En Uruguay, el fiscal del departamento de Rocha, Jorge Vaz, pidió el procesamiento de un hombre como coautor del crimen de Lola Chomnalez, la joven de 15 años asesinada el 28 de diciembre de 2014 en la playa de la localidad turística Barra de Valizas. El sospechoso se llama Ángel Moreira Marín. Tiene 33 años y responde al apodo de “El Cachila”. Fue detenido en abril de 2015, pero las pruebas de ADN lo desvincularon del caso.
El joven ya declaró en calidad de “indagado” frente a Vaz, el quinto fiscal que toma el expediente. El agente requirió que sea incriminado a partir de una serie de nuevas pruebas y documentación aportadas recientemente por la familia de Lola.
Según publicó el medio uruguayo Subrayado, en su momento “El Cachila” declaró haber visto a la adolescente en la playa el mismo día de su desaparición y que expresó que como ella “se sentía mal” la dejó en el lugar y se fue.
Ahora, en una rueda de prensa, Vaz sostuvo que tiene pruebas que le permitirían imputarlo por homicidio agravado. En ese sentido, citó una pericia realizada por una semióloga, que analizó las respuestas y la postura del joven.
El cadáver de Lola fue hallado el 30 de diciembre de 2014.
La chica llegó a Valizas el 27 de diciembre, para visitar a su madrina. Fue a la playa al día siguiente con un poco de dinero y un libro y nunca más de la vio con vida.
Su anfitriona la buscó durante horas y, al no dar con ella, hizo la denuncia por su desaparición. Dos días después, el cuerpo fue encontrado por un pescador y su hijo, entre dunas y arbustos, a seis kilómetros de Valizas en dirección a Aguas Dulces, un pueblo vecino.
La zona había sido rastrillada antes por la policía uruguaya, que no detectó nada. Se le hicieron exámenes de ADN al pescador y su hijo para comparar con muestras tomadas del cadáver y dieron negativo.
La autopsia confirmó que Lola murió por asfixia y que recibió varios cortes de arma blanca. En tanto, se descartó una agresión sexual.
A comienzos de mes, los padres de la víctima viajaron a Uruguay una vez más para reunirse con el nuevo instructor de una causa que acumula cinco mil páginas y declaraciones de 100 personas, 40 como “indagadas”, tras ser detenidas.
Moreira Marín es un vagabundo que trabajaba ocasionalmente como “trapito” y vendedor de estampitas.
Según Vaz, habló de cosas que solo podría saber un partícipe directo del hecho, alguien que por lo menos presenció el crimen.
Móvil
Bajo esa premisa, considera que estuvo presente “antes, durante y después” del homicidio y opinó que el móvil del crimen fue probablemente sexual. Además, estima que Moreira Marín y/o sus cómplices obligaron a la víctima a salir de la playa con dirección a la zona boscosa detrás de los médanos.
Según el fiscal, el relato del hombre es “a todas luces ilógico y contrario, no sólo a la evidencia que surge del cuerpo de la víctima, sino de la situación en sí”, ya que si, tal como afirmó, la adolescente le manifestó que se sentía mal, lo lógico hubiera sido que tratara de ir hacia la zona poblada más cercana en busca de ayuda médica.