José María Rinaldi. Economista.
En el ámbito de la psicología, son conocidos como “doble atadura” los mecanismos y discursos que provocan, más allá del lenguaje, conductas esquizofrénicas en etapas tempranas de edad ante situaciones sin solución. No importa aquí la intención que una persona tenga hacia otra; el modo en que ésta actúa, si lleva inmerso el principio de un doble vínculo, terminará por hundir en la confusión al otro.
Basta con que cualquier elemento de la misma aparezca para que la angustia y el terror surjan en el sujeto. Estas formas de interacción son, sin embargo, comunes y constantes en las relaciones humanas.
A la turbulenta y efervescente dinámica de la crisis mundial, en la que se encuentra inmerso nuestro país, afectado particularmente por méritos y distorsiones estructurales propias, se le suma la sequía y un grave proceso inflacionario.
De esta manera, se convierten en un verdadero laberinto del cual será necesario astucia e inteligencia estratégica en la actual coyuntura geopolítica.
En ese contexto, Argentina resulta particularmente vulnerable ya que la inflación recorre transversalmente a todas las economías del mundo y se debe, en gran medida, a la guerra de Ucrania; los países desarrollados han elegido la receta ortodoxa de incrementar las tasas de interés e implementar restricciones monetarias que enfrían la economía mundial e impactan de lleno en los mercados de activos financieros mundiales. Todo ello empezó por la quiebra de Silicon Valley Bank y el contagio a otros bancos internacionales con consecuencias abiertas y todavía en proceso, por un lado, y un reflujo de los flujos financieros del mundo en desarrollo hacia los desarrollados, lo que además provoca un encarecimiento en el crédito, por el otro.
Si bien en nuestro país no afectaría en lo referido al sistema financiero, que está sólido, y tampoco al endeudamiento en virtud de dos aspectos, no tenemos acceso al crédito internacional y tenemos una reestructuración de deuda reciente que ha acomodado los vencimientos.
El problema está en el mercado cambiario al que, a las complicaciones que ya tenía, se le agregó el de la sequía.
Este doble vínculo entre los shocks recurrentes de la economía internacional, que provoca fuertes shocks en la economía interna, es el referido particularmente respecto a las posibilidades de crecimiento de la economía argentina, lo que generaría la frecuente aparición de las restricciones fiscales generadas por la vulnerabilidad de su régimen tributario basado en impuestos a los consumos, además de su regresividad, que acarrea un círculo vicioso de pérdida del poder adquisitivo del salario que retroalimenta este efecto cascada.
Otro doble vínculo lo constituye la limitación que generan los shocks combinados internos y externos respecto a las posibilidades de una desaceleración de la inflación, que agrava la posibilidad de una mejora en el nivel de actividad por vía del consumo.
Para complementar los dos dobles vínculos, aparecen las restricciones externas y el estrés cambiario que marcan la actual coyuntura económica de carencia de divisas, asociadas a los eventos extraordinarios ya mencionados y las exigencias del FMI referida a la aceleración de las devaluaciones del tipo de cambio oficial y los tipos de cambios diferenciados, como el caso del “dólar agro”, que son verdaderas devaluaciones.
De esta manera, si la prioridad es alcanzar una significativa disminución de la inflación, con un diagnóstico monetario-fiscalista y aceleramiento devaluatorio y diferenciado, sería entrar en un verdadero “triángulo de la tristeza”.
Si consideramos el actual contexto de un año electoral, se deberá hacer hincapié en los desafíos que hemos planteado, los que evidentemente achican los márgenes de maniobra que permitan evitar los dobles vínculos descriptos.
Por ello, ante el estrecho margen de la política económica, se deberán abandonar los diagnósticos simplificados de las causas de la inflación por otros de carácter estructuralistas, reconocer que la falta de divisas se centra en los eventos extraordinarios de las crisis mundiales, el exagerado peso de los intereses de la deuda y las exigencias del FMI y no en nuestros tradicionales problemas de atraso cambiario.
Conclusión
La corriente real de la economía argentina ofrece muchas posibilidades: establecer un patrón industrial integrado verticalmente y que agregue valor a nuestras riquezas primarias como las energéticas, agropecuarias y el litio; recuperar el rol regulatorio del Estado, con el fin de evitar las situaciones dominantes en los mercados, y dotarlos de institucionalidad, materialidad y elementos simbólicos; y no olvidar que el futuro está preñado de potencialidades en las exportaciones, principalmente en la maduración de inversiones de energía y minería, que provean de las tan necesarias divisas.
Muy buena explicación José !Parece que la pasión por psicología viene de familia.👏👏🤗