Un relator de su tiempo

La historia de Córdoba, el país y el mundo puede recorrerse en las columnas que Salvador Treber -desde que éste tenía 26 años- brindó generosamente a este diario. 

Los cíclicos debates sobre una mayor intervención del Estado o su contracción, los tres golpes de Estado -en septiembre de 1955, junio de 1966 y marzo de 1976-, las privatizaciones, la eterna cinta de Moebius de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (y los forcejeos con los fondos buitres), la endemia de la inflación, los presupuestos de los diferentes niveles administrativos del país, las finanzas de la ciudad y de la provincia de Córdoba, así como hechos mundiales con impacto local, todo pasó por el escrutinio exhaustivo del contador. Sus textos demostraban (y aún lo demuestran) un punto de vista informado y profesional. 

“El enfrentamiento entre las cuatro entidades representativas del campo y el Gobierno por los incrementos e incorporación de retenciones móviles, es obvio que genere una serie de consecuencias nada deseables en la marcha de la economía y el bolsillo de todos”.

Con esa frase, Treber comenzaba a desgranar en su columna del 11 abril de 2008 las últimas novedades del conflicto por la resolución 125, anunciada por el ministro de Economía, Martín Lousteau, a tres meses y un día de iniciada la primera presidencia de Cristina Fernández de Kirchner. 

“China puede desacelerar la demanda de commodities, pero seguirá requiriendo. El problema es que no dice a qué precio está dispuesto a pagarlos”, destacó cuando Barak Obama asumió la presidencia de EEUU y el contador analizó el impacto económico de la política del mandatario estadounidense en la región y el mundo.

“Constituye una verdadera incógnita la evolución que adoptará la actual tendencia alcista de los precios que, en gran medida, dependerá de la forma en que se manejen las cuentas del sector público, pero -por sobre todo- del grado de moderación y prudencia que exhiban los representantes de los partidos que componen el espectro político”, expresó en su columna del 7 de mayo de 2010.

En 2012, Treber presentó su 23er. libro, que tituló Incógnitas y desafíos del mundo actual y sintetizó su ética con la frase: “Cada vez que escribí un libro fue porque tenía algo para decir”.

El fallecimiento del contador Salvador Treber generó un profundo pesar en la familia de Comercio y Justicia Editores. Lo recordamos (más allá del plano profesional, indudablemente uno de los economistas más respetados del país), como una persona de gran nobleza. 

De una generosidad que no se limitó sólo a plasmar visión, honestidad y calidad profesional en las páginas de Comercio y Justicia, en el cual comenzó a escribir en 1957. Sino aquella otra generosidad cálida y humana que nos demostró al acompañarnos en el proceso de recuperación de la empresa en 2002. 

En aquellos todavía turbulentos días (después de la crisis de diciembre de 2001), Treber retomó su habitual espacio Nota de Fondo, como si el periódico no hubiera dejado de editarse ni un sólo día. 

Siguió haciéndolo con puntualidad inflexible hasta el año pasado. Tanto en este diario como en el suplemento Factor, en los que analizaba con minuciosidad hechos de la política económica o tributaria con la necesaria cuota de docencia que se requiere para abordar temas complejos en el limitado espacio de una página de diario.

Tuve la oportunidad de conocer personalmente al contador en 2004, cuando Comercio y Justicia lo homenajeó por su inestimable apoyo junto a Effraín Bischoff, Silverio E. Escudero y Matías Altamira, también columnistas del periódico. 

Sin embargo, fue varios años después, como editor de Opinión, cuando pude valorar en su real magnitud su impronta y su aporte al pensamiento político y económico. Marcas que trascienden a una sola columna. Es en la sucesión de textos en los que se percibe su coherencia y su convicción de que el país puede superar las dificultades y alcanzar una realidad mejor.

Por su compromiso y dedicación con esos valores expreso (también en nombre de quienes hacemos Comercio y Justicia) el más respetuoso agradecimiento a su persona. 

^{(*) Editor de Opinión}