Si bien el presidente del Consejo reconoce que esa opción significa de igual modo un default, destaca que así se podría acceder a los mercados internacionales que buscarían mejores tasas de las que ofrecerá el mundo
El tipo de reperfilamiento que debería encarar Argentina con respecto a su deuda (irlandés, uruguayo o ucraniano) genera debates. Al respecto, los integrantes de la Comisión de Economía del Consejo Profesional de Ciencias Económicas (CPCE) de Córdoba analizaron ayer la coyuntura en un encuentro con la prensa del que participó Comercio y Justicia. En la oportunidad se mostraron a favor de que sea sin quita, ya que eso “permitiría acceder a los mercados internacionales de crédito”.
“Si bien cualquier reperfilamiento es de igual modo un default, cuando se hace sin quita el enojo de los acreedores es menor y eso mantiene los mercados internacionales abiertos”, explicó el presidente del Consejo, José Simonella. “Hay que tener en cuenta que las tasas de interés que ofrece el mundo están en torno a cero, con lo cual, no será difícil tentar a los inversores. El problema que tenemos es la falta de confianza”, agregó Simonella luego de que la economista Mary Acosta explicó que el reperfilamiento duplica la deuda que el país debe enfrentar en 2020.
“Antes de reperfilar, la deuda para con el sector privado que había que enfrentar el año que viene era de poco más de 10.000 millones de dólares. Era una cifra no tan difícil de conseguir en el mercado con tasas mayores a las que ofrece el mundo”, explicó.
“El gran secreto es generar confianza –dijo Simonella-. Si el FMI libera los 11.000 millones de dólares y se reordenan los vencimientos, no es tan complicado”.
En ese sentido, Acosta indicó que el escenario anterior a las PASO era mejor que el que quedó configurado después de las primarias. Antes había posibilidades de cerrar el año en una situación casi de equilibrio. El deterioro fiscal posterior alcanza los 1.200 millones de dólares que, sumado a otros ítems equivale a una necesidad de financiamiento de 5.000 millones de dólares. Eso obligó al reperfilamiento de deuda por 8.000 millones de dólares. Así, la necesidad de financiamiento para este año crece a 1.800 millones de dólares y cambia el panorama para el año próximo, cuando se necesitarán 27.000 de dólares a los que se agregan los 8.000 millones reperfilados.
Si el FMI no desembolsara el dinero, la necesidad global para el año entrante sería de 41.000 millones de dólares, indicó Acosta.
“La seducción de una quita y que se vuelva a caer en default es muy riesgoso; hay que alargar plazos pero no hacer quita”, resumió Simonella.
Deuda privada
En lo que hace a Letras en manos del sector privado, el perfil original para el año que viene pasó de 3.969 millones de dólares a 14.224 millones (una parte está en pesos, estructurada en Lecap, Lecer y Lelinks).
Suponiendo que se logra reperfilar sin quita, los economistas alertaron que aún queda el desafío de desarmar las Leliq.
Tanto los encajes como la tasa de interés fueron las herramientas utilizadas por el Banco Central de la República Argentina (BCRA) para contraer el circulante, buscando contener la inflación y la mayor presión sobre la demanda de dólares. Así, la tasa de referencia fue subiendo y el stock de Leliq creciendo hasta alcanzar un billón de pesos.
“Desarmar esto implicaría ingresar a la economía una liquidez muy importante”, definió Acosta. Hay estimaciones que indican que 20% del total de depósitos a plazo fijo estarían en condiciones de desarmarse para comprar dólares en las actuales condiciones de restricciones.
Para desarmar las Leliq, indicaron, hay diferentes opciones: bajar la tasa de interés; aumentar el encaje bancario; endurecer el control de capitales y combinar esas herramientas.
“Difícilmente se de un escenario puro; seguramente habrá una combinación”, planteó Simonella apuntando a que será “monitoreando y con cuidado del frente fiscal”.
Estanflación
Los economistas del CPCE indicaron que las estimaciones reflejan como muy probable que 2020 sea otro año de estanflación, es decir, con caída en el nivel de actividad y una inflación
cercana a 40%.Reservas
Mary Acosta indicó que las reservas del Banco Central vienen sufriendo bajas incesantes, tanto por pagar compromisos como para contener el precio del dólar. “Al ritmo actual –agregó Simonella- se llega al cambio de Gobierno, aunque quedarán pocas. Hay que ver cómo reaccionan los agentes domésticos y también lo que pase con la volatilidad internacional después de las próximas elecciones”.