La tan inexplicable como angustiosa condición de malnutrición que afrontan aparece como un total contrasentido en un país como el nuestro, que produce actualmente alimentos para atender adecuadamente a 440 millones de personas.
El Observatorio de la Deuda Social (ODS), dependiente de la Universidad Católica Argentina (UCA), publicó un trabajo de investigación que expone la penosa situación que viven alrededor de 6 millones personas, quienes sufren no sólo privaciones sino los pésimos efectos de la malnutrición y el sobrepeso que actualmente caracterizan la pobreza en todas las áreas urbanas del país.
Resulta inexplicable que, siendo Argentina el quinto mayor proveedor de alimentos en el ámbito ecuménico, la situación interna sea tan dramática y se haya convertido en la peor amenaza para el futuro. No menos sorprendente es que las autoridades nacionales parezcan ignorar esta realidad y no tomen ningún tipo de medidas para superar este escenario.
La conclusión del ODS ha surgido de un esquema en el que se combina su propia Encuesta de la Deuda Social con los datos que surgieron del Censo Nacional de Personas, Hogares y Viviendas (2010), adoptando al efecto 12 diversos indicadores que traducen los menesteres habitacionales y las insuficiencias en alimentación y vestimenta. Por su parte, el Indec, tácitamente, reconoce tal circunstancia pues ha estimado que 39,5% de los niños de hasta 14 años de edad revista en este contexto y que en los últimos cinco años, lejos de mejorar, se ha agravado considerablemente.
El referido trabajo ha evaluado los índices entre los requerimientos indispensables para asegurar la adecuada atención en materia de salud, alimentación y vivienda, así como de una mínima dosis indispensable de acceso a nuevas tecnologías, consideradas imprescindibles, y a espacios que impulsan relaciones de socialización. En el referido informe se ha reconocido: “Es claro que todavía tenemos deudas pendientes muy significativas, que los desafíos son superlativos y estamos muy lejos de un ejercicio efectivo de los derechos de los niños”.
En la tarea de ampliar y precisar dicha problemática, se advierte de que la pobreza es mucho más que un número, pues se trata de “de muchos miles de niños, niñas, jóvenes, hombres, mujeres y grupos familiares que sufren una condición no superada de vulnerabilidad”. En el año 2016 se lanzó el denominado Plan Nacional de Primera Infancia, en procura de asegurar igualdad de oportunidades, lo que se convirtió en la más ambiciosa medida para quienes transitaban los primeros años de vida, asegurando que puedan cursar el primer ciclo de estudios sin obstáculos.
Sus promotores oficiales consideraban que de esa forma las familias incluidas en esa crítica situación tendrían posibilidades reales de superar tal condición. Por lo tanto, es indispensable que tanto la educación como el trabajo se conviertan en sólidos pilares para superar las condiciones que caracterizan la condición de alta pobreza.
Algunas características fuertemente diferenciales
Tal problemática se ha presentado con aspectos diferenciales en cada una de las regiones del país, que además de sus características particulares en cuanto a latitud y temperatura, se refleja tanto en faunas como floras notoriamente diversas.
En el área de la Patagonia sus características se deben relacionar pues están condicionadas tanto por las bajas temperaturas como por el grado de relativo aislamiento, debido a su relativamente escasa densidad de su población. En los últimos años, el yacimiento de Vaca Muerta (Neuquén) ha conmovido muy positivamente, como en 1907 sucedió en la población de Comodoro Rivadavia, donde buscando agua se halló petróleo. Obviamente, este hallazgo virtualmente ha revolucionado el área pues se trata del segundo yacimiento de gas no convencional más importante del mundo y el cuarto en materia de petróleo.
Más al norte de él está la región de Cuyo, que goza de un clima mucho más benigno, florecen los cultivos y, en general, la producción vitivinícola asume singular relevancia. También la relación comercial con Chile constituye en ese caso un importante factor de desarrollo, pese a lo cual muchos pueblos de menor población corren un alto riesgo de desaparición. Otro tanto sucede en la denominada zona norcentral, dado que en el Impenetrable chaqueño la falta de agua potable y alimentos complica cada vez más la situación de su población autóctona e impulsa un virtual e justificado éxodo que lo viene despoblando sistemáticamente.
Por tanto, sería indispensable que el Gobierno nacional se decida cuanto antes a contribuir aportando técnicos especializados y suficientes fondos para encarar la urgente tarea de corregir y evitar la precitada problemática de virtual agotamiento, antes de que sea demasiado tarde.
A la muy alarmante pobreza que se expande en nuestro país, es indispensable sumar y prestarles mucha más atención a los niños que viven ella, pues ese contexto hace que se tornen muy vulnerables. Ellos merecen que se dispongan más maestros y los consiguientes recursos que los atiendan adecuadamente, porque urge rescatarlos de ese peligroso nivel de miseria en que están sumidos. Tales circunstancias generaron la elaboración de un proyecto de investigación integrado por un grupo de periodistas que se ocupó de recorrer cinco regiones del país en procura de conocer la realidad.
La consecuencia más inmediata fue un efectivo primer impulso a todas ellas en procura de corregir su problemática estructural; pero hasta este momento han sido insuficientes y los resultados son muy poco satisfactorios pues las respectivas provincias no le han dado la relevancia que era de esperar a dicha tarea.
Cabe advertir de que la pobreza es una lacra que existe en todo el país aunque suele manifestarse, según la región, con diversas características. En muchos casos los niños no asisten a clase cuando llueve porque los caminos y calles de tierra se inundan; en otros casos, la falta de gas y/o leña hace muy severas las condiciones de vida e impide la asistencia regular a clase.
Debe insistirse en poner la máxima atención posible en esos niños pues son quienes sufren las máximas privaciones y quienes, de otra manera, quedan lamentablemente sentenciados para siempre a convivir con la miseria y la ignorancia. Resulta obvio que una gestión que apunte en forma especial a ellos podría mejorar notoriamente las duras condiciones de vida que sufren y paralelamente viabilizarles el acceso a un futuro mucho mejor. La investigación intitulada “Hambre de futuro” es otro especial aporte de singular importancia que puede coadyuvar a encontrar potenciales líderes dispuestos a ejercer en forma continuada acciones en tal sentido dentro de las respectivas áreas donde habiten.
El nivel de pobreza y sus características por jurisdicción
Dado que la pobreza no exime a ningún lugar del país de sus pesares y persiste desde hace tiempo, sería muy positivo que se actúe fortaleciendo el entramado social recabando métodos en los países y regiones donde la situación registra notorias mejores condiciones. La indispensable asistencia que se requiere a tal efecto ha sido en nuestro país respaldada por Unicef, que ha hecho de la defensa de la niñez una de sus principales banderas. En muchos casos, sus acertados diagnósticos han contribuido a detectar con más precisión las modalidades y variantes que adopta la pobreza y sus diversas manifestaciones en los respectivos hogares de nuestro país.
Debe advertirse de que en el análisis que se encaró al respecto no sólo se determinó el nivel de ingresos indispensable para asegurar una adecuada subsistencia, sino que los técnicos de la UCA lograron establecer índices mínimos indispensables que deben constituir una meta impostergable en áreas tan sensibles como salud, vivienda, alimentación y educación, que se considera indispensable convertir con urgencia una realidad palpable. Todo ello requiere, además, que se incorpore como un nuevo aporte lo necesario para efectivizar el acceso a nuevas tecnologías y modalidades de aprendizaje.
Evidentemente, aún permanecen sin resolverse integralmente muchos desafíos para alcanzar un éxito en cuanto a un cierto grado de progreso que permita el desarrollo intelectual y cultural de nuestros niños. Los desafíos en tal sentido son muchos y los recientes importantes recortes presupuestarios introducidos en educación, indudablemente, retardarán aún más el logro de esos objetivos. No debe olvidarse que la educación y el trabajo en general son los factores fundamentales que pueden asegurar los mejores objetivos; por el contrario, la permanencia de falencias y carencias en tales aspectos tornan totalmente imposible cualquier avance significativo en cuanto a las condiciones socio-culturales de la población.
Es oportuno recordar que las características que asume la pobreza pueden clasificarse como “monetarias” y “no monetarias”. En el primer caso, surgen como corolario de una severa estrechez de recursos derivados de la actividad que se desempeñe; mientras en el segundo sólo se verifica con el transcurso de los años, con una acumulación de carencias esenciales en cuanto a vivienda digna, instrucción y estudios que, obviamente, por su naturaleza sólo pueden superarse en el largo plazo pues requieren la ejecución en forma permanente y simultánea de una serie de acciones coordinadas destinadas a superar esa problemática.
Al analizar las condiciones vigentes en cada provincia, los promedios de vulnerabilidad más elevados se verifican en Santiago del Estero, Formosa, Chaco, Misiones y Corrientes. Por el contrario, las jurisdicciones que presentan las mejores realidades están encabezadas por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Tierra del Fuego, Santa Cruz, La Pampa, Córdoba, Chubut y Neuquén. Resulta llamativo que, en este aspecto, la provincia de Buenos Aires esté ubicada detrás de otras jurisdicciones menos relevantes en cuanto a ingresos y población.
No menos asombro causa que provincias como San Luis, Santa Fe, Mendoza y Entre Ríos queden tan rezagadas, pues aparecen con posterioridad a las enumeradas en el párrafo precedente. No debe olvidarse que más retrasadas aún están las provincias de La Rioja, Catamarca, San Juan, Jujuy, Tucumán y Salta; todo lo cual se convierte en un penoso testimonio de lo mucho que resta hacer para superar la pobreza en nuestro país.