Por Peter Thomson
Cada vez que respiramos, nos conectamos con los océanos. Nos proporcionan oxígeno, alimentos y sustento. Además, equilibran el clima al absorber la mayor parte del calor atrapado en el sistema terrestre. Miles de millones de seres humanos, animales y plantas dependen de océanos sanos. Sin embargo, su salud está en peligro.
El incremento de las emisiones de carbono está causando su acidificación, lo que debilita su capacidad para preservar la vida submarina y terrestre. Los residuos plásticos están asfixiando los océanos y, si continuamos por el mismo camino, para 2100 más de la mitad de las especies marinas del planeta podrán estar al borde de la extinción.
Existen soluciones para restablecer la salud de los océanos, pero requerirán de acciones por parte de toda la sociedad, desde los líderes mundiales hasta cada uno de nosotros.
No hay planeta sano sin océanos sanos y la salud de éstos se encuentra en un evidente estado de deterioro.
Dicho esto, 2022 puede ser el año en que pongamos freno a este deterioro.
Para argumentar esta afirmación, 2022 es el Año Internacional de la Pesca y la Acuicultura Artesanales, y tanto la acuicultura como la pesca artesanal son fundamentales para nuestra búsqueda de la sostenibilidad.
Asimismo, es muy importante recordar que el año pasado se puso en marcha el Decenio de las Naciones Unidas de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible, así como el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas para apoyar y avanzar en la consecución del objetivo de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.
Además, contamos con el compromiso adquirido en la conferencia 26 sobre el clima de Glasgow de que los aspectos relacionados con los océanos deben formar parte del trabajo en curso de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), lo que nos hace ser optimistas en cuanto a la consecución de sólidos avances en el tratamiento de cuestiones como el calentamiento y la acidificación.
Estos avances mejorarán la salud de los océanos y garantizarán al mismo tiempo su capacidad única para secuestrar carbono.
Por otra parte, además de estos aspectos positivos y todas las demás reuniones de acción oceánica positiva que tienen lugar este año, hay seis reuniones internacionales que, en conjunto, pueden realmente frenar el deterioro. Una ya se ha celebrado a principios de marzo en Nairobi: se trata de la V Sesión de la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, en la que se acordó por consenso iniciar las negociaciones para un tratado global vinculante que ponga fin a la contaminación por plásticos.
Del próximo día 27 al 1 de julio se desarrollará en Portugal la Conferencia de Océanos de Naciones Unidas, en la cual se analizará el uso innovador de recursos marinos y se abordarán las amenazas para la salud, la ecología, la economía y la gobernanza del océano.
En la actualidad, vertemos once millones de toneladas de plástico cada año en los océanos y se estima que dicha cifra se duplique para 2030 y se triplique para 2050. Sin embargo, con el tratado propuesto, podemos frenar esa tendencia intolerable de contaminación.
En segundo lugar, en Ginebra se celebró hasta el viernes la Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio.
En tercer lugar, la reanudación de la Conferencia Intergubernamental sobre la Diversidad Biológica Marina de las Zonas Situadas Fuera de la Jurisdicción Nacional ofrece una oportunidad de sellar un tratado sólido y operativo para la gobernanza de Alta Mar y salvaguardar de este modo uno de los bienes comunes más importantes del planeta. Si los Estados miembros llegan a un consenso, conseguiremos que el trabajo esté terminado en 2022.
En cuarto lugar, la XV Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica, que se celebrará a finales de año en Kunming, mantiene su promesa de marcar un nuevo objetivo para proteger 30% del planeta para 2030. Una decisión de este tipo en este año supondría un gran cambio para las áreas marinas protegidas y, por consiguiente, para la salud de los océanos.
En quinto lugar, tenemos la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos, organizada de forma conjunta por los gobiernos de Kenia y Portugal y que se desarrollará en Lisboa entre el próximo día 27 y el 1 de julio, en la que se impulsará una batería de soluciones innovadoras basadas en la ciencia.
Estas soluciones se pondrán en práctica con asociaciones bien financiadas, lo que representa la aplicación efectiva del Objetivo 14 de Desarrollo Sostenible para conservar y utilizar de forma sostenible los recursos de los océanos.
La XV Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica, que se celebrará a finales de año, mantiene su promesa de marcar un nuevo objetivo para proteger 30 % del planeta para 2030
Por último, en la conferencia 27 de la CMNUCC, que se celebra en Sharm El-Sheij en noviembre, todos debemos cumplir con la ambición y la voluntad política de la adaptación al clima y la financiación necesaria para doblar la curva en la dirección de la seguridad, la equidad y la sostenibilidad.
Si queremos frenar el deterioro de la salud de los océanos este año, tenemos que hacer lo correcto en las seis reuniones y, si bien “nosotros” se refiere principalmente a los Estados miembros, también hace referencia a cada uno de nosotros.
No podemos desaprovechar las oportunidades sin precedentes que convergen en 2022 para una acción decisiva con respecto a los océanos. Comprometámonos todos a reconducir nuestra relación con la Naturaleza a una relación de respeto y equilibrio. Hagámoslo por nuestros hijos y nietos para que puedan disfrutar de la maravillosa vida que deseamos para ellos.