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Todo lo concerniente a la cultura es algo vital para la vida humana. Sin embargo, como el aire que respiramos, pocas veces adquirimos conciencia de ello.
La cultura es mucho más que arte, si bien las artes forman una parte medular de tal área transversal de lo humano.
Es por demás interesante ver las definiciones de cultura que trae el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia: en su primera acepción: cultivo; “conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico”, en la segunda; y “conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etcétera en la tercera. En tales acepciones puede verse como es tan abarcadora y crucial como pocas manifestaciones humanas.
¿Qué tan buena salud o no tiene nuestra dimensión cultural, hoy por hoy? Como casi todo en nuestros días, se trata de una cuestión no exenta de debate y matices.
Por el lado semántico, la cultura goza de una prodigalidad pocas veces vista: se habla de industrias creativas, comunidades culturales sostenibles y ecosistemas culturales, entre otros términos. Si tales rótulos tendrán un desarrollo conceptual más allá de lo declamativo, o aplicación práctica, es algo todavía por verse.
Un muy conocido autor e historiador de nuestra ciudad nos contaba los días pasados: “Es increíble el apagón cultural que hay. Eventos que antes convocaban, de presentaciones de libros, conferencias de historia, muestras, se han puesto muy duros en cuanto a captar público”.
¿Realmente es así? ¿O sólo se trata de un cambio de presencialidad? En breve se presentará en nuestra ciudad una novela que fue lanzada en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires de este año con mucho suceso. A sala llena. Pero en la organización para Córdoba se prevé, al menos hasta ahora, un formato de presencialidad reducida, de ingreso libre, pero con previa inscripción hasta colmar capacidad y la necesidad una confirmación un par de días antes de la fecha del evento. Sí, será transmitido y recogido por redes varias de librerías, editoriales y grupos de lectura.
No se apunta tanto a la cantidad de público que vaya sino a los que pueden seguirlo remotamente.
No pocas organizaciones, desde lo académico o cultural, llevan adelante sus presentaciones en un similar formato híbrido.
Consultamos a nuestros amigos de Mundo Lectura respecto de la realidad de los libros, quienes nos explicaron que las ventas vienen flojas, como todo en esta economía. También, que ha cambiado mucho, por las redes sociales, qué libros se compran. Libros que han sido explotados en plataformas como Netflix en formato audiovisual, luego han “enganchado” a mucha gente en su lectura en papel, como ha pasado con Lupín o Outlander. De entre la variedad de clientes, el público que gusta del fantasy o sagas de aventuras, desde Harry Potter en adelante, son los más fieles en la compra.
Por el lado de las modalidades, si bien la venta on line no se compara con la directa, siendo todavía un quinto de la otra, se halla en constante crecimiento.
Tal vez por eso, con toda la dificultad económica del momento, no sea un apagón sino más bien un cambio de luces. Al menos, en cuanto a las letras escritas. Esperemos que así sea.
(*) Abogado. Doctor en ciencias jurídicas
(**) Abogado. Doctor en derecho y ciencias sociales
