El director de Propiedad Intelectual de la Organización Mundial de Comercio (OMC), Antony Taubman, de Australia, consideró que las patentes son “herramientas políticas” y deben estar “subordinadas a los intereses públicos”, al iniciarse en ese organismo un nuevo debate sobre la exención temporal de la propiedad intelectual en el desarrollo de vacunas y otras tecnologías contra el coronavirus.
Al menos 110 países, incluida Argentina, ya demostraron de forma explícita su apoyo a la propuesta presentada en octubre pasado por India y Sudáfrica, que propone la suspensión “al menos por tres años” de las patentes para dar tiempo a una inmunización global contra el virus y todas sus variantes.
Sin embargo, como las decisiones en la OMC se toman por el consenso de sus 164 miembros, alcanza la oposición férrea demostrada hasta el momento por la Unión Europa (UE), el Reino Unido y Suiza, sedes de las grandes farmacéuticas, para no llegar a un acuerdo.
La discusión se retomó ayer formalmente en el organismo con sede en Ginebra y proseguirá hoy (en la madrugada de Argentina) ante la gran cantidad de delegaciones que tomaron la palabra.
En plena efervescencia del debate, Taubman criticó: “Existe riesgo de que los derechos de la propiedad intelectual se puedan exceder y no sean leídos como lo que son, herramientas de políticas que deben estar subordinadas a los intereses públicos”.
Al participar del foro internacional “Geopolítica de las vacunas. Hacia una estrategia argentina de desarrollo y producción”, organizado por el Consejo Económico y Social, Taubman agregó: “Una de las cosas importantes que surgieron en estas negociaciones es que los derechos de propiedad intelectual tienen un rol para fomentar la innovación, pero tienen que brindar soporte para poder acceder a esa innovación, a las nuevas tecnologías y deberían ser en beneficio público”.
El australiano apuntó así contra uno de los principales argumentos de los grandes laboratorios y de los países que rechazan la exención, basado en una defensa de las patentes como incentivo a la innovación y la producción de vacunas.
Taubman indicó que el levantamiento temporal de la propiedad intelectual podría abrir un camino a una “enorme gama de soluciones” para luchar contra la pandemia, aunque aclaró que por sí sola la medida no resuelve la falta de inmunizantes y su actual acceso desigual.
Si bien el avance de esta propuesta podría aumentar la producción en escala de los fármacos y su abaratamiento, Taubman entiende que se necesitará mucha “solidaridad y trabajo en conjunto” entre los países para que eso se traduzca en una inmunización global.
“Las cadenas de producción y suministros son muy complejas. La vacuna de Pfizer y BioNtech, por ejemplo, fue desarrollada gracias a una colaboración internacional y requiere 280 componentes de 19 países. Necesita una temperatura muy baja para su almacenamiento y transporte”, ejemplificó.
La suspensión de patentes no elimina esta complejidad, según aclaró, por lo que cuestionó otras barreras, como los controles de exportación en los insumos que se necesitan para fabricar el inyectable.
“Necesitamos más transparencia en los flujos comerciales para asegurarnos de que la producción no sea solamente de un puñado de países y que haya una mayor resiliencia, diversidad de insumos y sea más barato y menos complejo hacer las vacunas”, comentó.
Gracias a la movilización de organizaciones humanitarias, como Amnistía Internacional y Médicos sin Fronteras, entre otras, y sobre todo el respaldo abierto que dio Estados Unidos a principios de mayo, se espera que más países apoyen la propuesta en este nuevo encuentro.
Nueva Zelanda y Ucrania ya revirtieron su posición para manifestarse a favor, mientras que otras naciones como Canadá y Japón pasaron del rechazo absoluto a una la aceptación de la posibilidad de un acuerdo basado en un consenso general.
La UE, el Reino Unido y Suiza se mantienen firmes en su oposición y durante la última reunión informal en la OMC repitieron el argumento de que las patentes no son un obstáculo para producir vacunas, como sí lo son otros factores vinculados con el conocimiento técnico y práctico (resumido en el anglicismo “know-how”), la capacidad tecnológica, la seguridad y la calidad del proceso.
Esta postura se evidenció en encuentros multilaterales, como la Cumbre Mundial de Salud del G20 o el dedicado específicamente al coronavirus que organizó esta semana Japón junto a la Alianza para la Vacunación (Gavi), en los que los países europeos insistieron en el camino de donar vacunas sobrantes pero no liberar las patentes de los fármacos.