El mercado emergente más grande del mundo, llamado a ser la siguiente potencia del siglo XXI,
enfrenta graves conflictos sociales y religiosos que agregan inestabilidad a un escenario global complejo
Por Gonzalo Fiore
Especial para Comercio y Justicia
Si el Proyecto de Enmienda de Ciudadanía prospera, decenas de miles de ciudadanos de India podrán convertirse en apátridas de un día para el otro. Esta situación es la que tiene al país sumido en una ola de protestas masivas y violentas que dejaron seis muertos en el último fin de semana a raíz de enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad. Impulsado por el gobierno indio de derecha, por el primer ministro Narendra Modi y el presidente Ram Nath Kovind, el polémico proyecto está a un paso de convertirse en ley, tras la firma de Kovind el pasado jueves. Con la nueva normativa, se les otorgará la nacionalidad india a todos los migrantes indocumentados llegados de los vecinos Afganistán, Bangladesh y Pakistán, histórico enemigo de India en la región. De esta manera, minorías religiosas como los parsi, jain, budistas, sij y cristianos que logren demostrar que vienen de esos países, lograrán acceder a la ciudadanía de India. Sin embargo, la ley es resistida fuertemente debido a que deja fuera a los musulmanes.
La oposición asegura que es una medida discriminatoria que además se enfrenta a la tradición secular del Estado indio. Modi, un ultranacionalista hindú, tiene una relación conflictiva de larga data con los musulmanes. Bajo su mandato, cuando era gobernador del estado de Gujarat, ocurrió un pogromo, es decir, una matanza masiva y premeditada de un grupo étnico determinado, en este caso de musulmanes. Ello les costó la vida a 800 personas y fue causal de que a Modi le impidieran viajar a Estados Unidos y lo confinaran al ostracismo político en Gran Bretaña. No obstante, no le impidió convertirse en el primer ministro de su país con una agenda conservadora de extrema derecha. Conocido por haber sido parte del movimiento paramilitar nacionalista astriya Swayamsevak Sangh (RSS), Modi nunca ocultó su rechazo al islam y su intención de convertir India en un país homogéneo con una sola religión: el hinduismo. Los musulmanes allí representan 13,4% de la población, mientras que los cristianos son apenas 2,3% y los budistas, 0,8%.
El RSS fue proscripto por los británicos cuando India era parte de su imperio. Luego de la independencia fue prohibido nuevamente en tres ocasiones diferentes. La primera fue en 1948, cuando un militante del movimiento asesinó a Mahatma Ghandi. En otra oportunidad, miles de militantes del RSS destruyeron hasta sus cimientos la mezquita de Babri Masjid en 1992, que databa de 1527. Otro de los enemigos predilectos del movimiento son los comunistas y la izquierda india en general, contra los cuales se han cometido asesinatos en numerosas ocasiones. El partido político que llevó a Modi a la victoria es el Popular Indio (PPI). Se define a sí mismo de ideología conservadora, religioso hinduista y defensor de invertir un gran presupuesto en cuestiones militares. Dentro del PPI se encuentra el RSS, una de las organizaciones principales de él. Actualmente es el partido mayoritario de India, al haber vencido en las últimas elecciones al histórico Congreso Nacional Indio (CNI), más cercano a la izquierda y defensor del laicismo.
La religión en el país juega un papel fundamental, mucho más profundo del que desempeña en países occidentales. El gigante tampoco es ajeno al auge mundial que viene teniendo la extrema derecha de corte nacionalista o populista. Modi es un representante de ambas corrientes, por ello ha sido reelecto a comienzos de este año para un nuevo mandato de cinco años.
India es la democracia más grande del planeta: en la última elección votaron más de 600 millones de electores. Su liderazgo personalista es uno de los más fuertes de las últimas décadas en el país. A pesar de los datos económicos, con un desempleo tan alto que ni siquiera existen estadísticas oficiales, la retórica polarizadora y nacionalista del líder fue suficiente para derrotar al histórico CNI, que viene atravesando una crisis de identidad tan grande que incluso ha desaparecido completamente de varios Estados.
El gigante de Asia del Sur es el mercado emergente más grande del mundo. No son pocos los analistas que aseguran que India se convertirá en el próximo gran boom internacional posterior al ascenso de China. Mientras tanto, debe resolver primero sus profundos conflictos internos, tanto religiosos como sociales. Por ahora, la mayoría de los indios ha elegido hacerlo mediante la extrema derecha ultranacionalista, aunque no son pocos quienes consideran que eso está destruyendo las mismas bases de la nación. Los musulmanes son el mayor grupo minoritario del país; más de 170 millones de personas profesan esa religión. También son el blanco preferido del gobierno debido a que no encajan en su idea de una “India homogénea” bajo el hinduismo. Esta por verse cómo se saldan esos conflictos; todo indica que, por lo pronto, están muy lejos de hacerlo.