La licenciada en Psicología y psicoanalista Laura Pepe interroga sobre las nuevas formas de hacer lazo, aun en situación de aislamiento. Textos y videollamadas están en el centro de la escena
Luz Saint Phat / [email protected]
Planificar un encuentro a través de diferentes plataformas de videollamadas es hoy lo que hace apenas unas semanas era invitar a tomar un mate. Así, la disposición de aislamiento social, preventivo y obligatorio incrementó una tendencia que ya venía ganando lugar entre los más jóvenes y en el ámbito laboral, predominantemente.
Frente a esto, se multiplican los interrogantes y Laura Pepe -licenciada en Psicología, psicoanalista y coordinadora de Contingencias Espacio Terapéutico- aceptó la invitación de Comercio y Justicia para explorar algunas ideas sobre la importancia de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en este tiempo de cuarentena.
-Las tecnologías están teniendo un papel predominante en el sostenimiento de los vínculos afectivos en estos días. ¿Esto implica una reconfiguración significativa en la manera de relacionarse? ¿Puede pensarse un antes y un después de esta pandemia a este respecto?
-Coincido en que las llamadas nuevas tecnologías están teniendo un rol protagónico en estos días. En este punto, qué uso darles a los objetos es una pregunta que se vuelve a actualizar en el contexto en el que vivimos. Desde el psicoanálisis estudiamos los objetos (gadgets) como aquellos que en reiteradas ocasiones dejaban al sujeto metido en una burbuja, en su goce autoerótico, en una modalidad solitaria de satisfacción, por pantallas, juegos, pornografía, etcétera. Pero ¿cómo pensar esto hoy, cuando hemos pasado de ese uso autístico a uno mucho más extensible al otro, un uso que permite hacer un lazo en el medio del autismo que implica el encierro en nuestras casas?
Las nociones de tiempo y proximidad también se vuelven cuestionables desde la vía virtual del contacto social actual. Estar cerca aún permaneciendo en el confinamiento, intermediado por las pantallas, alivia sin dudas muchas veces la vivencia de cada uno frente a este encierro obligado. Así, apelar a un uso que permita cierta funcionalidad de esos objetos en el lazo con otros me parece que es lo inaugural y el desafío de la utilización que hacemos de las tecnologías hoy, cuando el eje del miedo se volvería el punto peligroso del apego a los mensajes que se transmiten en los medios de comunicación.
– Una de las herramientas de mayor utilización para el contacto en estos días de aislamiento social es la videollamada. Teniendo en cuenta este contexto excepcional, verse y escucharse ¿es suficiente para producir los encuentros?
– En este punto me parece interesante mencionar que tanto los psicoanalistas Sigmund Freud como Jacques Lacan se encontraban atentos a su época y al contexto en el cual fueron desarrollando su experiencia. De este modo, no podemos más que seguir su ejemplo especialmente en estos tiempos, en los que nos contactamos al otro, hacemos lazos y encuentros “virtuales”. Entonces ¿cómo quedar al margen de esto, que además es una cuestión mundial que abarca a todos los que habitamos el planeta?
Las lecturas y posiciones frente a la utilización de la videollamada obliga, como se está comentando permanentemente en artículos, textos de circulación vía web, a cuestionar y repensar los modos de encuentros. Algunos referentes plantean que es prematuro sacar conclusiones pero sí existe un consenso de que se trata de un tema a debatir y conversar ampliamente dentro del campo analítico, ya que se ponen en juego posicionamientos que implican replantear categorías tales como cuerpo y presencia, entre otros.
Aun así, está claro que la presencia física no es lo mismo que la presencia virtual. Ahora estamos en una situación de coyuntura pero habría que pensar a futuro los efectos que puede tener este avance continuo de la tecnología en la vida cotidiana y cómo eso puede influir en la constitución subjetiva.
– Para la misma práctica del psicoanálisis en estos días, la videollamada es un recurso frecuente. ¿Qué discusiones se entablan en torno al uso de esta herramienta?
– Considero que hoy más que nunca el psicoanálisis nos llama a estar a la altura de la época para desde allí poder orientarnos y orientar nuestra práctica. En este sentido, me parece fundamental sostener el espíritu investigativo que Freud nos marcó. Él, en un campo en donde no tenía otras referencias más que las biológicas y sosteniendo su deseo con una firmeza incomparable, se propuso investigar, desde su disciplina, el malestar psíquico. Desde allí es que inventó, cuestionó, construyó sus teorías sobre el inconsciente. Esto luego continuó Lacan, explorando la dimensión del significante y de la palabra y sus efectos en el cuerpo. Entonces, con esos antecedentes, desde este mapa sin marcar se puede abordar lo desconocido para nosotros: el Covid-19. Así, la videollamada como herramienta puede ser una alternativa que invite a cuestionar, inventar y construir modalidades y abordajes acordes a la época, sin descuidar ni olvidar los principios de nuestra clínica.
Porque si hay algo que tenemos que subrayar -que es un continuum entre nuestra época y la de Freud y Lacan- es cómo la irrupción de la angustia abre al interrogante de no saber cómo ni qué hacer ante eso que no tiene respuestas, que hoy se encuentra en permanente incertidumbre. ¿Cómo eso es vivido de diferente modo por cada uno? De allí la apuesta del psicoanálisis de dar lugar al modo singular de arribar a alguna pregunta/respuesta posible frente a lo que se presenta abruptamente en nuestra experiencia. En relación con esto, aparecen constantemente por mensajes e imágenes, memes y videos modos en que se atraviesa el miedo, la angustia, el aburrimiento, el tedio del encierro, el amor y el odio por los líderes, etcétera. Cómo hacer con estas pasiones y afectos para que puedan ser motor y permitir una brújula en lo cotidiano de cada quien es un desafío y una apuesta.
– ¿Qué aportes puede realizar el psicoanálisis para pensar este tiempo de aislamiento mediado por las nuevas tecnologías?
-¿Cómo hacer para que el confinamiento, encierro, distanciamiento o el nombre que se utilice a la modalidad de preservarnos hoy, pueda convertirse en una oportunidad para el encuentro, es un descubrimiento en soledad de cada quien? ¿Cómo habitar la cuarentena de un modo que nos permita un encuentro con lo que orienta en esa soledad, para hacer lazo con nosotros mismos y con el otro, es la cuestión?
Me parece oportuno ubicar que la pandemia como catástrofe mundial que día a día vamos transitando no implica directamente efectos traumáticos para todos por igual. El Covid-19, coronavirus, encierro, aislamiento, confinamiento son palabras que no tocan por igual a todo el mundo, sino que cada una resuena de un modo diferente para cada sujeto. Permitir echar luz allí, en lo que posibilite orientar qué implica a cada sujeto, el encierro, de qué está hecha la cuarentena, abre una oportunidad que nos da el análisis. Es la oportunidad de habitar esas marcas, de hacer algo con lo que invocan las palabras, lo que resuena en el cuerpo de cada uno para que, de este modo, se vuelva posible una invención, una nueva forma de apostar a la convivencia entre el virus, los cuerpos y las palabras.