Como expresa el filósofo español Daniel Innerarity, “la pandemia no es el fin del mundo, es el fin de un mundo que hace rato se terminó, el de la certeza”. Como todo proceso social, hay cosas que incorporamos, otras que transformamos y otras que soltamos.
Tomo el verbo “incorporar” y lo ilustro de la siguiente manera: Un día nos damos cuenta de que tenemos dificultades para leer, vamos al oftalmólogo. A la salida pasamos por una óptica, compramos un par de anteojos recetados y los incorporamos a nuestra vida.
En ese ejemplo podemos preguntarnos: ¿El hecho de utilizar anteojos significa que los ojos ya no nos sirven? ¿Leer depende sí o sí de este artefacto tecnológico? ¿Hay funciones humanas que una tecnología como el anteojo puede modificar? ¿Cómo hacemos para definir el momento en el que decidimos que necesitamos de la tecnología?
Cuando se incorporaron las plataformas de comunicación digital a la mediación, se evaluó la necesidad de su empleo en un contexto determinado y todos asistimos al fin de un mundo, el de la presencialidad.
Podemos entender la historia por medio de las transformaciones que genera la tecnología. La mediación se encontró con una dificultad y en su necesidad de continuar, se transformó en mediación on line. Sin embargo, en aquel momento tan crítico y doloroso, probablemente los niveles de incertidumbre hacían difícil definir con certeza un curso de acción.
Incluso otros profesionales, que basan su ejercicio en la construcción con el otro mediante el diálogo, siguieron trabajando de manera presencial. Algunos, aquellos en la franja de mayor riesgo, lo hacían on-line de manera excepcional.
Las plataformas tecnológicas permiten que nos comuniquemos mejor y más rápido entre nosotros, pero al mismo tiempo: ¿En qué medida nos transforman? ¿Usar una plataforma web es simplemente como abrir la PC y mediar o en cierta medida mediar por esta vía está transformando la manera que tenemos de ejercer nuestra profesión?
Como se puede distinguir, hablar de tecnología genera conflicto. La visión optimista apela a que la tecnología viene a mejorar lo que tenemos. Gracias a ella hay una idea de expansión de nuestra capacidad. La visión pesimista la muestra como un artefacto deshumanizado que viene a arrasar con todo lo que tenemos, como si lo que tenemos fuera irremplazable.
Para quienes defienden las plataformas web, la tecnología es el futuro. No obstante, basta con recorrer una feria de libros usados para ver cómo revistas de los años 70 y 80 imaginaban el año 2020 con vehículos voladores y demás fantasías que jamás ocurrieron.
Entonces ¿qué es el futuro? Ante todo, algo sobre lo que tenemos que ser sinceros: no tenemos certeza. Como en la pandemia, cuando se decidió el empleo de la tecnología, imaginando que en algún momento todo volvería a ser como antes.
De lo que sí tenemos certeza es del hoy. La mediación on line es el hoy, pero nunca podríamos decir que es el futuro. El futuro (hoy pasado), que dio origen a lo que tenemos, fue ese límite entre la mediación presencial y la mediación on line que nadie pudo anticipar, la pandemia.
No pudimos ni podremos anticipar jamás qué características tendrá el futuro, sencillamente porque en ese espacio entre el hoy y el mañana hay incertidumbre. Hay política, es decir, hay acontecimientos impregnados de construcción social e ideología.
La postura optimista dice que la tecnología viene a potenciar la mediación, entonces se la percibe como una extensión del mediador y sin Zoom la mediación pasaría a ser muy poco atractiva. Aquí el planteo refleja a la tecnología como un elemento vital.
Pensemos el ejemplo de un enfermo terminal conectado a un respirador: si lo desenchufamos, se muere. Algunos planteos hoy alegan que su servicio de mediación va a fracasar si se le quita algo esencial, la máquina.
Sin embargo, ni la mejor tecnología ha podido reemplazar la tarea del mediador, sencillamente porque es humana.
Para la versión pesimista el mediador se está convirtiendo en una extensión de la tecnología. Es decir, la necesidad de usar Zoom es mucho menor que la que se pretende reflejar. Aquí el planteo apela a exigir una capacidad de adaptación que las propias instituciones no tuvieron durante la pandemia.
Desde esta perspectiva también, implícitamente la calidad profesional de aquellos que defienden la mediación on-line como esencial, es percibida como inferior respecto a aquellos que la ejercen de manera presencial.
Al fin y al cabo, somos los mediadores los que decidimos si le damos lugar o no. La tecnología no potencia ni destruye a la mediación, porque en definitiva no hay una idea acabada acerca de esta profesión, está en plena construcción. La tecnología simplemente reinventó una nueva modalidad de ejercerla y tendremos que tomarnos el tiempo para conocerla, sin enceguecernos con sus virtudes.
Para generar certezas acerca del futuro, tendremos que valernos de un diálogo institucional más amplio y permanente, dotar la decisión de mayor participación.
El problema es cuando pensamos en la naturaleza de la mediación, en su esencia, como algo fijo e inalterable a lo largo del tiempo. Pues esa esencia está en permanente construcción y requerirá, siempre, de mucha vocación.
* Mediador
Muy buena nota Daniel, y el ejercicio de la reflexión permanente
Es cierto: en definitiva son los mediadores quienes, de acuerdo a su criterio y posibilidades usarán o no la tecnología.
Lo que sí hay que tener en cuenta: el desarrollo y su evolución son imparables.
Muy interesante nota
Muy interesante para mí tus planteos Dani.
Gracias.
Muy buen artículo…la Mediación online nació…su futuro depende del buen uso que le den los mediadores… me gusta Integrar presencial y online… pero no sé depende de nosotros los mediadores y del público en general…por ahora le doy las gracias porque su INCORPORACIÓN permitió el acceso a justicia durante la pandemia a muchas personas…El futuro ¿¿¿¿????
Me parece excelente la nota, atinada en estos momentos tan difíciles que nos ha dejado la pandemia, quien nos obliga a revisar modelos viejos de comunicación que no quiere decir que los dejemos por los tecnológicos, sino que debemos adaptarnos a cada caso y situación en particular.