COLUMNA DE AMJA
Junto a la primera movilización bajo el lema “Ni Una Menos”, luego del femicidio de la adolescente Chiara Páez, en el año 2015, nació Mujeres de Traslasierras, agrupación de no más de diez integrantes, quienes de manera genuina se plantearon la necesidad de organizarse para llevar a cabo un acompañamiento sororo a otras mujeres en situaciones de violencia de género en la zona del valle de Traslasierra.
Para ello se capacitaron y lo siguen haciendo asiduamente. Su trabajo es gratuito, comunitario y en redes con otras asociaciones civiles, profesionales de la salud, municipalidades, Polo de la Mujer, Punto Mujer, Poder Judicial, Policía de la Provincia de Córdoba, entre otras instituciones.
Así, en este camino, se encuentran con muchas mujeres que se acercan con múltiples problemáticas en busca de su ayuda. Fueron aprendiendo a organizarse sobre la marcha, para ello redactaron un protocolo de actuación consistente en entrevistas en conjunto por parte de dos de sus miembros, con una duración de 45 a 50 minutos, en las cuales a través de la escucha activa conocen cuáles son las necesidades que presentan las asistentes, a quienes hacen saber las herramientas que tienen a su disposición, sin juzgar ni opinar. Cuentan con un cuestionario preestablecido para evaluar el riesgo en el que se encuentran. A la vez transcriben en fichas toda la información aportada para tener un seguimiento de los casos. Llevan a cabo su labor en equipo y de manera horizontal; no hay liderazgos.
Jasna Mascareña, licenciada en psicología y una referente de la organización, cuenta: “Mujeres Traslasierras es una organización o espacio donde nos fuimos encontrando ante la necesidad que veíamos de acompañar a mujeres que atravesaban situaciones de violencia; un 3 de junio de 2015 fue un momento histórico para nuestras sociedad y para nuestra comunidad. Nos permitió vernos, escucharnos, poder salir a la calle y dar un grito colectivo ‘basta, basta de violencia hacia las mujeres, paren de matarnos…Ni una menos’; ese momento histórico nos dio el paso a la organización, a generar un espacio de encuentro, comenzamos a reunirnos, a participar”.
“En el andar -agrega- fuimos intercambiando experiencias de acompañamiento, aprendiendo, elaborando estrategias, generando espacios de reflexión-construcción, para poder escuchar, acompañar y dar la información necesaria para la mujer que en ese momento se acercaba, se animaba a pedir ayuda. Asimismo, visualizamos la necesidad de articular con otras instituciones, que hacen a la ruta crítica de la mujer que atraviesa situaciones de violencia, para eso fue necesario generar espacios de intercambio, promover talleres-capacitaciones, encuentros que hagan al conocimiento de ley que existe sobre los derechos de las mujeres para prevenir y erradicar la violencia hacia las mujeres”.
Mujeres de Traslasierras es una organización feminista, un colectivo movilizado desde la sororidad, es un espacio autónomo, no pertenecemos a ningún partido político.
También cuenta que la organización tiene como objetivo la escucha, el acompañamiento y brindar información a las personas que atraviesan situaciones de violencia, “generando un espacio de respeto, de contención, que no se sienta sola, nos reunimos todos los viernes, tenemos un teléfono donde nos escriben por WhatsApp o llaman, N° 3544-410564”.
Lo que más se destaca es la vocación de servicio, la solidaridad que existe entre ellas y la fuerza recíproca que se dan para llevar a cabo esta función social, absolutamente desinteresada y comprometida, tan necesaria en la región, alcanzando a mujeres extremadamente vulnerables, por múltiples razones: edad, pobreza, falta de educación, dificultades geográficas que representan algunas ubicaciones de viviendas (zonas alejadas, de sierras, prácticamente inaccesibles y carentes de servicios públicos), o bien porque llegaron como turistas o para quedarse a vivir definitivamente, desde otras partes del país y el extranjero; a quienes les brindan toda su atención y, fundamentalmente, compañía. Su misión es que ninguna mujer se sienta sola sufriendo violencia, como así también articular con la comunidad para responder a estas necesidades. Incluso en plena pandemia, de manera incansable, siguieron cumpliendo su función por los medios que encontraban, retomando la presencialidad en un primer momento al aire libre, y aún ante las inclemencias del tiempo, no se rindieron.
Muchas veces su tarea no es fácil, no reciben ayuda estatal ni de terceros particulares, incluso no cuentan con una sede fija para realizar los acompañamientos; pero ello no es, ni nunca fue, óbice para seguir adelante. Esa fuerza, coraje y valentía de Mujeres de Traslasierras contagia y se replica en quienes acuden en su ayuda y en quienes las conocemos, las valoramos y confiamos en su noble labor social.
* Fiscal de Instrucción de Villa Cura Brochero