA. 

Importancia

Más allá de estas cuestiones, el equipo de investigación aseguró que el mal descanso influye en la vida productiva de las personas, sobre todo en los ámbitos donde es más frecuente que esta problemática se presente.

“Las investigaciones han encontrado que más del 30 por ciento de los adultos y hasta el 90 por ciento de los adolescentes no duermen lo suficiente”, dijo Palmer.

“Las implicaciones de esta investigación para la salud pública e individual son considerables en una sociedad en gran medida privada de sueño. Las industrias y sectores propensos a la pérdida de sueño, como los socorristas, los pilotos y los camioneros, deberían desarrollar y adoptar políticas que prioricen el sueño para mitigar los riesgos para el funcionamiento y el bienestar durante el día”, advirtió la académica.

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