La Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) presentó un amparo reclamando que se ordene la suspensión de los dos shows de Roger Waters en la Argentina.
La entidad alegó que durante su presentación en Uruguay, el pasado viernes, el músico hizo comentarios antisemitas.
“La DAIA repudia, condena y considera peligrosos los mensajes antisemitas que el ex líder de la banda Pink Floyd viene repitiendo en sus presentaciones públicas”, manifestó en un comunicado.
Recordó que además de poner en duda la masacre cometida por el grupo terrorista Hamas el 7 de octubre, durante el show en Uruguay insultó al presidente de la comunidad judía del país y acusó a Israel de “asesinar al pueblo palestino”.
“Waters promueve discursos de odio y su conducta viola la Ley Antidiscriminatoria, una legislación valiosa que rige en la República Argentina y que fue promovida por la DAIA”, concluyó.
Durante uno de los shows que dio en Uruguay, el artista hizo referencia a la polémica que generó su arribo a Montevideo. Ese marco, insultó al presidente del Comité Central Israelita del Uruguay. “Quiero decirle especiales buenas noches al señor Roby Schindler, quien es el líder de alguna organización israelí de aquí y me hizo prohibir en los hermosos hoteles de su ciudad. Así que Roby, ¡fuck you!”, dijo.
El músico agregó que, mientras hablaba, “el gobierno de Israel” estaba “asesinando al pueblo palestino en Gaza”.
La presentación judicial de la DAIA no es la única que pesa contra el cantante del Reino Unido. La semana pasada, fue denunciado por un abogado en los tribunales de Comodoro Py, por discriminación, incitación a la violencia y apología del delito. También se radicó una presentación por discriminación en la justicia penal de la Ciudad de Buenos Aires. La promovieron Sergio Zigelbaum y su padre Carlos Zigelbaum, sobreviviente del Holocausto.
El repudio se desencadenó en las últimas semanas, cuando el músico afirmó que no creía en el brutal ataque de Hamas.
La Justicia federal acogió parcialmente el reclamo de la DAIA. Si bien no canceló los conciertos de Waters, ordenó que se abstenga de “hechos o expresiones antisemitas o discriminatorias”.
La fiscal Marcela Monti le informó a las autoridades de la DAIA que se va a instalar en persona en el estado de River para monitorear la situación.
Tras el inicio de la guerra en Medio Oriente, Waters volvió atacar a Israel y alimentó el nutrido archivo sobre su antisemitismo.
A esta altura, además de por su obra, el ex Pink Floyd es famoso por propalar su ideario anti Israel cada vez que tiene una chance.
Cabe recordar que en 2021, durante las protestas en EEUU por el crimen de George Floyd a manos de la policía de Minnesota (EEUU), vinculó a Israel con el incidente. “Se trata de una técnica israelí, enseñada a las fuerzas policiales militarizadas de Estados Unidos por expertos israelíes, a quienes los estadounidenses han estado enviando en avión a Estados Unidos para enseñarles cómo asesinar a los negros porque han visto lo eficientes que han sido los israelíes asesinando a palestinos en los territorios ocupados utilizando esas técnicas”, elucubró.
En septiembre de 2022, dos conciertos de Waters programados para abril de este año en Cracovia (Polonia) fueron cancelados. La medida se tomó luego de que, entre otras cosas, estampara su firma en una carta abierta a la esposa del presidente de Ucrania, Olena Zelenska, en la que definió como “trágico error” el suministro de armas a Kiev.
Los promotores polacos de la medida expresaron su indignación con su postura y recordaron los crímenes de guerra cometidos por soldados rusos.
En una publicación de Facebook, Waters interpretó que la iniciativa se debía a sus esfuerzos “para animar a todos los implicados en la desastrosa guerra de Ucrania, especialmente los gobiernos de Estados Unidos y de Rusia, para buscar una paz negociada”.
Agregó que estaba triste porque quería compartir su “mensaje de amor” con los polacos. Además, dijo ser víctima de “censura draconiana”, pese a que en reiteradas ocasiones alentó a motorizar un “boicot cultural” contra Israel y en 2014 fustigó a los Rolling Stones por actuar en el país.
En marzo pasado, en Alemania, un show que Waters iba a dar en mayo se suspendió. Como parte de su gira This is not a drill, tenía planeado actuar en Frankfurt, en donde, en 1938, más de tres mil judíos fueron rodeados y golpeados por los nazis y, posteriormente, enviados a campos de concentración.
El artista dijo que Israel estaba cometiendo “un genocidio en Palestina”. Ante ello, las autoridades del estado de Hesse no vieron con buenos ojos que actuara. Entendieron que el hombre ejemplifica el “antisemitismo agresivo relacionado con Israel” y, por lo tanto, se negaron a darle una plataforma artística.
Polly Samson, la esposa de su ex compañero de banda, David Gilmour, respaldó el criterio de las autoridades y aprovechó la ocasión para reprobar el apoyo del británico a Vladimir Putin. “Lamentablemente, Waters, eres antisemita hasta tu núcleo podrido. También un apologista de Putin y un mentiroso, ladrón, hipócrita, evasor de impuestos, sincronizador de labios, misógino, enfermo de envidia, megalómano. Basta de tonterías”, escribió la mujer.
En su última gira, Waters aceleró: en Berlín, se mostró sobre el escenario con indumentaria similar a la de las SS y usó la imagen de Ana Frank.
Días antes de la brutal irrupción de terroristas del grupo palestino Hamas en territorio israelí se difundió un documental que recopila sus gestos y comentarios contrarios a los judíos a lo largo de su vida.
El lado oscuro de Roger Waters fue dirigido por John Ware, un ex periodista de investigación de la BBC, y producido por la organización Campaign against antisemitsm.
Recopila declaraciones de ex colaboradores de Waters ofendidos por sus dichos y acciones. Uno de ellos es Norbert Statchel, un saxofonista judío.
Statchel narra que cuando le contó a Waters que su abuela fue asesinada en el Holocausto, acto seguido comenzó a parodiar físicamente a alguien que, en su visión, era una campesina polaca judía de los 30. El saxofonista afirma que le dijo: “¡Ahora conociste a tu abuela! ¿Cómo te sentís?”. Asegura que soportó porque quería mantener su trabajo. Sostuvo también que durante una gira por El Líbano, en un restaurante, a Waters le ofrecieron platos vegetarianos y que gritó en frente de todos: ¡Llévense la comida judía!”.
Por su parte, Bob Ezrin, un productor que colaboró con Pink Floyd, aseguró que escuchó a Waters improvisar una canción con una alusión despectiva hacia el agente de la banda, Bryan Morrison, a quien tildó de “maldito judío”.
El documental también revela correos de Waters sugiriéndole a su equipo presentar un cerdo inflable pintado con el mensaje “sucio kike”, un terminó despectivo para la comunidad judía estadounidense.
“Historias”
Tras la masacre del 7 de octubre, Waters declaró que Israel “inventa historias” sobre lo ocurrido. “Hay algo muy sospechoso”, aseveró.
Entrevistado por el abogado y periodista Glenn Greenwald, consultado sobre si puede justificarse la salvaje matanza de civiles perpetrada por Hamas, puso en duda la autoría del grupo terrorista; es decir, evitó reconocer la evidencia de los sucesos y aventuró que “nunca se sabrá la verdad” y que “ellos”, por los israelíes, “lo llaman su 9/11”. A continuación, disparó: ¿Qué demonios pasó en el 9/11 norteamericano?
El artista quería alojarse en el Faena Hotel, pero se negó a recibirlo. El Alvear Palace Hotel, su alternativa, también lo rechazó. Luego, en Montevideo, el Hyatt Centric y la cadena Regency declinaron admitirlo.
Según el británico -ferviente defensor del movimiento Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), que busca desfondear a Israel- todo se debe al “loby” del país de Medio Oriente.
Hace una semana, la Fiscalía Antidiscriminatoria porteña, a cargo de Andrea Scanga, inició una investigación preliminar de oficio sobre la inminente puesta en escena de Waters, que contiene parafernalia alusiva a los nazis.
La pesquisa busca esclarecer si puede constituir delitos, según lo establecido en el artículo 3 de la ley 23592, que prevé prisión de un mes a tres años para “los que participaren en una organización o realizaren propaganda basados en ideas o teorías de superioridad de una raza o de un grupo de personas de determinada religión, origen étnico o color, que tengan por objeto la justificación o promoción de la discriminación racial o religiosa en cualquier forma”.
Luego de que Waters acusara a Israel de “inventar historias”, la DAIA lo señaló como “propagador de discursos de odio” y manifestó que debería ser detenido y sometido a proceso penal si comete algún delito en la Argentina. Paralelamente, un grupo de diputados opositores repudió su visita al país.
La polémica por la presencia de Waters en territorio argentino se agravó cuando la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires lo declaró huésped de honor, una decisión repudiada por el Centro Simon Wiesenthal.