¿Es posible que los reclamos democráticos se extiendan a China continental? ¿Habrá alguna señal de apertura del gobierno central? ¿Éste reprimirá? Las respuestas, en la visión de un experto
Gonzalo Fiore Viani
Especial para Comercio y Justicia
Las masivas y violentas protestas que comenzaron hace poco más de un mes y medio en Hong Kong no sólo no han terminado sino que se han recrudecido. Si bien en su momento habían sido autorizadas oficialmente, por lo que los manifestantes superaron el millón de personas, en las del último domingo no hubo más de algunos miles.
Sin embargo, la violencia en las protestas “ilegales” es aún mayor que las de hace un mes. Algo inédito fue que la policía del lugar publicó un video en sus redes sociales explicando el porqué de la ilegalidad de las protestas. El video concluía: “Queremos encontrar un equilibrio entre la prevención de la violencia en eventos públicos y la capacidad de los ciudadanos de expresar su opinión”.
Que esto suceda en China, donde históricamente las autoridades no sintieron la necesidad de dar demasiadas explicaciones, revela lo significativo de los sucesos.
El foco de la comunidad internacional se encuentra en Hong Kong, en un contexto en el que la República Popular China realiza acercamientos sin precedentes a occidente, sumando a su enorme potencia comercial intentos de extender también su influencia cultural.
El gobierno del Partido Comunista no puede mostrarse insensible a los derechos humanos según se entiende ese paradigma en occidente.
La guerra comercial con Estados Unidos es un episodio más, quizás el más importante hasta ahora, en un conflicto que enfrenta a ambas potencias y que tiene como objetivo la supremacía política, económica y cultural sobre el resto de los países del mundo.
En un gesto de distensión de Donald Trump hacía su par chino Xi Xinping, aquél declaró hace unos días que el gobierno de China viene “actuando bien en Hong Kong”. En las protestas del domingo hubo por lo menos quince detenidos quienes se dirigían hacia la máxima autoridad china residente en el territorio, la Oficina del Enlace.
Después del fracaso de la denominada “Revolución de los Paraguas” de hace cinco años, parecía que la agitación social había terminado en Hong Kong.
Sin embargo, las reivindicaciones sobre el cambio de estatus legal del territorio continúan. Los manifestantes más radicales, incluso, piden su independencia y la separación definitiva de la órbita china. Los reclamos de democracia que se suceden en Hong Kong son absolutamente impensados que se produzcan en el mediano plazo en Pekín.
Cerca de dos docenas de personas han sido heridas en las manifestaciones de las últimos días. La policía china se ve en una situación inédita en su historia: obligados a no reprimir de manera excesivamente violenta debido a las miradas de la comunidad internacional, tampoco pueden mostrarse desbordadas e incapaces de sostener el orden.
Las marchas comenzaron en su momento debido a que el gobierno chino pretendía establecer una ley de extradición para que quienes cometieran delitos en Hong Kong puedan ser juzgados en Pekín.
Si bien se logró que la ley se archivara, el gobierno chino nunca retiró el proyecto de manera definitiva. Otro de los reclamos sigue siendo el mismo del de hace cinco años: un sistema democrático.
Actualmente, sólo es posible elegir hasta tres candidatos seleccionados por un comité que se compone de 1.200 personas, todas partidarias del gobierno chino. La democracia tal y como se la conoce en occidente es inédita en la milenaria historia china.
Por lo pronto, también es impensable que el gobierno permita algún tipo de apertura de este estilo en Hong Kong. Las autoridades chinas temen que esto pueda producir un efecto contagio en Macao, otra de las regiones administrativas dependientes de Pekín con pretensiones independentistas.
Debido a que por primera vez desde el comienzo de las protestas, los habitantes de Hong Kong protestan contra la Oficina del Enlace y el Partido Comunista chino, el gobierno podría responder de la manera más dura hasta ahora.
Un portavoz del Ministerio de Defensa ha recordado que el Ejército Popular de Liberación puede actuar en caso de solicitárselo. Por primera vez desde que estallaron las manifestaciones, una autoridad del gobierno chino se refirió al artículo número 14 de la Ley Básica de Hong Kong, que establece: “Las unidades estacionadas por el Gobierno central no interferirán en los asuntos locales de la región excepto cuando el Gobierno local solicite su asistencia para mantener el orden público; o en caso de catástrofe”.
La última vez que el Ejercito Popular salió a reprimir fue durante los sucesos de 1989 en la Plaza de Tiananmen, que terminaron con más de mil muertes. Los manifestantes hongkoneses mancharon de negro el escudo chino en una de las últimas marchas. De ese mismo color puede ser el futuro de la excolonia británica.