Silobag fabrica ecoproductos con restos de esos objetos, con lo que contribuye a fortalecer la economía regional
Las silobolsas son la materia prima con la cual la Silobag creó un proyecto de triple impacto que consiste en reutilizarlas para insertarlas en un nuevo ciclo productivo. Esa minipyme argentina elabora accesorios reciclados ecológicos como bolsas, mochilas y carteras, entre otros “ecoproductos”. El material de la silobolsa es impermeable, de mayor calidad y resistencia que otros similares y además permite producciones a gran escala e impacto.
Estos ecoproductos hechos de silobolsa 100% reciclada de los campos argentinos fortalecen la economía regional, generan oportunidades laborales para jóvenes con discapacidad intelectual y a mujeres en situación de vulnerabilidad de barrios carenciados. También incentivan la inclusión social de personas liberadas de cárceles luego de haber cumplido su condena.
“Con nuestra propuesta, el descarte deja de ser un problema y pasa a servir tanto para resolver necesidades como para comunicar valores vinculados con el cuidado del ambiente”, dice Cinthya Fehling, CMO y cofundadora de la pyme, junto al ingeniero industrial Santo Parsons.
Silobag nació en Tigre y opera en Fátima, San Miguel, Moreno, Lomas de Zamora, Pablo Nogues, Maquinista Savio, Pilar y San Isidro, localidades de la provincia de Buenos Aires.
La emprendedora, quien además es diseñadora gráfica, cuenta que la diferencia de su proyecto con otros es que promueve que los clientes sean protagonistas del cambio. “De lo que se trata es de involucrar al consumidor, comprometerlo con la responsabilidad de aportar al cambio social, a ser solidario con la compra de un producto cotidiano, concientizarlo sobre el cuidado ambiental. Transformamos el acto de consumo básico en consumo solidario”, distingue.
En Silobag ya lograron reciclar 8.200 metros cuadrados de silobolsa. Así, se le da una segunda oportunidad a este plástico de un solo uso.
Cabe señalar que el reciclado requiere 70% menos energía y emite 59% menos gases de efecto invernadero, responsables -entre otros- del cambio climático. “Si estuvieran alineadas las silobolsas desperdiciadas anualmente, formarían una fila de 12.000 kilómetros, el equivalente a la distancia que existe entre Buenos Aires y Berlín”, grafica Fehling.
Huella de Carbono
Este proyecto de triple impacto también contribuye a reducir la huella de carbono. En Argentina, por ser un país muy extenso, la recolección y distribución de las silobolsas a reciclar incrementan la logística. “Por eso, estamos en vías de solución generando una alianza con una empresa de logística en cuyo recorrido podremos aprovechar la recolección de las silobolsas descartadas”, agrega la emprendedora.
Además de trabajar con materiales reciclados para cuidar el planeta, en esta minipyme desarrollan sus productos sin materia prima proveniente de animales, lo que muestra que las decisiones de consumo son una herramienta simple y poderosa para cambiar al mundo protegiendo al planeta y sus habitantes.
En cuanto al impacto social, trabajan en equipo en el proceso de corte con talleres sociales y cooperativas, generando oportunidades laborales para cuatro jóvenes con discapacidad intelectual, con nueve mujeres en situación de vulnerabilidad de barrios carenciados y también incentivan la inclusión social de tres personas que fueron liberadas luego de haber cumplido su condena.
“Creemos en el mundo de los negocios como factor de cambios. Somos una empresa que tiene lucro, pero que usa ese lucro como medio para un fin social”, reconoce la emprendedora.
Ecofriendly
Para elaborar los ecoproductos el principal insumo es la silobolsa, que lo complementan con cinturones de seguridad reciclados para las manijas, o con diversos textiles como banderas, paraguas o friselina reciclados, para forrar internamente el producto. “Conseguimos los materiales mediante donaciones individuales, acciones y eventos, sumado a alianzas con grandes empresas que en su rutina diaria descartan toneladas, con las que cocreamos campañas de concientización y responsabilidad social empresarial”, explica Fehling.
Además, tienen una alianza con IpesaSilo, la mayor productora mundial de silobolsa, con la que trabajan sobre la logística inversa de las silobolsas una vez abiertas. ”Trabajamos con un sistema por el que se puede trazar el origen de todas las silobolsas que recuperamos. Articulamos con cooperativas o empresas que garantizan el no uso de pesticidas en sus silos”, añade la emprendedora.
A partir de ello, se reúnen los materiales, se controla su estado y se separan según su destino final. Se limpian y se evalúa su condición, para volver a ser separados y reciclados de distintas formas. Luego, se cortan y troquelan según el producto y el molde necesario; y después se envían a los talleres en el interior del país para su confección y ensamblaje.
La industria de la moda es la sexta más grande del mundo. Además, es la segunda más contaminante. “Por eso nos enfocamos en generar impacto positivo dentro de esta industria, generando soluciones a varias problemáticas sociales y ambientales”, dice la CEO de Silobag.
La materia prima la aseguran por medio de una alianza por un mínimo de tres años, renovables, con el mayor productor de silobolsa internacional, IpesaSilo, que tiene 70% del mercado mundial. “Esta alianza incluye una cláusula de exclusividad y de no competencia. Estamos generando alianzas con los clientes (compradores de silobolsa) de IpesaSilo para reciclar su material en exclusividad, por lo cual tenemos una buena fidelización de clientes con compras reiteradas: embalaje, merchandasing y en eventos”, cuenta la emprendedora.
A su vez, la confección de accesorios dentro de la industria de la moda es un oficio fácil de aprender y en Argentina hay muchas personas que fueron despedidas de sus trabajos con ese conjunto de habilidades, fábricas que fueron cerradas, lo que significa que una reactivación de esos espacios podría no sólo crear nuevas oportunidades de empleo, al ayudarlas a recuperarse, sino también impulsar las economías regionales.
Silobolsas
Las silobolsas, que se utilizan principalmente en la actividad del agro, son las grandes mangas blancas, de más de dos metros y medio de diámetro y unos 60 metros de largo, que uno ve alineadas, en el campo. Llegaron como respuesta alternativa y flexible a los silos de metal y son las bolsas que almacenan granos, compuestas de una tricapa de polietileno con protección UV, con una capa externa blanca y una interna negra. “Los datos advierten de que tras cumplir de forma óptima su ciclo de vida en la función original, de almacenamiento de granos, nada menos que 7.000 toneladas por mes quedan en desuso en todo el país”, afirma Fehling.
“Estamos concientizando a los trabajadores del campo, incentivando su reciclado y brindando una solución para su recolección, premiándolos además con un descuento en su próxima compra, como un incentivo para el cambio de hábito”, indica la diseñadora gráfica. Además, no sólo es reciclable el material sino reutilizable, es impermeable, por su uso primario la silobolsa es tres veces más resistente y, al reutilizarla como embalaje asegura mayor protección y seguridad al paquete.
Actualmente Silobag tiene una tienda online. Su principal mercado es Argentina y potencialmente Colombia y México, por haber demostrado gran interés y por las ventas efectuadas.
La realidad es que la silobolsa es un producto conveniente y la industria del agro y sus ventas están creciendo año a año. “Como desafío para 2022 creo que debemos trabajar constantemente en la innovación de nuevos modelos de embalajes y productos que demande el mercado, a la vez que optimizamos la logística de recolección, limpieza y producción para poder así ser aún más competitivos con los precios”, reconoce.