Por Alejandro Zeverin (*)
La admonición de la vicepresidente Cristina Fernández de que existían funcionarios que no funcionaban, tuvo como consecuencia muchas interpretaciones. Ella dirigió el dardo hacia la subejecución presupuestaria, sobre cuánto dinero utilizó cada ministerio en el complejo año de la pandemia, dato útil para analizar una gestión.
Sin embargo, las interpretaciones fueron disímiles y, según a quien la cabía el sayo, tropa adentro disimularon el empujón. En la oposición lo entendieron casi como la declaración de guerra abierta sin retorno entre el presidente Fernández y la señora Fernández. Ella dijo: “Hoy maltratan a un presidente que, más allá de funcionarios o funcionarias que no funcionan y más allá de aciertos o desaciertos, no tiene ninguno de los ‘defectos’ que me atribuían”. Hasta ahora, pensamiento libre. Pero vayamos a los hechos, que es lo único sagrado.
El velatorio de Diego Maradona fue un verdadero desastre de concepción, planificación y prevención desde la mirada de la seguridad, resultando la responsable “una funcionaria que no funciona” a cargo del Ministerio de Seguridad: Sabina Frederic. Lo peor del caso fue el achaque de responsabilidad -por todo lo que no se previó y previno- echándole la culpa al jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y el vicejefe, Diego Santilli, responsables de la Policía de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). Todos sabemos que, en lo atinente a cuestiones de seguridad de la Casa Rosada, el Presidente o el Poder Ejecutivo son quienes tienen responsabilidades compartidas. En lo militar, es el Regimiento de Granaderos a Caballo mediante la Casa Militar. Para el resto de las cuestiones, repartidas según la función, las responsables son las fuerzas federales que obviamente tienen un único comando en el Ministerio de Seguridad.
En este caso concreto, la Policía de la Ciudad estaba subordinada a las órdenes del Ministerio de Seguridad.
Para salvar su pellejo, Frederic, politizando lo que dijo que quería despolitizar, aseveró: “Lo mejor es que la Justicia investigue”. Avaló así la denuncia previa presentada por la Secretaría de Derechos Humanos por la represión llevada a cabo por la Policía de CABA, que pedía se investigaran delitos de intimidación pública, abuso de autoridad y abandono de persona (artículos 211, 248 y 106 del Código Penal, CP) argumentado “el violento accionar llevado adelante por efectivos policiales”.
Todo acompañado por una edición de imágenes que, decía, “prueban la represión violenta y desmedida”, Frederic ratificó que “era falso” el argumento de las autoridades porteñas de que el Gobierno nacional le ordenó que cortara la fila de personas que querían participar del velatorio en la Casa Rosada, a la altura de las avenidas de Mayo y 9 de Julio. La ministra habría insistido: “Nosotros no dimos la orden. Yo no puedo dar una orden a la Policía de la Ciudad”.
Las comunicaciones escritas, sin embargo, demuestran que la orden de cortar la fila provino de la Casa Militar-Ministerio de Seguridad, por la responsabilidad sobre personas y bienes de la Casa Rosada, que les competía, y porque ésta había empezado a ser asediada por barra bravas. La Ley de Seguridad Nacional 24099 establece las bases jurídicas, orgánicas y funcionales del sistema de planificación, coordinación, control y apoyo del esfuerzo nacional de policía tendiente a garantizar la seguridad interior.
En el título 4 se refiere al empleo de los cuerpos policiales y fuerzas de seguridad. En su art. 25 se dispone: “En caso de resultar necesario un grado de acción conjunta mayor al de colaboración, coordinación de operaciones simultáneas o relaciones de apoyo, (…) designará a cargo de las operaciones conjuntas de seguridad a un jefe perteneciente a uno de los cuerpos policiales o fuerzas de seguridad del Estado nacional intervinientes, (…) al que se subordinarán los elementos de los restantes cuerpos policiales y fuerzas de seguridad nacionales y provinciales participantes en la operación”.
Por ello, la frase “nosotros no podemos dar la orden a la Policía de la Ciudad” de Frederic, fue mentira o una ignorancia funcional de una “funcionaria que no funciona”.
No deja de sorprender una ministra de Seguridad que no sabe cuál es el ámbito de sus competencias. Lo vimos con el asunto de “tomas de tierras privadas”, que en definitiva proclamó la ineficacia y vigencia de nuestro CP derogando políticamente el art. 181, que es el delito de usurpación, con una actuación que en suma alentó usurpaciones que tuvieron que resolverse con gran esfuerzo, desgaste institucional y económico. No se dio cuenta -o sí- de la inadmisible injerencia en cuestiones de estricta competencia del Poder Judicial.
Llegó hasta a comunicar desde su Ministerio que en la Casa Rosada no hubo violencia, cuando hasta bustos de expresidentes fueron destruidos, el Patio de las Palmeras fue arruinado y obligó a un Presidente de la Nación, custodiado por el efectivos del Regimiento de Granaderos, a pedir calma con un megáfono desde el primer piso.
Frederic profundizó su ignorancia de lo “popular” cuando aseveró que no tuvo en cuenta la existencia de las famosas barras bravas del fútbol. Es decir, en el velatorio del mejor jugador de fútbol del mundo, del ídolo indiscutido de toda persona afín a este deporte, no se tuvo en cuenta que esas lacras “que por donde pasan destruyen, roban, venden droga y siempre generan violencia”, formarían parte de la procesión. Inadmisible.
Para finalizar, una cuestión no menor y preocupante, altamente sugestiva, es que desde su asunción no hayan existido procedimientos importantes contra el narcotráfico y que es manifiesta la queja de los jueces federales de todo el país de que esa lucha, por ahora, se viene perdiendo.
(*) Abogado penalista, UNC. Master en Criminología, Universidad de Barcelona