Por Sebastián A. Gamen (*)
Fue todo muy rápido, demasiado para los tiempos de la justicia. Neymar fue acusado de violación de una mujer y los medios de comunicación y redes sociales explotaron. Tuvieron la noticia de una violación de un personaje famoso, de una estrella del fútbol.
Neymar reaccionó con la rapidez que lo caracteriza en la cancha, y publicó los mensajes y fotografías que había intercambiado con la supuesta víctima. Logró revertir su imagen negativa y demostrar que no hubo violación sino un encuentro sexual entre adultos, consentido y buscado por la mujer.
El mundo cambió hace tiempo y el poder de los medios de comunicación (tradicionales y de Internet) es muy fuerte. Cualquier acusación contra un famoso toma estado público inmediatamente y se inicia el juicio de la gente. Generalmente, sin poder defenderse, el acusado es rápidamente condenado. Raramente es absuelto de la sospecha.
Neymar entendió el juego y se movió con rapidez. Sabía que tenía que cortar la falsa acusación inmediatamente y publicó los mensajes que tuvo con la denunciante.
Los hechos anteriores a la supuesta violación fueron los siguientes: después de intercambiar mensajes, la acusadora recibió pasajes de Neymar para viajar a París, donde se encontrarían en un hotel. Después de haberle preguntado el jugador si viajaría con una amiga, ella respondió que iría sola, pero que vale por cuatro y que lo llenaría de placer. Envió también fotos de ella desnuda. En ese tono, los mensajes demostraban con claridad que ambos querían tener un encuentro íntimo. Después hubo un segundo encuentro. Y el tercero fue frustrado porque el jugador no pudo estar presente. Sin embargo, la mujer continuó conversando com Neymar, intentando concretar ese nuevo encuentro con el jugador, que pudo haber sido el tercero. Nunca se concretó y después vino la gravísima acusación.
Luego de que Neymar hizo público los chats, la acusadora se quedó sin abogado, sin denuncia por no haber podido ratificarla ante la justicia y con la pesada carga de haber mentido con una denuncia falsa de violación.
El jugador, al divulgar los chats y fotos, asumió otro riesgo jurídico que es el del delito de haber violado la privacidad de la chica. Dice la ley brasileña que será delito “publicar o divulgar por cualquier medio (…) fotografía, vídeo u otro registro audiovisual que contenga imágenes de estupro o estupro vulnerable (…) o, sin consentimiento de la víctima, imágenes de desnudez o pornografía.”
Ahora bien, es muy distinta la acusación de violación que la de publicar fotos íntimas. La opinión pública juzga diferente un acto o el otro; y la ley también, con penas menos graves para el segundo.
Lo que aprendimos del caso Neymar es que los delitos sexuales contra los famosos se juzgan en dos fueros simultáneamente, el judicial y el de la opinión pública. La gente juzga con la inmediatez que imprime Internet, y rara vez la condena es sensata. En la era de los escraches están los abogados obligados a saber litigar en el foro de la opinión pública, pudiendo no coincidir la sentencia de la gente con la de la Justicia.