Según una investigación realizada en tres puntos geográficos del país, pueden influir los roles y estereotipos dominantes de femineidad y masculinidad. Además, las personas con poca instrucción también presentan porcentajes elevados de malestar
Por Luz Saint Phat – [email protected]
En tiempos en los que cada vez más se discute el rol y la situación específica de las mujeres en el país y en el mundo, un estudio realizado en distintos puntos de Argentina indicó que esta población presenta altos niveles de “sintomatología mental”.
Los resultados de la indagación, que se encuentran publicados en el último número de la Revista de Salud Pública de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), señalan que también registraron niveles elevados de malestar las personas que tienen bajo nivel de instrucción.
El artículo de referencia se titula “Validación del cuestionario epidemiológico en sintomatología mental (Cesim) en población argentina” y sus autoras son Mariela Muñoz Rodríguez, licenciada en Psicología y becaria doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnica (Conicet); y Celina Korzeniowski, doctora en Psicología e investigadora asistente también del Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales (Incihusa-Conicet).
En detalle, la publicación se refiere a la investigación que desarrollaron las académicas para analizar las propiedades psicométricas del cuestionario, con relación a la posibilidad que brinda la herramienta para proveer al sistema sanitario de datos normativos sobre la salud mental de la población adulta argentina.
En el marco de este estudio experimental -en el que participaron 1.216 individuos de 18 a 90 años habitantes del Gran Mendoza, La Plata y Avellaneda- se pudieron conocer algunos aspectos descriptivos de la sintomatología presentada por esta población.
Así, resultó que mujeres y personas de baja instrucción presentaron mayores niveles de malestar mental, según se constató en los resultados y se consignó en la publicación académica.
En el caso de la población femenina -que es uno de los aspectos que más se destacan en la conclusión del artículo- se observó que el porcentaje de malestar alto llegaba a 54,2%, y de muy alto, a 68,2%; esto en comparación con los hombres, quienes presentaron alto en 45,8% y muy alto en 31,8%.
Como interpretación de estos hallazgos, las investigadoras indicaron: “Este punto hace que se genere la pregunta sobre la posibilidad de la existencia de sesgo sexo-genéricos frente a este aspecto” y que “investigaciones sobre salud mental y género muestran que los factores sociales establecen diferencias injustas entre sexos, tanto roles asignados como estereotipos dominantes de femineidad y masculinidad”.
En este sentido, las académicas detallaron: “Al leer las asociaciones de sintomatología mental desde la perspectiva de género y analizando que la información viene desde el auto reporte, nos permiten pensar que el mayor registro emocional y conciencia sobre el propio cuerpo que tienen las mujeres puede repercutir en el reconocimiento sintomático; mientras que en los varones la necesidad de ser funcionales, fuertes y productivos, podría asociarse a poca virilidad”.
En cuanto a los niveles presentados según el grado de escolaridad alcanzado por lo participantes del estudio, el artículo concluyó que, tal como lo ha demostrado estudios previos, “se deduce que las herramientas dadas por la educación formal afectan los procesos de salud-enfermedad en las personas”.
Por otro lado, la aplicación del cuestionario también permitió conocer que en relación a las edades, quienes están comprendidos entre los 18 y 34 años obtuvieron porcentajes más altos, lo cual fue relacionado por las autoras “con el monto de estrés presente en las edades en donde se supone el ingreso a la etapa productiva capitalista de las personas y que a su vez se asocian con la salida del hogar de origen sea de manera material o simbólica con ingresos o composición de nuevas redes vinculares”.
En tanto, en lo referente a lo geográfico, Mendoza obtuvo las puntuaciones más altas, lo cual fue vinculado al modo de productivo regional donde existe una “gran presencia de trabajo precarizado” y “posee altas tasas de personas migrantes, así como personas que han sido desplazadas por el impacto de desastres naturales o con dificultades habitacionales”.
Instrumento
El Cuestionario Epidemiológico de Sintomatología Mental versión breve (Cesim) es un instrumento que valora la sintomatología mental autopercibida, según se definió en el documento de la revista académica.
La herramienta fue diseñada en Córdoba en 1993 y las investigadoras aseguraron que “este instrumento ha sido validado y sometido a estudios de confiabilidad” y “además, la validez ecológica, satisfechas las exigencias psicométricas, deviene del hecho de haber sido construido dentro del mismo país”.
De esta manera, el cuestionario es pasible de ser utilizado en el relevamiento de una información epidemiológica que posibilite la planificación estratégica del sistema sanitario, más teniendo en cuenta que “las técnicas que se utilizan (en la actualidad) son principalmente la de organismos internacionales y éstas no tienen consistencia ecológica ni están validadas en el país”, indica el resumen del artículo.
El cuestionario aplicado y depurado para esta investigación constó de 37 ítemes agrupados en ocho factores: angustia, agresividad/autoestima, ansiedad, ideas de persecución, inseguridad/dependencia, vivencias de malestar relacionadas con el cuerpo, alucinaciones-delirios, desorientación/pérdida de memoria. Además, se incluyeron indicadores de enfermedades psicosomáticas.
“Poseer instrumentos con validez ecológica y adecuadas propiedades psicométricas es un aspecto de relevancia para pensar en contexto los procesos de salud-enfermedad-atención. A esto se hace inminente incorporar una lectura con enfoque social, teniendo en cuenta la complejidad y las multideterminaciones de las condiciones sociales”, concluyeron las académicas.
Aun así, vale señalar que la muestra tomada para el estudio no es representativa de todo el país, por lo cual las investigadoras sugieren “realizar nuevos estudios en otros contextos y regiones”