Los organismos internacionales lo consideran un grave problema de salud que puede evitarse mediante “intervenciones oportunas basadas en datos fidedignos”. En el país hay 10 decesos por año cada 100 mil habitantes
El Gobierno reglamentó la Ley Nacional de Prevención del Suicidio (número 27130) mediante la publicación del decreto 603/21 (ver Leyes y Comentarios, pág. 1D).
En sus considerandos subraya que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) consideran el suicidio “un grave problema de salud pública, de carácter prevenible mediante intervenciones oportunas basadas en datos fidedignos”.
Desde los años 90, en el mundo, las cifras de suicidio adolescente se incrementaron de modo significativo y la tendencia ahora sumó al grupo etario de los jóvenes de 18 a 24.
Cabe recordar que la norma fue votada por unanimidad de ambas cámaras del Congreso, en 2015, y consensuada con todas las jurisdicciones, la comunidad científica, las universidades y la sociedad civil.
Su reglamentación se formalizó el viernes, en el marco del Día Mundial y Nacional de la Prevención del Suicidio.
Tasas
Las tasas de mortalidad por suicidio varían en el mundo; y en Argentina, según datos del Ministerio de Salud de la Nación, hay 10 decesos por año cada 100 mil habitantes por año.
Entre 2010 y 2019 se contabilizaron alrededor de 31 mil muertes por suicidio en el país. Las franjas etarias que mayor prevalencia tienen son las de 15 a 29 años y de 25 a 39. La incidencia de la conducta es mayor en varones que en mujeres.
Las cifras de 2019, antes de la pandemia, indican que en la franja de 15 a 19 años eran de 10,8%; de 20 a 24, de 14%; de 25 a 29, de 11%; y de 30 a 34, de 10%.
Entre otras cuestiones, la reglamentación plantea tres intervenciones claves, a saber: fortalecer la atención de la problemática en los centros de salud; mejorar la vigilancia epidemiológica, y que cada jurisdicción disponga de una línea telefónica activa las 24 horas.
El mundo
Cada año, más de 700 mil personas se quitan la vida en el mundo, lo que implica una muerte cada 40 segundos.
Por cada suicidio consumado se estima que hay unos 20 intentos.
En 2019, fue la cuarta causa de defunción entre personas de 15 a 29 años en el mundo.
En todo el mundo, los índices de suicidio aumentaron con la crisis del coronavirus porque, según los expertos, la vivencia de incertidumbre y desamparo “crece increíblemente”.
Si bien se trata de un fenómeno que afecta a todas las regiones del planeta, 77% de los suicidios registrados en 2019 ocurrieron en países de ingresos bajos y medios.
Aunque la relación entre quitarse la vida y los trastornos mentales está establecida, muchos suicidios se producen de forma impulsiva, en momentos de crisis.
Voces autorizadas
Entrevistada por la agencia Télam, Diana Altavilla, una de las voces más autorizadas en Argentina y en el extranjero sobre conductas suicidas y autolesivas, señaló que las personas que deciden poner fin a su vida suelen consultar en los meses anteriores a profesionales de la salud, quienes no logran advertir indicios que los motiven a intervenir.
La experta afirmó que “el suicida no quiere morir sino reducir a cero su dolor moral”.
Psicóloga, consultora de la OPS y presidente la sección Suicidio y Autolesiones de la Asociación Argentina de Salud Mental y de la Federación Mundial de Salud Mental, detalló cuáles son las señales de alarma y las estrategias de prevención, atención, seguimiento y posvención ante una situación vinculada con el suicidio.
“Nunca una persona se suicida por un solo motivo. Hay muchos factores relevantes en esta problemática; entre ellos, sociológicos, individuales, grupales, psicosociales y culturales. Suele tener una cuestión acumulativa de daño, por la que tolera y acumula deterioro, no lo enfrenta y eso va mellando su autoestima”.
(Diana Altavilla, psicóloga, consultora de la OPS y presidente la sección Suicidio y Autolesiones, de la Asociación Argentina de Salud Mental y de la Federación Mundial de Salud Mental)
Sobre los factores de riesgo, planteó que, en general, son todos aquellos hechos, episodios y circunstancias que rodean a una persona, que implican una amenaza alta. “Las señales son muy variadas pero hay un detalle significativo: resultan extrañas al entorno más inmediato, como los amigos, que suelen decir que la persona ‘está distinta’. Hay que considerar los cambios significativos que empeoran o cambian su lazo social, disminuyendo sus habilidades para enfrentar creativamente problemas usuales de su vida”, añadió.
En cuanto a la prevención, Altavilla indicó que se necesitan construir espacios de acceso rápido para las “urgencias subjetivas”, cuando la persona siente que “no da más”. “La línea de ayuda es un puente para acceder a un tratamiento. También es fundamental la conciencia colectiva, apoyar a las ONG que están trabajando en cuidado mutuo y transmitir a la población trabajar en conjunto con equipos de salud mental y con aquellos espacios colectivos -barriales o de organizaciones- que para los adolescentes son vitales como lugares de pertenencia. Por último, es importante acompañar, si alguien está aislado o desvalido, a un servicio de salud, entre acciones, que bajan sensiblemente los índices de suicidios”, explicó.
DATO
- Ante una situación de riesgo, se recomienda recurrir personalmente o en nombre de otra persona al centro de salud más cercano.
- En todo el país está disponible la Línea de Prevención del Suicidio – Ayuda a Personas en Crisis: 0800-345-1435.
- El llamado es personal, confidencial y anónimo.