viernes 22, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Críticos de la ideología de género suman voces en el debate público mundial

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Federaciones deportivas vetaron la participación de mujeres transexuales en competencias, con el fin de proteger la equidad. Algunas normas, como la “Ley Trans” española, generaron alertas por las consecuencias irreversibles para los niños hormonizados. Hay países que dieron marcha atrás con su legislación y se fortalece el movimiento “destransicionista”

A principios de 2022, nadadoras universitarias de Estados Unidos que entrenaron desde el preescolar vieron a la mujer trans Lia Thomas ganarles en los torneos de la Ivy League, que reúne a ocho prestigiosas instituciones.

Thomas, de 22 en ese entonces, compitió como hombre hasta 2019 en el equipo masculino de la Universidad de Pensilvania. Lo hizo durante tres años, sin mucho éxito.

Tras manifestar su deseo de cambiar de género tuvo que cumplir la normativa de tratamientos para supresión de testosterona entre 2020 y 2021.

Volvió al agua en el equipo femenino y batió varios récords, incluida una victoria por 38 segundos.

El deporte universitario es un asunto serio en EEUU: abre posibilidades educativas y comerciales y tiene estrecha conexión con el profesional, un vínculo que no existe en otros países: aproximadamente 80% de los deportistas olímpicos de EEUU son atletas universitarios, actuales o anteriores.

El desempeño de Thomas generó división en el mundo de la natación y en la sociedad estadounidense y abrió un debate a escala global.

Un grupo de padres de nadadoras le envió una dura carta a la Asociación Nacional Deportiva Universitaria (NCAA, por sus siglas en inglés). “El precedente que se está sentando, en el que las mujeres no tienen un espacio protegido y equitativo para competir, es una amenaza directa para las atletas femeninas en todos los deportes”, dispararon.

La jueza de la federación de natación (USA Swimming) dimitió en protesta por la participación de Thomas. “Todo lo que hay de justo en la natación está siendo destruido”, escribió Cynthia Millen en su carta de renuncia.

“La natación es un deporte en el que los cuerpos compiten contra cuerpos. Las identidades no compiten contra identidades”, abundó. “Lo que se les dice a las mujeres es que no importan, que lo que hacen no es importante”, añadió.

“Los hombres siempre tendrán mayor capacidad pulmonar, corazones más grandes, mejor circulación, un esqueleto más grande y menos grasa”, recordó la dirigente.

Récords
Con matices, Nancy Hogshead, ganadora de cuatro medallas olímpicas en natación en los Juegos Olímpicos (JJOO) de Los Ángeles (1984) y abogada, también se posicionó en contra.

La ex atleta remarcó la diferencia entre los récords de hombres y mujeres. “Michael Phelps tenía sólo 0,8% de ventaja sobre su compañero Ian Crocker en Atenas 2004, pero 12,6% sobre Petria Thomas, la campeona femenina. Thomas no es 11% más lenta que antes”, ejemplificó.

Vía editorial, el medio especializado Swimming World dijo que si la NCAA no intervenía los efectos podrían llevar a las deportistas universitarias a reclamar por medallas perdidas por inequidad.

“A pesar de los supresores hormonales que tomó, la ventaja de Thomas en la pubertad masculina no se redujo en una cantidad adecuada”, expuso el artículo. “Durante casi 20 años desarrolló músculo y se benefició de la testosterona producida naturalmente por su cuerpo. Esa fuerza no desaparece de la noche a la mañana, ni con un año de supresores. En consecuencia, Thomas se sumerge en el agua con una ventaja inherente”, enfatizó.

Corrección política
Los argumentos de Hogshead y de Swimming World toman algunos de los puntos que promueven respetados expertos, partidarios de una inclusión que no se desentienda del “caso por caso”.

Bajo esa premisa, registran la necesidad de considerar que la testosterona no gobierna la totalidad del rendimiento deportivo y que la memoria muscular de los ex atletas varones no se puede ignorar.

Lo sucedido en el mundo de la natación de EEUU, por citar solo uno de muchos episodios más que polémicos en varios países, mostró que hay un frente que no está dispuesto a callar en nombre de la corrección política y que denunciará los excesos de la ideología de género aunque ofenda sentimientos.

Trampa
Se trata de un debate muy polarizado (y politizado) en el mundo y, en especial, en EEUU, con incendiarias declaraciones de influencers como la trans canadiense y ciclista Verónica Ivy, también profesora de filosofía, criticada por algunos grupos feministas -como la Alianza contra el Borrado de las Mujeres-.

Ivy afirmó que las mujeres que se quejan por la participación de las trans en los torneos son “mediocres” y “transfóbicas”.

Muchas atletas denuncian desde hace tiempo que el fenomenal éxito de Ivy se basa en “robar” títulos valiéndose de su ventaja biológica y de su experiencia previa (hizo su transición cerca de los 30 años) y ponen en tela de juicio el extremismo de los defensores de la ideología de género.

La ex tenista Martina Navratilova es una de ellas: opina que la participación de mujeres trans en torneos femeninos es, lisa y llanamente, trampa.

Riley Gaines
Riley Gaines es una de las nadadoras que perdió ante Thomas y alzó su voz.

La 12 veces campeona universitaria expone en foros, da entrevistas y tiene presencia en las redes. Este año empezó a ganar más notoriedad.

Reveló que empató con Thomas en los 200 metros libres pero que le dieron la victoria a su rival. “Hicimos exactamente el mismo tiempo hasta las centésimas de segundo”, narró ante un auditorio de la Universidad de Virginia. Agregó que como había un solo trofeo la NCAA le anunció que iba para Thomas y que ella lo alzaría “para la foto”. Dijo que quedó en shock y que se sintió menospreciada y traicionada.

Los planteos de Gaines apuntan también a otros temas problemáticos. En ese sentido, afirmó que ella y sus colegas, además de ser “forzadas” a renunciar a “premios, títulos y oportunidades”, fueron obligadas a compartir el vestuario con Thomas; en palabras de la joven, “un hombre de 22 años y 1,93 con genitales masculinos completamente intactos”.

Dijo que nadie les advirtió y que no dieron su consentimiento. Opinó que fue una violación a la privacidad y aseguró que algunas mujeres se sintieron “avergonzadas, incomodadas, violentadas y hasta traumatizadas” por la situación.

Élite
A mediados del año pasado, la Federación Internacional de Natación (FINA) vetó a las nadadoras nacidas varones que iniciaron su transición después de la pubertad de las competencias de élite femeninas.

Recientemente, guiada por el principio general de proteger la categoría femenina, la Federación Internacional de Atletismo (World Athletics) anunció una medida similar para torneos que den puntos para el ranking mundial.

Si bien reconoció que tomar decisiones es difícil cuando “involucran necesidades y derechos en conflicto entre diferentes grupos”, ratificó que mantendrá la equidad para las mujeres atletas por encima de otras consideraciones.

Por lo pronto, con vistas a los próximos JJOO, parece haber consenso en cuanto a que la ventaja biológica conferida por la pubertad masculina -y, por lo tanto, disfrutada por la mayoría de las mujeres trans en términos de masa muscular y fuerza- se reduce poco cuando solo se pone a raya la testosterona.

Cabe recordar que desde 2015 el Comité Olímpico Internacional (COI) considera que los cambios anatómicos no son necesarios para preservar la competencia leal y norma que las mujeres trans deben hacer un año de terapia hormonal antes de participar. En el caso de los hombres trans, en total ausencia de ventaja, no fija ningún condicionamiento.

Los JJOO de Tokio fueron inéditos: luego de una larga trayectoria como varón en la halterofilia, Laurel Hubard (Nueva Zelanda), con 43 años, disputó contra mujeres. Hizo la transición a los 30. En 2018, la federación de halterofilia de Australia intentó que fuera excluida de los Juegos de la Mancomunidad, sin éxito.

Los niveles “legales” de testosterona son innegociables. La incógnita ahora es si el no paso por la pubertad se sumará como requisito.

Feminismo dividido
Hay cuestiones sobre las que el feminismo llegó a un consenso absoluto, pero la “bandera transincluyente” es uno de los temas que lo divide.

En España, el año pasado, esa grieta se hizo sentir. Con motivo del Día Mundial de la Mujer -y con la polémica “Ley Trans” que impulsó Unidas Podemos, parte de la Administración del socialista Pedro Sánchez, en estado embrionario- el movimiento marchó separado.

Silvia Carrasco, presidente de Feministes de Catalunya y miembro de la coordinadora de Confluencia Movimiento Feminista, declaró que la convocatoria institucional bajo aquel emblema se enmarcaba en el retroceso en las políticas de igualdad.

Sostuvo que “la ideología transgenerista” no es “un tema más” porque “pervierte” las reivindicaciones feministas.

Elecciones
En febrero pasado, en la previa de los comicios municipales y autonómicos españoles, se sancionó la denominada “Ley Trans”.

Permite el libre cambio de género a partir de los 16, desactiva exigencias como la necesidad de un informe médico que diagnostique la disonancia entre el autopercibido y el asignado al nacer y habilita tratamientos hormonales durante dos años, procedimiento administrativo mediante.

Extiende el derecho a los jóvenes de entre 14 y 16 si son acompañados por sus tutores legales, y a los de entre 12 y 14 con autorización judicial.

Antes de las elecciones, la Alianza Contra el Borrado de las Mujeres, que agrupa a más de 140 organizaciones feministas españolas, llamó a retirar el voto a los partidos que, a su entender, abandonaron la agenda de las mujeres.

También apuntó contra la ley “Sólo sí es sí”, otra iniciativa oficialista, que posibilitó la excarcelación de varias decenas de agresores sexuales y la rebaja de pena para un millar por ser más benigna.

Según las agrupaciones, la norma “minimiza la violencia sexual”.

El Partido Socialista Obrero Español perdió cinco comunidades autónomas y 11 de las 22 capitales de provincia que gobernaba.

Subjetivo
Uno de los cuestionamientos centrales a la ideología de género es que la definición de mujer se haya convertido en algo meramente subjetivo.

Recientemente, el documental ¿Qué es una mujer?”(What is a woman?), producido por la web de noticias The Daily Wire y protagonizado por el activista y comentarista político Matt Walsh, quedó disponible en Twitter. Ya lo vieron más de 150 millones de personas.

Critica la ideología de género y, con ello, la pretensión de negar todo vínculo entre sexo y biología y la noción de que el sexo es solo información “asignada” al nacer.

Con ese fin, entre otras acciones, Walsh recorre ciudades y entrevista a profesionales, especialistas y ciudadanos de todas las tendencias ideológicas (trans incluidos) y les formula el mismo interrogante: ¿qué es una mujer?

Walsh -quien afirma que la ideología de género es “un asalto a la verdad” (aunque no niega que exista la disforia)- pregunta, escucha y expone contradicciones.

Pone el foco en los peligros para los menores de edad e intenta obtener precisiones sobre las drogas que se usan en las terapias hormonales y saber si tienen consecuencias irreversibles.

La educación es otra inquietud, por la suba de la identificación transgénero. Para Walsh, los recientes números no se deben a la disforia de género sino a un “contagio social” impulsado por ideólogos, que con las redes sociales -en especial, a partir de la pandemia- llevó a una escalada de casos en la minoría de edad.

Reconocidos autores y activistas, incluidos individuos que fueron trans, se arrepintieron y visibilizan sus destransiciones, comparten su punto de vista.

Enfermos crónicos
El denominado “movimiento destransicionista” suma gente y está activo en las redes.

A grandes rasgos, sus integrantes (hombres y mujeres) blanquean que recibir hormonas (desde la infancia o luego de ella) no es gratis, y denuncian que individuos sanos se convierten en enfermos crónicos, por los años de medicación y por la dependencia.

Afirman que la ideología de género se desentiende de que las enfermedades mentales o traumas que pueden llevan a las personas a querer cambiar de sexo y difunden las consecuencias (muchas veces catastróficas) de cirugías.

En suma, exponen que el sistema de salud no los evaluó integralmente, que encuadró sus casos como disforia sin una abordaje integral de su salud mental y que les indicó tratamientos experimentales y agresivos que, según plantean, no necesitaban.

Libertad de expresión
¿Qué es una mujer? tuvo que sortear la censura. Lanzada en 2022, fue cancelada de varios sitios.

Volvió a estar disponible y a un año de su estreno The Daily Wire la publicó en Twitter.

La red etiquetó la película como discurso de odio y limitó la posibilidad de compartirla. Luego, la bajó.

Usuarios y realizadores protestaron y volvió a aparecer en la cuenta de The Daily Wire, sin restricciones.

La directora de Confianza y Seguridad de Twitter renunció y el mismísimo dueño de la plataforma, Elon Musk, se disculpó por lo que definió como “un error de muchas personas” y recomendó la obra. “Todos los padres deben ver esto”, sentenció.

“Los adultos que consienten deben hacer cualquier cosa que los haga felices, siempre que no perjudique a los demás, pero un niño no es capaz de dar su consentimiento, razón por la cual tenemos leyes que protegen a los menores”, sumó.

La libertad de expresión ganó. No obstante, el documental sigue precedido por una advertencia sobre contenido controversial.

Niños
Suecia, que en 2014 legisló la autodeterminación de género y acordó prestaciones, restringió el acceso de los menores de 18 años a tratamientos hormonales en febrero pasado, con algunas excepciones.

Lo hizo cautelarmente y luego de que a fines de 2022 la autoridad sanitaria del país limitó la práctica de masectomías en adolescentes planteando que “el incierto estado de conocimiento” en la materia requería prudencia.

El país registró un alza de casos de disforia de género, que se manifiesta cuando un individuo no se identifica con su sexo biológico.

La tendencia se acentuó en el segmento de entre 13 y 17 años, en personas nacidas mujeres al nacer.

Noruega también midió un número creciente de nenas que luego de la pubertad afirmaron sentirse varones y revisó el protocolo para los casos de disforia de género en niños.

En Estados Unidos, varias jurisdicciones retrocedieron con normativas que avalaban suministro de hormonas e intervenciones quirúrgicas a infantes.

Una de ellas es Florida, que a instancias del mandatario republicano Ron DeSantis, aspirante a la presidencia, prohibió que reciban tratamientos de afirmación de género, incluidas prescripciones que bloquean hormonas de la pubertad y cirugías de reasignación.

En 2021, Florida aprobó una norma que vedó la participación de niñas y mujeres trans en deportes femeninos escolares y universitarios, al establecer que deberán jugar en los equipos que corresponden “al sexo biológico registrado en sus certificados de nacimiento”.

El fundamento es preservar la integridad física de las competidoras y, por ello, no prohíbe que los varones trans participen en equipos masculinos.

DeSantis fue terminante al apelar al argumento de la seguridad: “Nos vamos a guiar por la base biológica, no por la base ideológica, cuando practiquemos deportes”, dijo.

La ley, conocida como Acta de Justicia en los Deportes de Mujeres, habilita a las estudiantes a demandar a las instituciones educativas si opinan que la participación de trans las privó de “una oportunidad atlética”.

En el Reino Unido, el Gobierno bloqueó en enero pasado una ley similar a la española, adoptada a finales de diciembre por el Parlamento de Escocia,

En Francia, por lo pronto, la Academia de Medicina pidió “gran cautela médica” en el tratamiento de pacientes jóvenes.

Pioneros
Los detractores de la legislación española advirtieron que los “pioneros” en el campo de la identidad trans (incluido Finlandia) estaban volviendo sobre sus pasos.

Mientras se debatía, la relatora de la ONU sobre la violencia contra las mujeres, Reem Alsalem, en una entrevista con el diario El Mundo, estimó que es “muy peligroso” que los niños puedan “cambiar sus cuerpos sin ninguna restricción”.

El Partido Popular (PP), en tanto, advirtió sobre los “problemas irreversibles” que podría provocar la legislación por la ausencia de “salvaguardas”, como pasar por un examen médico; principalmente, entre los menores que cambien su aspecto y luego se arrepientan.

Paralelamente, al inaugural del VI Congreso Nacional de Bioética que se celebró en la capital española a comienzos de este año, la vicepresidenta del Colegio Oficial de Médicos de Madrid (ICOMEM), Luisa María González, consideró que “hay dos modos de hacer Medicina: desde la ética o desde las reglas biopolíticas”.

No ahorró críticas y dijo que la iniciativa era acientífica. “Es medicina peligrosa, tiene efectos irreversibles, psíquicos y sexuales”, aseguró.

“Los cambios de sexo son experimentales, hay un cuerpo sano al que estamos dando medicación fuera de ficha técnica y que tiene efectos secundarios muy graves”, avisó, y llamó a “romper el embrujo de las creencias intocables con un debate social real y sincero”.

Protocolos
El ala podemita del gobierno se obstinó y sacó adelante la norma, cristalizando los protocolos sanitarios que ya se aplicaban en comunidades autonómicas.

González insistió con los daños a la fertilidad, la insatisfacción del deseo y el aumento de la incidencia de tumores que puede causar la hormonización.

Resaltó la escalada de consultas por supuesta disforia de género de niños que “de la noche a la mañana dicen mamá soy trans” (habló de una suba de 2.000 % en un año) y fustigó que no se tomaran en cuenta la experiencia de otros países ni los testimonios de los “desistidores”.

Además, apuntó contra el autodiagnóstico, la autoafirmación y la denominada “terapia afirmativa” desde el sistema de salud.

Autodiagnóstico
Actualmente, Susana Domínguez le reclama más de 300 mil dólares a la sanidad pública gallega por haber sido sometida sin suficiente información a operaciones irreversibles (como extirpación de útero) pese a que, según alega, su principal diagnóstico es autismo.

A los 15, tras una decena de sesiones, un psicólogo al que llegó derivada validó su autodiagnóstico de disforia.

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