ESCUCHARPor José Emilio Ortega – Santiago Espósito
El “Palacio de los López” es, probablemente, uno de los edificios más bellos de la no menos hermosa ciudad de Asunción.
Su signo fue trágico: mandada a construir por Francisco Solano López como residencia -en la época en la que los caudillos gobernaban desde su casa-, apenas pudo utilizarla. Tras la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870), fue confiscada, luego abandonada y finalmente restaurada -transformada en casa de gobierno-, recién a fines del siglo XIX.
Durante el siglo XX, las cosas no fueron mucho mejor. Los constantes cabildeos e intrigas sumergieron a Paraguay aún más. Ni siquiera la victoria en la Guerra del Chaco (1932-1935), le permitió salir a flote: el héroe del conflicto, el general José Félix Estigarribia, falleció en un accidente aéreo durante 1940, a poco de asumir la presidencia.
Sobrevendrían tres lustros de oscuridad, con una guerra civil (1947). Un enésimo golpe de estado en 1954, dio inicio a la posterior dictadura de Alfredo Stroessner, que se extendió hasta 1989, concluida a manos de una revolución liderada por su consuegro, Andrés Rodríguez.
Desde entonces, los conflictos graves subsisten, a pesar de los siete turnos electorales ocurridos desde 1989. Intentos de golpe de estado en 1996 y 2000, encabezados por el general Lino Oviedo, de rol clave en la caída de Stroessner; el asesinato del vicepresidente Luis María Argaña y la salida anticipada del presidente Raúl Cubas en 1999; escándalos de corrupción con condenas judiciales a los ex presidentes Luis González Macchi y Juan Carlos Wasmosy; y un juicio político express a Fernando Lugo (elegido en 2008, por un coalición entre grupos de centro-izquierda y el Partido Liberal) que terminó con su destitución en 2012.
Sin dejar de lado el incendio en el influyente y conflictivo Congreso Nacional (2017), cuando se intentó avanzar con un proyecto de reforma constitucional que habilitaba la reelección presidencial.
La transición paraguaya continuó asentándose sobre la tradicional alianza Partido Colorado-Fuerzas Armadas. De igual modo, la oposición se mantuvo fragmentada.
Desde 2004, al expandirse la frontera agropecuaria, Paraguay disminuyó la pobreza en 49% (de 50 a 27%), creciendo al 4,5% anual promedio, con la
inflación controlada. Pero esta isla rodeada de tierra, separada del mundo y replegada sobre sí misma, como describía Roa Bastos, continúa entre las más desiguales de la región. Sin acceso directo al mar y rodeado de dos gigantes comerciales como Brasil y Argentina, Paraguay, predominantemente rural, es el cuarto exportador de soja en el mundo. Mantiene una carga impositiva muy baja. Sus recursos minerales o petroleros, son casi inexistentes.
Abdo e Itaipú
“Marito” Abdo Benítez, asumió la presidencia paraguaya el 15 de agosto de 2018. Se impuso por casi 4 puntos a la Alianza Ganar – una coalición del Partido Liberal con partidos minoritarios y progresistas- que no pudo revertir la permanencia en el poder del coloradismo. Pero el “enemigo íntimo” de Abdo es colorado: el ex presidente Horacio Cartes. La gobernabilidad actual depende de un delicado equilibrio interno, ayudado por fuerzas opositoras.
Finalizando mayo, Abdo firmó con el gobierno de Brasil un acta que modificó la contratación anual de distribución de la energía de la hidroeléctrica de Itaipú, segunda mayor del mundo y compartida por Paraguay y Brasil.
Itaipú es crucial para la economía brasileña. Ubicada sobre el caudaloso río limítrofe Paraná cuenta con una potencia instalada de 14.000 megavatios y provee el 21% del consumo total de electricidad de Brasil.
El Tratado de Itaipú, firmado en 1973 -en plena consolidación de la expansión económica y política del Brasil en la región- por las dictaduras de ambos países implicó la creación de una empresa binacional y reglamentó el uso de los recursos hídricos de propiedad conjunta. Luego de excluir a Buenos Aires de la negociación -aflojaría la tensión con la llegada de Juan Domingo Perón, pero la situación llegó a ser crítica en 1973- Brasilia estableció una imposición a Asunción: ser el único comprador del 90% de energía paraguaya excedente.
A cambio de ello, le paga una compensación fija (precio de costo), lo que supone un gran negocio para la empresa estatal de electricidad brasileña, Eletrobrás, que lo revende a un valor 50 veces superior. Sólo un acuerdo entre Lula da Silva y Lugo logró aumentar el pago fijo que realiza Brasil.
En el acta de mayo, Abdo acordó un cronograma que establecía un aumento en la cantidad de potencia contratada en Itaipú hasta el 2022, a un mayor precio, lo que según técnicos de la empresa eléctrica de Paraguay, ANDE, implicaba un sobrecosto de 250 millones de dólares que impactarían en las tarifas de los usuarios paraguayos.
La difusión del acuerdo generó estrépito en Paraguay. Interpretado como una nueva humillación a su soberanía, se generaron movilizaciones en protesta y un alineamiento entre la oposición y el sector del Partido Colorado que responde a Cartes para iniciar un juicio político. Abdo debió dejar sin efecto el acuerdo y Bolsonaro salió a su rescate adoptando el mismo proceder. Luego el sector de Cartes, retiró su apoyo al juicio político, a un seguro costo para Abdo.
El Partido Liberal, persiste e insiste con firmeza.
Paraguay, transita una alternancia accidentada en su proceso democrático. Después de un año de gobierno, Abdo ya afrontó su primera crisis de gobernabilidad, al cortarse solo en una negociación sensible. Los escenarios de acción de los distintos actores siguen signados por el cortoplacismo. El liderazgo del nuevo presidente, aparece -otra vez- cercado. Los fantasmas del Palacio de los López, jamás descansan.
Docentes UNC
