Como máxima prioridad se impone recuperar la capacidad exportadora que el país tuvo cuando sus ventas anuales al exterior superaron US$84 mil millones pues desde hace un quinquenio no llega siquiera a US$60 mil millones
Por Salvador Treber
Inicialmente dentro de la agenda oficial para el presente año se previó una activa gestión destinada a mejorar y actualizar estrategias para incentivar la mayor colocación de bienes y servicios; recuperando e incluso superando la presencia efectiva que ya se había logrado.
Los efectos combinados de un mercado obviamente más difícil y una gestión poco experta nos llevaron a perder más de 27% respecto del máximo total anual antes alcanzado.
Nuestro país demostró estar en condiciones de lograr tales metas produciendo con calidad y eficiencia; en especial en áreas que se han sumado positivamente a los recursos naturales, capacidad creativa tanto industrial como tecnológica y actualmente en un sensible incremento del número de empresas, incluso chicas y medianas, que buscan ampliar sus respectivos mercados.
Es indispensable accionar para lograr una pronta recuperación pues tanto en el plano ecuménico como específicamente en el regional que nos incluye se advierte que el poder tecnológico y el económico incluyen a un número creciente de competidores y una generalizada suba en la calidad, a lo que también cabe considerar las múltiples diversidades productivas y culturales que en cada caso prevalecen dentro de este clima de intensa y reciente competencia. Por lo tanto, nuestros funcionarios deben poner especial atención y no retacear esfuerzos para armonizar los cambios que se están operando.
En el ámbito mundial, se advierte la preocupación por renovar el régimen del comercio internacional, lo que consideran una urgente necesidad, contando con la activa intervención de la Organización Mundial de Comercio.
Para ello se está insistiendo en institucionalizar las reglas vigentes y coadyuvar al logro de más eficaces vinculaciones entre los países; que incluyen los diversos acuerdos que otorgan trato diferencial preferente que puede ser bilateral, multilateral e incluso interregional.
En cuanto a nuestra área regional latinoamericana se pretende que concurran positivamente los miembros del Mercosur, de la Alianza Países del Pacífico e incluso los que han suscripto el Tratado de Montevideo, que data del año 1980.
Sólo en el reducido plano nacional, es evidente que se torna indispensable desarrollar una estrategia fuertemente exportadora con múltiples programas para incrementar con éxito en todos los mercados de los cinco continentes, como temas y objetivos prioritarios para el bienio 2019/20.
Los programas de corto y mediano plazo
Los renovados esfuerzos por consolidar la estabilidad macroeconómica y financiera tienen como objetivo prioritario apuntalar al sistema político vigente.
Sólo en tales condiciones puede existir el “clima” para viabilizar una adecuada adopción de políticas que permitan desarrollar dentro de este año iniciativas que, al par de impulsar mejores niveles de productividad, eleven la influencia de la innovación tecnológica y contribuyan a la articulación social que, de lograrse, seguramente hará más posible una intensificación de nuestra tan indispensable y hasta demorada inserción en los mercados internacionales.
En este sentido es probable que la reciente reunión del Grupo de los 20 (G20) en Buenos Aires, si se actúa con diligencia y seriedad puede por algunos meses más ser un factor positivo para desarrollar actividades en busca de un cierto grado de consenso que facilite entablar nuevas relaciones y acordar medidas y mecanismos que faciliten dichas relaciones.
Cabe recordar que Japón, que nos sucede en la dirección por un año del G20, en esa circunstancia adquirió por primera vez carne vacuna argentina. Ésta ha sido una de las nuevas relaciones y generó una primera remisión que fue de 20 mil toneladas.
En cuanto al área regional latinoamericana, sería seguramente muy valiosa una renovación y adecuada actualización del Mercosur, pero el presidente de Brasil no le otorga a este tema ningún grado de importancia y públicamente declaró que prioriza la participación de su país en el grupo Brics, compuesto también por Rusia, India, China y Sudáfrica que, en conjunto, incluye a tres mil millones de habitantes e implica 40% de la población ecuménica.
Por lo tanto, sería oportuno lograr una urgente ampliación al efecto de que junto con los tres países sudamericanos que integran el Grupo de la Alianza del Pacífico, les reconozcan una mayor presencia y gravitación en las deliberaciones.
Ello se debe concretar sin necesidad de apelar a una reforma del llamado Tratado de Asunción pues en cuanto a éste se podrían suscitar dificultades que mejor seria obviar.
Por lo tanto, se torna posible utilizar las frecuentes prácticas que suelen aprovechar los operadores para “actuar” sin afectar aspectos dogmáticos o políticos. En este supuesto sería oportuno circunscribirse a crear una “zona de libre comercio” o, alternativamente, una unión aduanera que con su vigencia permitirá ganar experiencia y asegurar la indispensable previsibilidad en la aplicación de las respectivas normas.
En el plano regional, el Tratado de Montevideo, que contempla la concreción de “acuerdos de alcance parcial”, sigue siendo un instrumento útil para contribuir al desarrollo de tales actividades. Debe insistirse en atender con el mayor esmero los programas que postulan el incremento y consolidación de las exportaciones que, sin duda, deben constituir el eje estratégico del respectivo futuro desarrollo nacional.
En materia de comercio, todo tipo de inversiones e incluso la acción del sector público serían vías aptas para gestionar acuerdos específicos que mejoren las condiciones de las ventas al exterior, como ha sido el muy meneado caso de la exportación de limones a EEUU.
Dicho proyecto fue injustificadamente demorado por las autoridades aduaneras estadounidenses y para concretarlo debieron superar las múltiples trabas que opusieron al respeto. No debe olvidarse que la organización de la reunión del G20 de fin de noviembre costó al país US$114 millones y fue un importante hito que los mostró a los ojos del mundo. Ello debe ser tenido en cuenta por los funcionarios para la búsqueda de actividades rentables; que permitan efectivamente lograr una ampliación y consolidación del comercio exterior.
El intercambio internacional como primera prioridad
Obviamente sería muy positivo que se logren entablar relaciones frecuentes y positivas con todos los países del mundo y, en especial, que las grandes empresas internacionales especializadas se avengan tanto a gestionar negocios como a emprender la ejecución de obras que mejoren el nivel de vida del conjunto de la población.
Obviamente, es estratégicamente decisivo que la mayor capacidad competitiva se vaya afianzando, para que se refleje en una considerable suba de nuestras exportaciones. El reciente retorno del país a la OCDE ha sido singularmente importante al efecto.
Ésa es la táctica más habitual que adoptan los países que lideran el negocio exportador pues se basa en acrecentar tanto las relaciones multilaterales como las bilaterales con países ubicados en cada uno de los cinco continentes.
Ello todavía no se ha logrado en plenitud por nuestro país; por lo cual debe primar la voluntad y convicción de es harto necesario un sólido progreso en tales aspectos pues cualquier demora o vacilación retardará nuestro potencial crecimiento.
Entre las diversas recomendaciones que se formulan muy insistentemente, figura la de impulsar y promover un considerable aumento en la cantidad de pymes que emprendan con decisión y continuidad la actividad exportadora. La meta aconsejada es que para el año 2030 las firmas sean, como mínimo, 40 mil, incluso aconsejándose que el Gobierno instaure premios que estimulen dicha operatoria.
También debería promoverse un alto grado de capacitación y formación, sin exclusiones, de empresarios; especialmente de los jóvenes provenientes de las diversas provincias, con especial preocupación respecto a las cinco mayores y las situadas en las fronteras. Además, sugieren incluir a emprendedores o aspirantes, contando con la presencia de los más experimentados que deben convertirse en virtuales guías.
También promueven patrocinar viajes de reconocimiento a los diversos mercados para promover operaciones.
A ello se deben sumar datos estadísticos que coadyuven a extender las relaciones de intercambio; sobre lo cual los funcionarios de la Secretaría de Comercio Exterior han ofrecido amplia información y, además en el transcurso de los dos últimos años han organizado cursos, preferentemente orientados a la apertura de nuevos mercados que permitan la colocación de productos agroindustriales. Esta tarea debe tener continuidad y consecuencia para cosechar potenciales frutos.