Las declaraciones del ahora ex jefe de la Armada alemana, Kay-Achim Schönbach, generaron un cortocircuito diplomático con Ucrania. Esto complica aún más la tarea del nuevo canciller alemán, sucesor de Angela Merkel, el socialdemócrata Olaf Scholz, quien desde que llegó al gobierno ha tenido serias dificultades para convencer a sus aliados de la OTAN sobre cuál será su política con respecto a Rusia.
Schönbach, durante un acto en el Instituto de Estudios de la Defensa de India, calificó como “sinsentido” la idea de que Rusia pueda invadir Ucrania y agregó, si lo traducimos algo libremente,: “Crimea ya era, no va a volver”, en referencia a la península anexada por Rusia en 2014. Como si no bastara con ello, demostró su apoyo al jefe de Estado ruso, Vladimir Putin: “Lo que Putin realmente quiere es respeto y -¡Dios mío!- darle respeto a alguien no cuesta casi nada, no cuesta nada. Por lo tanto digo: ‘Es fácil darle el respeto que reclama y -probablemente- también merece”.
Su argumento: Alemania necesita de Rusia para protegerse de China.
Presionado por la situación que él mismo creó, antes de ayer, sábado 22, Schönbach renunció a su cargo. Ello, sin embargo, no disminuyó el malestar del gobierno de Ucrania con respecto a la actitud de Alemania, que no le entrega armas.
Ucrania frente a Alemania: decepción y malos recuerdos
Ayer, el ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Dmitro Kuleba, volvió a mencionar su “decepción” por la posición de Alemania, en una entrevista con el diario de ese país Welt am Sonntag.”La única política pertinente es permitirnos defendernos”, dijo.
La semana pasada, Kuleba había recibido a la jefa de la diplomacia alemana, la ecologista Annalena Baerbock, quien le aseguró que su país haría “todo lo posible para garantizar la seguridad de Ucrania”.
En tanto, el embajador ucraniano en Alemania, Andrij Melnyk, no escatimó críticas. La postura alemana afecta la credibilidad de Alemania, no sólo desde la perspectiva ucraniana, dijo en una entrevista con Die Welt y agregó que, inconscientemente, la actitud alemana evoca en los ucranianos los horrores de la ocupación nazi, ocasión en que fueron tratados de manera infrahumana.
Alemania y su propio laberinto
Desde diciembre, con la asunción de Scholz, quien gobierna en coalición con ecologistas y liberales, “reina la confusión respecto a quién determina el rumbo actual de la política alemana hacia Rusia”, indicó en un artículo publicado esta semana la investigadora Jana Puglierin, de la rama berlinesa del centro de reflexión European Council on Foreign Relations.
En el período 2005-2021, Merkel -entonces al frente del gobierno alemán- también se preocupó por mantener buenas relaciones con Moscú y eludió las disputas geopolíticas por los intereses económicos entre ambos países.
Entretanto, los socialdemócratas están particularmente divididos en esta cuestión, como lo demuestran las prórrogas a la puesta en funcionamiento del controvertido gasoducto Nord Stream 2 (NS2). A mediados de enero, el ministro de Defensa alemán (socialista) consideró que la decisión respecto a la puesta en marcha de este gasoducto entre Rusia y Alemania debería quedar fuera del asunto ucraniano.
En cambio, el también socialdemócrata Michael Roth, ex secretario de Estado para Asuntos Europeos, en cambio, pensaba que Alemania debería desaprobar al NS2 en caso de una agresión rusa a Ucrania.
Scholz dejó clara su posición sólo esta semana, al decir que se ajusta al acuerdo alemán-estadounidense sobre el gasoducto, que prevé sanciones contra Rusia si “utiliza la energía como arma o comete actos de agresión contra Ucrania”.
La posición de EEUU, Reino Unido y los países bálticos
Sobre la posición alemana, el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, aseguró que no tiene “ninguna duda” de la determinación de Berlín frente a Rusia y de ese modo se sumó a las repercusiones que generaron las palabras del ex comandante naval, justo cuando el gobierno alemán recibe críticas por la ya mencionada renuencia a entregar armas a Ucrania.
“Puedo decir que los alemanes comparten completamente nuestras preocupaciones y están resueltos y decididos a responder de manera rápida, efectiva y presentando un frente unido”, afirmó ayer Blinken.
Estados Unidos, Reino Unido y los países bálticos anunciaron el envío de armas a Ucrania, pero Berlín considera que esta forma de apoyo solamente exacerbaría las tensiones.
En tanto, Scholz no deja de repetir que cualquier agresión rusa a Ucrania tendrá un “elevado costo” para Moscú, tal como lo hizo en una entrevista que publicó ayer el Süddeutsche Zeitung, en la que reclamó aplicarle a Rusia sanciones “inteligentes”. Algunas agencias hablan de una exhortación a la prudencia. Sin embargo, el adjetivo que usó Scholz para referirse a posibles sanciones es klug, usado normalmente como “inteligente”. Más allá de estas cuestiones lingüísticas, sin dudas hay una estrecha relación entre la prudencia y la inteligencia. Alemania lo sabe, porque su larga y complicada relación con la Unión Soviética y con Rusia se lo ha enseñado.
Muy, muy bien escrito!
Gracias por este buenísimo Hintergrundbericht…
La cosa es …
es gibt immer (mindestens) zwei Möglichkeiten …
Lo russos van a moverse probablemente en caso de tensión económica… por lo tanto el Druckmittel des NS2 es algo bastante importante por ahora