Lo indicó la OIT en una actualización de su informe sobre perspectivas de empleo para América Latina y el Caribe. La desigual distribución de los cuidados en el hogar afecta decisivamente a las mujeres
Durante 2020, la pandemia de coronavirus puso de relieve la cuestión de género de una manera significativa. Tanto en temas vinculados a la violencia contra las mujeres en sus propios hogares como en las dificultades que presenta para este segmento de la población el mercado laboral y la desigual distribución de las tareas domésticas tomaron protagonismo.
A un año de iniciada la crisis sanitaria mundial, estas problemáticas están lejos de solucionarse y, según la Organización Internacional del Trabajo la nueva ola de Covid-19 que está avanzando en todo el mundo profundizará las brechas laborales de género, sobre todo a nivel regional
“La pérdida porcentual de empleo femenino (-18%) a nivel regional entre el primer y segundo trimestre de 2020 superó a la contracción del empleo masculino (-15%)”, precisó la entidad en el documento recientemente publicado bajo el título “Transitando la crisis laboral por la pandemia: hacia una recuperación del empleo centrada en las personas”, que pertenece a la Serie Panorama Laboral en América Latina y el Caribe 2021.
En detalle, esta situación es asociada por los especialistas a la mayor presencia femenina en sectores económicos más afectados por la coyuntura como la hotelería y los restaurantes. Además, este segmento de la población es el que proporcionalmente más trabaja en la informalidad, como sucede con el personal doméstico.
En este sentido, se precisó que, dado el contexto actual, “la tasa de participación económica femenina registró en el segundo trimestre de 2020 un valor mínimo de 42,8%, representando una caída de 9 puntos porcentuales (-18%) respecto de igual trimestre de 2019”.
El complejo escenario se plantea también en el marco del rol que tradicionalmente se asigna a las mujeres en el ámbito doméstico. En esta línea, el informe internacional advirtió de que existen “crecientes dificultades de conciliar el trabajo remunerado con las responsabilidades familiares en un contexto en donde los servicios educativos y de cuidado se vieron profundamente alterados de la mano de las medidas sanitarias para el distanciamiento y reducción de la movilidad de las personas”.
Vale aclarar además que el retroceso en la participación laboral de las mujeres se produjo después de décadas con mejor desempeño.
“En promedio para la región, hace más de 15 años que no se registraba una tasa tan baja de participación económica de las mujeres”, sentenció el texto consultado.
Así, “las nuevas olas de contagio y, con ello, la implementación de medidas de confinamiento pueden generar, nuevamente, mayores impactos negativos en la actividad y el empleo en sectores con mayor presencia femenina dificultando, aún más, la recuperación de este tipo de ocupación y amplificando las brechas laborales por género”, se aseveró.
Desafío
Dadas estas cifras, la reconfiguración del empleo de las mujeres en la región en contexto de pandemia extendida en el tiempo es un desafío central.
“Aun cuando se observaron avances significativos en las últimas décadas en la situación de las mujeres en el mercado de trabajo, durante el nuevo milenio se desaceleró fuertemente el crecimiento en la oferta laboral femenina a la vez que la precariedad y la informalidad siguen afectando con mayor fuerza a las mujeres que a los hombres”, explicó la entidad.
“El abanico de oportunidades de empleo sigue siendo muy acotado para las mujeres de bajo nivel educativo donde el trabajo en casas particulares concentra una porción muy significativa del empleo en este subgrupo de trabajadoras, a pesar de que tendencialmente esta categoría ocupacional ha venido disminuyendo”, se agregó.
Salud mental
En el marco de la pandemia, la Asociación Americana de Psicología publicó un artículo titulado “Cómo las mujeres trabajadoras pueden gestionar el equilibrio entre el trabajo y la vida privada durante el covid-19”, en el que se reconoce que en la actualidad “las mujeres de todos los orígenes raciales están en la fuerza laboral”, no obstante este avance también “ha aumentado las responsabilidades de las mujeres, ya que se desempeñan profesionalmente y aún soportan en gran medida la carga del trabajo en el hogar”.
“Estas responsabilidades duales pueden aumentar el estrés, comprometer la salud física y emocional y provocar agotamiento y reducir la productividad laboral”, advirtió la entidad que agrupa a los profesionales del campo de la salud mental de Estados Unidos.
En este sentido, la organización recomendó que “los empleadores reflexionen cuidadosamente sobre las formas en las que las mujeres se encuentran desproporcionadamente sobrecargadas y cómo este trabajo adicional limita sus oportunidades de progreso, así como su bienestar general”.
En este sentido, la organización promueve en el artículo a que las mujeres (y su entorno) puedan reconocer que no existe el equilibrio “perfecto” entre el trabajo y la vida familiar, lo cual se erige como un “mito inalcanzable”.
En lugar de estas ideas, es fundamental reconocer la multiplicidad de roles que se cumplen en la vida diaria y priorizar el esfuerzo y el tiempo, según las circunstancias.
Mientras, resulta clave promover la contribución del entorno familiar y laboral para la distribución de la carga de trabajo en ambos ámbitos.