“La carencia de un modelo de referencia ha causado en nuestro país graves efectos sociales, económicos y particularmente políticos. Ha llegado la hora de tomar conciencia de que en la Argentina nadie tiene el derecho de esperar que la sociedad madure por si sola. Los argentinos intuimos ya que no es posible insistir en nuestras vacilaciones: la historia reclama de nosotros la consolidación de una fisonomía nacional. Para ello, corresponde al Modelo Argentino reafirmar la forma sociopolítica que satisfaga a todo el país, y estoy convencido de que sólo la comunidad argentina puede proporcionar el juicio definitivo sobre las cualidades que para ella se anhelan ver realizadas. Es mi deseo que todos mis conciudadanos consideren este modelo como una propuesta inicial; y las generaciones que nos siguen, a través de un diálogo franco en el que participen todos los entes representativos de la comunidad, han de asumir la patriótica misión de perfeccionarlo” .
J. D. Perón – Modelo Argentino para el Proyecto Nacional
Cerrar la grieta
Muchas personalidades y referentes que hoy despliegan en todo el país el juego de sus representaciones -salvando algunas excepciones- insinúan que hay que clausurar la grieta partidaria que durante muchos años ha venido obstruyendo la unidad del pueblo argentino e impidiendo superar esta crisis recurrente.
Hay candidatos de partidos y coaliciones que persisten en no salir de la grieta y mantener la confrontación con denostaciones y recriminaciones, mientras otros entusiasman a sectores juveniles tratando de diferenciarse de estos viejos dirigentes pero sin afectar los desatinos del mismo modelo que durante 40 años consolidó la autocracia, eludiendo proponer los cambios estructurales que habría que introducir. Esto confirma que, en general, la dirigencia electoralista concuerda en que las decisiones fundamentales son un privilegio de las elites, mientras la sociedad debe ocuparse de votarla.
Por lo tanto, resulta imprescindible advertir de que corregir estas destemplanzas políticas en esta época decadente genera nuevas desilusiones porque la participación efectiva de la comunidad organizada queda restringida y esclava de las estrategias de cada gobernante, que responden al partido que lo promocionó.
Que la sociedad vote es importante porque legaliza el sistema pero, en referencia a las decisiones estratégicas que toman los gobernantes, confirma que carecen de legitimidad porque no responden fielmente a los reclamos del pueblo, gracias al evidente sarcasmo que persiste en el actual modelo de gobernanza.
La transición
Observamos sin embargo que estos cimbronazos políticos que se manifiestan actualmente en instituciones y dirigentes son como pequeñas luces que anuncian una etapa de transición y, aunque los cambios no son profundos ni estratégicos, insinúan la búsqueda de un mayor protagonismo de la sociedad en su conjunto.
Esto se comprueba por nuevas actitudes que hoy manifiestan ciertos dirigentes al promover genuinas integraciones entre la actividad privada y el Estado, así como por desterrar grietas sociales, políticas y económicas que tanto daño hacen al país.
Estos cambios pueden ser saludables aunque son insuficientes si es que pretendemos instaurar un verdadero cambio de época para que los argentinos definitivamente actuemos -mediante un protagonismo organizadamente activo como comunidad nacional- decidiendo las grandes tesis. Esto debe producirse mediante el diálogo y el consenso en un ámbito nacional de coincidencias esenciales.
“El primer objetivo del Modelo Argentino para el Proyecto Nacional consiste en ofrecer un amplio ámbito de coincidencia para que de una vez por todas los argentinos clausuremos la discusión acerca de aquellos aspectos sobre los cuales ya deberíamos estar de acuerdo. Partiendo de esa premisa podemos empezar a construir. Sólo necesitamos unanimidad conceptual para hacer lo que la mayoría decida. Por eso, las grandes líneas de coincidencia únicamente pueden nacer del Pueblo, manifestándose en sus representantes a través de organizaciones de pacífica convivencia republicana” .
Modelo argentino para el Proyecto Nacional
El 1 de mayo de 1974, el entonces presidente del país, Juan Domingo Perón, anunció que en unos meses le entregaría al pueblo su propuesta sobre el Modelo argentino para el Proyecto Nacional, pero dos meses más tarde Perón murió y sólo en 1976, poco antes del golpe militar, apareció la primera edición de dicho proyecto.
Desgraciadamente, el 24 de marzo de 1976, mediante un golpe de Estado, se instaló una dictadura cuya vertiente intelectual-ideológica más importante en lo político, económico y social partió de José Alfredo Martínez de Hoz, quien fue nombrado ministro de Economía y ocupó el cargo hasta 1981.
Detrás de la guerra desatada contra sectores extremistas que ya habían actuado contra el gobierno legítimamente elegido por el pueblo se disimuló la persecución, cárcel y muerte en distintas entidades y referentes políticos, estudiantiles, empresariales, gremiales, etcétera. Se impuso un plan que, en lo político, económico y social, promovió una fuerte producción primaria y de commodities, en desmedro del perfil industrial, instalando la recordada frase de que para Argentina “es lo mismo fabricar caramelos que aviones”. Se generó así una fuerte participación de inversiones extranjeras en la producción agraria y explotación minera.
Volviendo a lo prometido por el entonces presidente Perón, que se conoce como Modelo Argentino para el Proyecto Nacional, del cual existen varias publicaciones de distintas entidades, pone de relieve que su poca difusión fue consecuencia del “lavado de cabeza” que la dictadura buscó con la represión.
Por lo tanto y a tono con la realidad oprobiosa que hoy vivimos, los argentinos debemos comprender que si somos y nos sentimos parte de una misma comunidad y queremos ser partícipes en la toma de decisiones, tenemos que involucrarnos por medio de nuestras asociaciones, cámaras, gremios, partidos o entidades para que, organizada e institucionalmente, canalicemos las propuestas que serán expuestas en el ámbito nacional por nuestros representantes genuinamente elegidos.
Debemos tener presente que, más allá de los intereses y rubros específicos que cada entidad representa, tendremos la responsabilidad social de ofrecer propuestas y aportes sobre temas políticos, económicos y sociales, conectados con trabajo, producción, comercio, investigación y docencia, salud, educación, así como sobre nuestra soberanía territorial -ríos, mares, islas y proyección sobre el Atlántico Sur-.
Este proceso, por el cual se sellarán las decisiones que nacen del pueblo argentino, que definen una identidad propia, nos llevará a establecer las vinculaciones que realmente sean beneficiosas según los cambios que hoy se insinúan en la política exterior a partir de la conformación de un nuevo orden mundial.
“Si una ideología no resulta naturalmente del proceso histórico de un Pueblo, mal puede pretender que ese Pueblo la admita como representativa de su destino. Éste es el primer motivo por el cual nuestro Modelo no puede optar ni por el capitalismo liberal ni por el comunismo… El rechazo de las posibilidades que nos brindan el capitalismo y el comunismo, no sólo se fundamenta en la desconexión de aquellos con la estructura íntima de nuestra nacionalidad sino también en el hecho de que su adopción implica servir automáticamente al neocolonialismo, sea cual fuere su signo doctrinario. Optar por un Modelo Argentino equidistante de las viejas ideologías es, consecuentemente, decidirse por la liberación. Y por más coherencia que exhiba un modelo, no será argentino si no se inserta en el camino de la liberación” .
Modelo Argentino para el Proyecto Nacional
Conclusiones
Los contenidos de este modelo que se dejó para que las nuevas generaciones lo enriquezcan y lo adapten a las circunstancias actuales -tanto internas como externas-, son lo que nos debe convocar antes de que se definan candidaturas y se realicen elecciones.
Ello posibilitará que el árbol no nos impida ver el bosque, con el fin de discutir muy seriamente sobre qué país y sociedad queremos. Así, esta decisión -tomada de antemano por el pueblo en su conjunto- será respetada y llevada a cabo por quienes ocupen el lugar del oficialismo. En cuanto a los que ocupen los cargos de la oposición, deberán abandonar ese rol para asumir la misión de ser celosos custodios del cumplimiento de lo que fue aprobado en el ámbito de coincidencias esenciales y que de alguna manera constituyen los ejes estratégicos de un proyecto nacional.
Este proceso, que durante años no se intentó, dio lugar a que las divisiones y enfrentamientos entre los argentinos frustren permanentemente nuestra propia realización.